Hermanas y hermanos, el camino de la paz somos nosotros caminando bajo la luz de Dios hacia el sueño de la justicia, la paz y la integridad de la Creación. Por lo tanto “cada encuentro durante este camino, en peregrinaciones futuras, es “un encuentro sagrado” con cada hombre, mujer, niña y niño creados a imagen y semejanza de nuestro Dios, que es conocido por muchos nombres.

No importa lo que afrontemos

No importa lo que veamos

No importa lo que encontremos en nuestro camino

No importa cuánto lloramos

No importa cuánto nos regocijamos

No importa lo aparentemente grave o desesperada que sea nuestra situación;

una cosa que sé y en la que creo a pesar de todo, que es definitiva en nuestro camino, es que nuestro mañana debe ser superior, mejor y más humano que ayer y hoy.

El CMI fue fundado porque nuestros antepasados ​​creían en un futuro pacífico y próspero, a pesar de las experiencias de las dos guerras mundiales y de la devastación infligida sobre las personas y la naturaleza. Nuestros padres y madres fundadores tenían ESPERANZA. El futuro CMI debe velar por que esa valiente ESPERANZA esté arraigada en la generación joven; y por que permanezca arraigada de generación en generación, en medio del recrudecimiento del nacionalismo, la violencia, el racismo y las barreras erigidas contra la circulación de las personas. Estamos al servicio de un Dios que trasciende las fronteras nacionales; un Dios que se preocupa por todas las personas y valora su dignidad humana y su derecho a la vida.

“Siempre parece imposible hasta que se hace”, dijo Nelson Mandela.

Lamentablemente, la sabiduría de la juventud no recibe la debida atención en nuestros tiempos. Mientras caminamos por la paz, recordemos que los niños de la Federación Mundial Cristiana de Estudiantes y las asociaciones cristianas de hombres y mujeres jóvenes fueron los cimientos de la organización matriz –a saber, el CMI– y quienes contribuyeron a fundarla.

Permítanme que, en nombre de los adultos de ese camino, me arrepienta de la burocratización y la infravaloración de los jóvenes en el movimiento ecuménico. Nuestro arrepentimiento se debe a que los jóvenes no fueron espectadores del movimiento, sino su raíz y cimiento. ¿Cómo podemos superar la marginación de los jóvenes?

El futuro del movimiento ecuménico y la participación de los jóvenes en él es un imperativo. Por lo tanto, las iglesias y las estructuras ecuménicas no deberían ver el ecumenismo como “una agenda adicional” sino como una parte central de la vida de la iglesia. Aunque no busca revivir el pasado, el movimiento ecuménico –el CMI–, debe ir allí donde están las mujeres, los jóvenes y los hombres, y pueda plantear y discutir los problemas de las comunidades. Es importante discernir qué significa ser un estudiante o un joven en el siglo XXI, y en un contexto en que la cultura y la educación son mercancías, mientras que los menos privilegiados son esclavizados.

Para que nuestro ecumenismo sea una realidad en el futuro debemos volver a nuestras universidades y seminarios teológicos para encender la pasión por la unidad y la coexistencia interreligiosa. No debemos dejar de insistir en la necesidad de concientizar a los jóvenes sobre el ecumenismo, para que se conviertan en el fermento del ecumenismo futuro. Vayamos a aquellos espacios donde sea posible llevar a cabo la transformación y la formación de líderes que cumplirán la visión del ecumenismo. Propongámonos caminar por la justicia y la paz a la vez que levantamos una nueva calidad y una generación de líderes que entiendan la agenda de los márgenes en sus comunidades y a nivel mundial.

Estamos decididos a seguir con el camino de la paz y la unidad, informados por las amenazas actuales a la vida y por la necesidad de diversidad en el ámbito de la red de la vida y la unidad que nos lleva a todos al espacio seguro.

Dra. Agnes Abuom,
Iglesia Anglicana de Kenya 
y moderadora del Comité Central del CMI