Extractos del informe a la Novena Asamblea

 

Creado de conformidad con una decisión tomada por la Asamblea de Harare del CMI, el GCM se reunió por primera vez en la Abadía de Hautecombe, Francia, del 19 al 23 de junio de 2000, donde adoptó el propósito siguiente para su trabajo:

"Buscando la guía del Espíritu Santo y respondiendo a la invitación de la Octava Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, nos hemos reunido. Creemos que los propósitos de nuestro grupo son:

  • buscar mejores maneras de entendernos;
  • buscar nuevas oportunidades para aprender y trabajar unos con otros;
  • compartir unos con otros nuestra experiencia de testimonio cristiano;
  • debatir nuestros problemas con la esperanza de superarlos;
  • compartir lo que aprenderemos con nuestras iglesias respectivas, lo que conduce a nuestra afirmación de la vida común en el Espíritu.

‘hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo' (Efesios 5:19-20)"

Las reuniones anuales siguientes se realizaron en Quito, Ecuador (2001), Seúl, Corea (2002), Cleveland, TN, Estados Unidos (2003), Johannesburg, Sudáfrica, (2004) y El Cairo, Egipto (2005).

En sus últimas reuniones, el GCM trabajó y estuvo de acuerdo en dos textos que resumen algunas tendencias comunes que se notaron en los diálogos y los importantes problemas que persisten, y formuló recomendaciones a la Asamblea de Porto Alegre. Estos tres textos se reproducen infra:

Afirmar juntos nuestra fe

Desde 2000, en respuesta al mandato de la Asamblea General del CMI celebrada en Harare, Zimbabwe, en 1998, el Grupo Consultivo Mixto ha reunido a representantes de varias iglesias miembros del CMI y de varias iglesias pentecostales de todo el mundo. Cuando los miembros de este Grupo nos reunimos por primera vez en Hautecombe, Francia, llegamos con nuestros temores, estereotipos y aprensiones, así como con nuestra confianza y esperanza. Como hemos orado juntos, escuchado juntos la proclamación de la Palabra de Dios, realizado estudios bíblicos y entablado un diálogo unos con otros, hemos disfrutado de un auténtico sentimiento de comunidad.

El tiempo que hemos pasado orando y estudiando la Biblia y nuestros testimonios de la obra que Dios ha hecho y continúa realizando en nuestras vidas han revelado que cada uno de nosotros comparte una devoción personal profunda a Dios y cada uno de nosotros ha manifestado el deseo de actuar conforme a la voluntad de Dios. Hemos podido abordar muchos de los estereotipos que han contribuido a nuestras divisiones, errores y malentendidos. Hemos cambiado muchas de las imágenes falsas que teníamos unos de otros y hemos perdido muchas de nuestras aprensiones.

Hemos llegado a darnos cuenta de que tenemos mucho más en común de lo que habíamos pensado cuando nos reunimos la primera vez. Todos entendemos que hay sólo una Iglesia. No es nuestra Iglesia sino, más bien, la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo. Él es quien nos ha reunido y nos ha llamado a ser el Cuerpo de Cristo y es a Él a quien damos nuestro amor, nuestra devoción y nuestra lealtad. Lo reconocemos a Él como cabeza de la Iglesia. Del mismo modo, aceptándonos los unos a los otros en nuestra oración y en nuestro trabajo en común (Ef 4: 2 -3), hemos llegado a reconocer que todos somos cristianos. Hemos confesado a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador según las Escrituras y hemos tratado de seguirlo. Hemos pedido al Espíritu Santo, el dador y sostenedor de la vida, que esté con nosotros hasta el final del camino. Hemos llegado también a ver la luz de Cristo los unos en los otros y somos, por lo tanto, como dice San Pablo, "miembros los unos de los otros" (Ro 12:5).

Todas las veces que nos hemos reunido hemos orado juntos. En nuestras oraciones, reconocemos la presencia del Espíritu Santo y hemos orado a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que escucha nuestras oraciones. También nos acostumbramos a leer y estudiar juntos las Escrituras. Encontramos en las Escrituras una autoridad sin par para la vida actual de la Iglesia y de sus miembros. Las palabras de las Escrituras nos han enseñado, acicateado, fortalecido, alentado y reconfortado, ya que el Espíritu Santo las ha inspirado en nuestros corazones. Aunque no estamos siempre de acuerdo en los métodos de leer e interpretar las Escrituras, cada vez apreciamos más la variedad de maneras en las que se entienden las Escrituras . Todavía no hay acuerdo entre nosotros acerca del significado de todos los textos bíblicos, pero hemos llegado a comprender que esos escritos, inspirados por el Espíritu Santo, encierran significados más ricos de lo que pensamos al principio. Hemos podido aprender unos de otros a lo largo de nuestros estudios bíblicos.

Durante el tiempo que pasamos juntos, nos ha impresionado la riqueza de la diversidad que existe entre nosotros . Venimos de muchos lugares. Llegamos con historias diversas. Provenimos de muchas denominaciones con expectativas diferentes. Procedemos de muchas razas y comunidades étnicas y venimos como hombres y mujeres más viejos y más jóvenes. Por lo tanto, hemos llegado a apreciar los dones que unos y otros aportamos al diálogo. Hemos llegado a reconocer más completamente la diversidad que llena la Iglesia de Jesucristo. Hemos llegado a ver que debe hacerse lugar para que cada uno comparta dentro del cuerpo entero lo que Dios le ha dado (1 Co 12 y sigs.). El trabajo que realizamos juntos se ha caracterizado por este compartir y en el informe de nuestras reuniones se nota de alguna manera la influencia de cada uno de nosotros. Creemos que somos iguales ante Dios independientemente de nuestras diferencias y nuestra diversidad. Reconocemos que si bien los diversos dones que aportamos son importantes, su valor aumenta al darnos cuenta de que contribuyen en conjunto al Cuerpo único de Cristo.

Todos nosotros estamos de acuerdo en que vamos a proclamar al mundo la bondad de Dios y la buena nueva del Evangelio. Por medio de lo que Dios ha hecho por nosotros en la vida, muerte y resurrección de Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, se nos ha dado nueva vida en Cristo y, por lo tanto, hemos logrado entrar en la presencia de Dios de una manera nueva. Hemos sido facultados para la vida y el trabajo que Dios nos ha dado tan generosamente y tenemos esperanza para el futuro. Puede hacerse un hincapié particular en proclamar este mensaje de salvación y esperanza por Jesucristo con la palabra oral . También se puede hacer hincapié en la demostración de la realidad de este mensaje mediante el testimonio de señales y milagros. Otra posibilidad es hacer hincapié en la proclamación mediante un ministerio de vida coherente o ejerciendo el ministerio mediante diversos actos en el mundo que se realizan en nombre de Jesucristo. La mayoría abarcaría más de uno de estos aspectos que se ponen de relieve. Hemos llegado a entender que, si bien estos diferentes métodos se originan en el ejemplo de Jesucristo, nuestro modo de proceder siempre se debe confrontar con el ministerio de Cristo. Por lo tanto, nos damos cuenta de que necesitamos ser conscientes de las diversas formas por las que se proclama el Evangelio y, por el bien de nuestro diálogo, deberíamos crear un método de discusión que permita principalmente ganar en conocimientos más que criticarnos los unos a los otros .

En los debates, nos quedó claro que las actuales divisiones en la comunidad cristiana entorpecen el trabajo y el testimonio de la Iglesia en el mundo. Estas divisiones confunden a quienes buscan esperanza en el Evangelio. Nos parece que muchos cristianos, incluso nosotros, no hemos vivido de acuerdo con la vocación común de ser hermanos en Cristo, que se aman unos a otros, se someten unos a otros y tratan de integrar el Cuerpo entero de Cristo. El mensaje central del Evangelio es que todos seamos sanados y reconciliados con Dios y los unos con los otros por medio de Jesucristo. Reconocemos nuestra propia culpa en no hacer caso de este mensaje en toda su dimensión.

La cuestión del discernimiento del Espíritu ha surgido en varias ocasiones en nuestros debates. ¿Cómo sabemos si es el Espíritu el que está actuando en nosotros y en nuestras comunidades o si lo que afirmamos que es el Espíritu actuando en nosotros no es un interés humano? ¿Cómo sabemos dónde deberíamos poner los límites de nuestra fe y nuestros actos? Estuvimos de acuerdo en que estas cuestiones son importantes, pero también muy difíciles de responder. Aún no nos hemos puesto de acuerdo en un entendimiento común de los criterios que podrían emplearse para discernir el Espíritu y establecer límites ni hemos sido siempre claros sobre quién tiene la autoridad para hacerlo. Reconocemos que Cristo nos enseñó a no juzgarnos unos a otros (Mt 6), mientras que al mismo tiempo las Escrituras nos llaman a distinguir los espíritus, a poner a prueba los frutos de nuestros actos y a tener disciplina en la comunidad cristiana. A medida que nos hemos escuchado unos a otros, hemos llegado a comprender la centralidad de estas cuestiones para nuestro diálogo y la necesidad de continuar estudiándolas a fondo.

Cuestiones que quedan por resolver

Durante todo el tiempo que pasamos juntos hemos examinado las distintas enseñanzas de nuestras respectivas iglesias y las percepciones que tenemos unos de otros. Aunque nos hemos reunido regularmente durante los seis últimos años, el Grupo recién ha comenzado a abordar las muchas diferencias y preocupaciones que se habían planteado en nuestra primera reunión. Lo que también ha quedado claro es la diversidad dentro de cada grupo: CMI y pentecostales; los representantes de las iglesias miembros del Consejo Mundial de Iglesias entienden de manera diferente determinadas enseñanzas teológicas y lo mismo ocurre con los representantes de los pentecostales. Este hecho aumentó la riqueza de nuestras discusiones y la complejidad para ordenar nuestras reuniones.

Entre los asuntos que el GCM deberá abordar mas extensamente están los siguientes:

1. Aún existe una comprensión mutua insuficiente que debe investigarse más. Sin embargo, lo que quizá sea más importante es la necesidad de compartir con nuestras respectivas comunidades lo que hemos aprendido unos de otros.

2. Hubo discusiones iniciales sobre la cuestión de misión y evangelización. No puede sobrestimarse la importancia del diálogo entre las iglesias respecto a evangelización, el respeto por las iglesias respectivas y el proselitismo. El Grupo se compromete a abordar la tensión entre nosotros y a investigar las maneras cómo podríamos trabajar juntos en misión.

3. Los dones del Espíritu Santo (charismata) interesan a muchos miembros del Grupo. ¿Qué son? ¿Cómo se definen? ¿Cómo se manifiestan? ¿Cómo se reconocen?

4. Los sacramentos aparecieron como un aspecto que necesita más examen. Las iglesias reconocen la importancia de los sacramentos de varias maneras. ¿Cuál es el papel de los sacramentos en la vida de la Iglesia?

5. Aunque el Grupo dedicó mucho tiempo al estudio de las Escrituras, hay que trabajar más con respecto a las diferentes maneras en las que éstas se interpretan y entienden.

6. La espiritualidad fue un tema principal durante todo nuestro trabajo realizado durante los seis últimos años. Nuestros debates enfocaron la variedad de maneras en las que se discierne la obra del Espíritu. ¿Cómo discernimos la obra del Espíritu? ¿Qué criterios han elaborado nuestras respectivas iglesias para determinar la obra del Espíritu?

7. Y por último, la pregunta suprema que surgió durante nuestros debates trató del punto en el que las iglesias miembros del Consejo Mundial de Iglesias y las iglesias pentecostales se ven unas a otras como "iglesias ". En nuestros debates sobre la unidad de los cristianos preguntamos: ¿Cuál es la naturaleza de la Iglesia? ¿Quiénes son los miembros de la Iglesia? ¿Qué es Iglesia y qué no lo es? ¿Qué o quién es la autoridad máxima de la Iglesia? ¿Cuáles son los criterios por los que una iglesia reconoce a otra como iglesia?

Nuestro Grupo presenta estas cuestiones a quienes asumirán la tarea de continuar esta conversación . El Grupo Consultivo Mixto las ve como las preocupaciones que ayudarán a orientar el diálogo futuro entre el Consejo Mundial de Iglesias y los pentecostales .

Recomendaciones a la Novena Asamblea

1. Recomendamos la continuación del GCM con el objetivo de crear relaciones por medio de las conversaciones y estudios teológicos en curso (que se centren en temas de la naturaleza de la iglesia, la misión, la comprensión de los dones carismáticos, los sacramentos y la naturaleza de las Escrituras, así como otros que surjan) con la esperanza de ahondar más en nuestras respectivas teologías, y la educación de los miembros de nuestras iglesias.

El GCM debería además esforzarse en su trabajo para responder a las comisiones del CMI (como Fe y Constitución y la Comisión de Misión Mundial y Evangelización) y cooperar con éstas y con otras áreas programáticas siempre que sea posible.

2. Recomendamos la expansión de este tipo de diálogo de las siguientes maneras:

a) En el plano de los consejos regionales, subregionales y nacionales de iglesias que tuvieran un propósito similar al del GCM, a saber: crear relaciones por medio de la educación y las conversaciones teológicas. En cada plano, este diálogo podría mantenerse con la cooperación de los organismos ecuménicos respectivos (i.e., las Organizaciones Ecuménicas Regionales). El CMI debería iniciar este diálogo poniéndose en comunicación con dichos consejos de iglesias a fin de fomentar el diálogo y la cooperación, y dar los nombres de miembros del GCM de la región que estén dispuestos a compartir sus experiencias para que sirvan de asesores.

b) Mediante iniciativas de cada miembro del GCM, preferentemente a través de sus respectivas afiliaciones eclesiales.

c) Mediante los diálogos en curso con las Comuniones Cristianas Mundiales (como las consultas teológicas bilaterales).

d) Realizando tareas prácticas y diaconales juntos y cooperando con éstas mediante las distintas organizaciones de desarrollo y de ayuda cristianas y sociedades bíblicas. Reconocemos que esta labor ya se está efectuando en algunas regiones.

e) Mediante el diálogo en instituciones académicas por:

  1. Consultas sobre pentecostalismo y ecumenismo (que deberían incluir a académicos y dirigentes denominacionales);

  2. La investigación de maneras de introducir el estudio del ecumenismo en los programas de formación de los seminarios pentecostales;

  3. La investigación de maneras de introducir el estudio del pentecostalismo en los programas de formación de las instituciones ecuménicas y denominacionales de las iglesias miembros; y

  4. Publicación de periódicos (por lo que la obra de los eruditos pentecostales se incluiría en los periódicos teológicos y los pentecostales continuarían la realización de sus propios periódicos ecuménicos) y sitios web con el propósito de hacer progresar los estudios teológicos y formar a todos los miembros de las iglesias.

3. Recomendamos a las iglesias pentecostales que:

a) Fomenten los diálogos intrapentecostales (específicamente un diálogo Norte/Sur);

b) Promuevan el diálogo con las iglesias miembros del CMI en los planos local y nacional; y

c) Estimulen el diálogo entre las iglesias pentecostales que son miembros del CMI y las que no lo son.

4. Recomendamos que el CMI y sus iglesias miembros

a) Planifiquen consultas sobre pentecostalismo y temas conexos e incluyan a pentecostales en la participación y planificación de las mismas como parte de su trabajo programático;

b) Entablen relaciones con iglesias pentecostales en los planos local y nacional; y

c) Permitan que más pentecostales sean miembros de las comisiones y grupos consultivos del CMI y participen más en su trabajo programático.

Integrantes del GCM

Comoderadores: Cecil M. Robeck Jr (Pentecostales) Bruce Robbins (CMI)

Miembros pentecostales: Miguel Alvarez, Danielle Augustine, Sheri R. Benvenuti, Harold Hunter, Veli-Matti Kärkkäinen, Japie Jimmy LaPoorta, Young-Hoon Lee, Paulson Pulikottil, Stephen Safwali, Frederick L. Ware

Miembros del CMI: Lesley G. Anderson, José Domingos Caetano, Yo Han Lee, Cecilia Castillo Nanjarí, Brother Grigori Dovgyallo, Katjarina Pastukhova, Paul Goodliff , Nahed Fahim Habashy, Yueh-wen Lu, Hector Osvaldo Petrecca, Bas Plaisier, Despina Prassas

 


 

 

 

 

1 El GCM está en el orden del día del Comité de Examen, que propondrá a la Asamblea que tome decisiones. Pueden conseguirse copias del informe completo del Comité de Examen o del Equipo relaciones con las Iglesias y la comunidad ecuménica del Consejo Mundial de Iglesias, C.P. 2100, 1211 Ginebra 2, Suiza.