Día internacional de oración para acabar con el hambre – 10 de junio de 2018

El hambre y los desplazados:

Contexto:

Los desplazamientos forzados hacen referencia a todas las situaciones en las que las personas se han visto forzadas a desplazarse de sus hogares o de sus países debido a conflictos armados o desastres naturales. Muchas veces, las personas abandonan sus hogares y sus fuentes de subsistencia sostenibles, no llevándose casi nada consigo, y se dirigen hacia bosques, desiertos y entornos hostiles e inhóspitos que los hacen vulnerables al hambre, a la pobreza, a la explotación y a la dependencia. El aumento de la violencia, los desplazamientos y el hambre son elementos de las catástrofes humanitarias que constituyen un círculo vicioso y se convierten en crisis prolongadas.

30,6 millones de personas fueron desplazadas internamente en 2017, lo que equivale a 80,000 personas desplazadas cada día. Los conflictos en Afganistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Irak, Nigeria, Sudán del Sur, Siria, Myanmar, y Yemen continúan forzando a ingentes cantidades de personas a huir sus hogares. La mayoría de las crisis alimentarias del mundo son consecuencia de conflictos. Actualmente, alrededor del 80% de cada dólar empleado por el Programa Mundial de Alimentos va destinado a intervenciones en zonas de guerra.

No obstante, los ciclones, las tempestades y las inundaciones que asolaron el Caribe y el Asia meridional, destruyendo la infraestructura básica y dejando a millones de personas sin hogar, también han provocado desplazamientos. A pesar de que el África subsahariana cuenta solamente con el 14% de la población mundial, casi la mitad de los nuevos desplazamientos relacionados con conflictos ha tenido lugar en esta región. Ha habido 5,5 millones de nuevos desplazados en relación con el conflicto y la violencia en 2017, el doble de la cifra que se registró el año pasado. El 38% de los nuevos desplazamientos relacionados con el conflicto y la violencia en todo el mundo en 2017 tuvo lugar en Oriente Medio y el norte de África, registrándose 4,5 millones de desplazados. Los desplazamientos se concentraron en Irak, Siria, Yemen y Myanmar.

Llama la atención el hecho de que la mayoría de los refugiados del mundo sean acogidos por países de ingresos bajos o medios, como Líbano, Turquía, Irán, Etiopía y Pakistán, y no por las naciones más ricas y avanzadas.

 

Reflexión:

Perdidos anduvieron por el desierto, en el sequedal;
no hallaron camino hacia una ciudad habitada.

Estaban hambrientos y sedientos; sus almas desfallecían en ellos.
Pero cuando en su angustia clamaron al Señor,
él los libró de sus aflicciones.
Los dirigió por camino derecho para que fuesen a una ciudad en que habitar.

Salmos 107: 4-7.

Al tiempo que se nos recuerda que nosotros también somos peregrinos - ‘extranjeros y peregrinos en la tierra’ (Hebreos 11:13), estamos llamados a acoger a los extranjeros, a los forasteros y a los desplazados. ‘Cuando un extranjero resida con ustedes en la tierra de ustedes, no lo oprimirán. Como a un natural de ustedes considerarán al extranjero que resida entre ustedes. Lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fueron ustedes en la tierra de Egipto.’ (Levítico 19:33-34). Las personas piadosas como Job manifestaron su devoción a Dios en la manera en que trataban a los viajeros y a los desconocidos: ‘El forastero no pasaba la noche en la calle, pues yo abría mis puertas al caminante’ (Job 31:32). Los desplazados reúnen todas las características de las personas necesitadas, que también son un reflejo de lo divino: los forasteros hambrientos y sedientos que necesitan ser vestidos y acompañados, y que también pueden estar enfermos o estar en la cárcel. (Mateo 25:35-36).

Con la asistencia y el acompañamiento adecuados, las personas desplazadas pueden renovar el mundo y conferirle nueva energía. José, que fue víctima de la trata de personas, acabó por encontrar la manera de contribuir a la sociedad como el oficial de máximo rango al servicio del faraón, por la gracia de Dios (Génesis 37-50). También hizo posible que su padre, Jacob, y su familia pudieran desplazarse a Egipto, donde recibieron trabajo, tierras y alimentos, para huir de la hambruna (Génesis 46-47).

Es necesario hacer todo lo que podamos para acabar realmente con el hambre, resolviendo conflictos y promoviendo la paz y la justicia; trabajando para aumentar la resiliencia comunitaria ante el cambio climático y los desastres naturales, y recibiendo y atendiendo a las personas desplazadas, ayudándolas a recuperar sus medios de subsistencia y su autonomía.

 

Oración:

Señor, abre nuestros ojos;

ayúdanos a discernir las causas fundamentales del hambre y la precariedad.

 

Señor, abre nuestras mentes y nuestros corazones;

ayúdanos a ser uno con aquellos que están desplazados, hambrientos y sedientos;

con aquellos que necesitan acompañamiento en el contexto de los conflictos, los desastres naturales y el cambio climático.

 

Señor, abre nuestras mentes y nuestros corazones;

Perdónanos por nuestra inacción y por las respuestas insuficientes a las necesidades de las personas desplazadas y vulnerables al hambre.

 

Señor, danos fuerzas para movilizarnos y trabajar para acabar con el hambre;

ayúdanos a resolver los conflictos y promover la paz y la justicia, y a trabajar para aumentar la resiliencia comunitaria ante el cambio climático y los desastres naturales.