Ginebra, 16 de abril de 2018

El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y su comunidad de iglesias miembros y asociados ecuménicos, que avanzan juntos en una peregrinación de justicia y paz, sienten profunda tristeza y consternación por el hecho de que, después de casi siete años de conflicto sangriento, Siria y su pueblo sigan siendo víctimas de una violencia y una brutalidad incesantes. La comunidad internacional debe encontrar una manera de romper el círculo vicioso de violencia que ya ha generado la mayor tragedia humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial, provocando la muerte de más de 400 000 personas, haciendo que más de 13,5 millones requieran ayuda y asistencia dentro de Siria, y obligando a más de 5 millones de personas a huir del país como refugiados y a 6,1 millones a convertirse en desplazados internos.

Desde el principio de esta catástrofe de origen humano, el CMI siempre se ha pronunciado en contra de la guerra y ha alzado la voz en pro de una paz justa. Reiteramos nuestra firme opinión de que no puede haber una solución militar para el conflicto en Siria. Una paz justa y sostenible para todos los sirios solo puede lograrse a través de una solución política.

El CMI lamenta que todavía se estén cometiendo atrocidades contra la población civil. En repetidas ocasiones, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no ha logrado adoptar medidas lo suficientemente contundentes y coherentes como para poner fin a estas atrocidades, implementar un alto el fuego duradero, garantizar el respeto del derecho internacional y la rendición de cuentas de todos aquellos que han cometido crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, en particular el uso de armas químicas.

Hoy, ante el trágico empeoramiento de la situación en Siria, el CMI reitera lo que ya ha pedido en múltiples ocasiones: un alto el fuego inmediato, el acceso humanitario incondicional a todas las regiones de Siria, el compromiso de todas las partes de respetar el derecho internacional y buscar la paz mediante el diálogo y un proceso político –y no a través de la fuerza armada–, la reanudación del proceso de paz de Ginebra dirigido por las Naciones Unidas, y el pronto regreso en condiciones de seguridad y dignidad para todos los civiles que han sido desplazados por la fuerza de sus hogares y tierras.

Las iglesias miembros del CMI en Siria y en la región tendrán un papel importante sanando las memorias heridas y uniendo a los sirios en torno a una historia común, para la preservación de la rica diversidad de Siria y la restauración de su cohesión social. En ese sentido, el CMI garantiza a las iglesias de Siria que la familia ecuménica las acompañará a ellas y a todo el pueblo sirio en ese camino, en sus esfuerzos por una paz justa y por la dignidad humana.

Esperamos que el sufrimiento del pueblo sirio termine pronto y rezamos para que así sea.

Rev. Dr. Olav Fykse Tveit
Secretario General
del Consejo Mundial de Iglesias