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31 de enero de 2006

Excelentísimo Señor Presidente:

Con gran alegría y esperanza quiero expresarle mis felicitaciones por su elección y asunción como Presidente de la República de Bolivia. Su toma de posesión retoma los valores espirituales de los pueblos indígenas de los Andes, como se manifestó en Tihuanaco y llena de esperanza no sólo a los bolivianos, sino también a millones de indígenas en América Latina y en el mundo, así como a todos los que compartimos los valores expresados en su elocuente discurso de asunción, de "cambiar la historia, acabar con la opresión, injusticia y discriminación de 500 años –sin odios ni rencores".

Su reciente gesto de reducir significativamente su salario, revela la responsabilidad con que ha asumido su tarea de Presidente. Esto tendrá consecuencias en toda la Administración, en la que valoramos la designación para altos cargos de cristianos comprometidos en la lucha por la justicia. El pueblo boliviano ansía paz, justicia y reconciliación y confía en que su gobierno permita significativos avances en este camino.

En noviembre del 2004 tuve la oportunidad de visitar su hermoso país y conocer directamente las dificultades que vive su pueblo, particularmente las comunidades indígenas. Movido por este viaje, en junio del año pasado envié un mensaje a los líderes de las iglesias de Bolivia en respuesta a la Carta Pastoral Ecuménica "Pónganse todos de acuerdo". En ese mensaje expresaba "La exclusión de los pueblos indígenas en la vida social y política del país, como es el caso lamentablemente también en otros países, es uno de los impedimentos para la construcción de una democracia profunda y verdadera". Su elección ha dado un vuelco significativo a la historia. Unimos nuestros votos a los de todos los bolivianos y hermanos y hermanas de América Latina que esperan cambios profundos en los próximos años que restablezcan la dignidad conculcada.

En dos semanas, del 14 al 23 de febrero, la Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias se reunirá en Porto Alegre, Brasil, bajo el lema "Dios en tu gracia, transforma el mundo". Será la primera vez, en cincuenta años de historia del CMI, que una Asamblea tiene lugar en ese continente. Cambios significativos en la región a nivel político, entre los que se destaca su elección, ofrecerán un marco más que adecuado para reflexionar juntos sobre Dios que transforma el mundo por su gracia y renovar nuestro compromiso por la paz, la justicia y la reconciliación.

Me despido deseándole éxito en la difícil tarea que le espera para que se hagan posibles los sueños de millones en Bolivia, América Latina y el mundo y le aseguro que las iglesias miembros del CMI continuarán trabajando y orando por un futuro más justo y solidario en Bolivia.

Rev. Dr. Samuel Kobia
Secretario General