Consejo Mundial de Iglesias
COMITÉ EJECUTIVO
Uppsala (Suecia, 2 a 8 de noviembre de 2018)
Doc. No. 03.6

 

Declaración sobre el reto urgente de la transformación económica:
diez años después de la crisis financiera mundial

El Comité Ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias, reunido en Uppsala (Suecia), del 2 al 8 de noviembre de 2018, destaca que este año se celebra el 10º aniversario de la crisis financiera mundial. Entre las consecuencias de esa crisis que aún persisten, destacan los crecientes niveles de desigualdad salarial, la concentración de la riqueza aún mayor en manos de un grupo aún más reducido de élites económicas, la mayor precariedad económica para la gran mayoría de la población mundial, el creciente endeudamiento nacional, el desempleo juvenil generalizado, la inestabilidad social y política, y el aumento de las fuerzas políticas populistas en muchos contextos en todo el mundo.

Señalamos que casi ningún actor clave en las prácticas que generaron la crisis fue finalmente imputado por el daño causado a nivel mundial, que, en gran medida, se desperdició la oportunidad política de acometer reformas sistémicas de la política y la práctica económicas inmediatamente después de la crisis, y que las pocas medidas de regulación que se pusieron en marcha después de la crisis se han retirado. La codicia sin restricciones de unos pocos que no rinden cuentas sigue creando riesgos que ponen en peligro el futuro de muchos, y las condiciones para que surja otra crisis financiera y económica mundial de dimensiones aún mayores están volviendo a emerger.

Es más, observamos que hoy en día muchos gobiernos han vuelto a caer en una crisis deudora y que apenas logran financiar los objetivos de desarrollo sostenible, debido en parte, a la corrupción, la evasión fiscal corporativa, la competencia fiscal y la erosión de las bases impositivas.

Destacamos asimismo que el desafío urgente del cambio climático exige un sistema financiero y económico mundial que aplique nuevos indicadores económicos (aparte del producto interior bruto centrado en el crecimiento) que tenga en cuenta las repercusiones sociales y ecológicas, que priorice las inversiones en sostenibilidad ecológica, y que reduzca la dependencia de la deuda a fin de liberar recursos para la renovación social y ecológica. Recientemente, ese desafío ha sido destacado de forma drástica en un informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas sobre los efectos del calentamiento de la Tierra de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, lo que indica que evitar las consecuencias catastróficas del cambio climático requerirá la transformación de la economía mundial a una velocidad y una escala sin precedentes históricos.

Por consiguiente, el Comité Ejecutivo del CMI:

Renueva su reiterado llamado a una nueva estructura financiera y económica internacional para una economía de vida que vincule las finanzas con la economía real, que asuma la responsabilidad de las consecuencias sociales y ecológicas, y establezca limitaciones efectivas a la codicia.

Solicita una regulación efectiva y una verdadera rendición de cuentas para esas personas y entidades –en particular las empresas transnacionales e instituciones financieras consideradas 'demasiado grandes para quebrar'– cuya avaricia y prácticas corruptas han creado, y siguen creando, el riesgo de una inestabilidad y de una crisis económica generalizadas y de proporciones catastróficas; y que además privan a las naciones de los recursos necesarios para un desarrollo equitativo y sostenible.

Alienta los esfuerzos del CMI, de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, del Consejo para la Misión Mundial y de la Federación Luterana Mundial en pro de una nueva estructura financiera y económica internacional, y el de todas las iglesias y asociados interreligiosos en ese sentido.

Afirma el trabajo del Grupo ecuménico sobre la nueva estructura financiera y económica internacional y la Escuela Ecuménica de Gobernanza, Economía y Gestión para una Economía de la Vida, para que desarrollen los conocimientos y competencias en economía dentro de las iglesias, dotando a los participantes de las herramientas y el lenguaje necesarios para abogar de manera efectiva por las transformaciones urgentes en la economía y las finanzas mundiales.

Pide al CMI que colabore con sus asociados ecuménicos y demás asociados a fin de convocar consultas más amplias para la transformación financiera y económica, contando con la participación de diferentes categorías de expertos representados dentro de las iglesias, en particular en las áreas de 1) tributación, como herramienta para promover la redistribución; rendición de cuentas y sostenibilidad; 2) regulación y democratización de las finanzas; y 3) la economía postcrecimiento.