Declaración: Conservar la fe para acabar con el SIDA

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos enreda, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos delante de nosotros Heb 12:1 (RVA-2015)

 

Cuando el Consejo Mundial de Iglesias celebre su XI Asamblea en 2021, también se cumplirán 40 años desde el primer diagnóstico del SIDA. La epidemia del VIH ha sido como ninguna otra. A lo largo de cuatro decenios, el SIDA ha causado decenas de millones de muertes, ha devastado a familias y comunidades, y ha desafiado a los científicos y médicos dedicados a buscar una vacuna o una cura efectiva. Si bien celebramos los avances médicos recientes que han proporcionado métodos efectivos de prevención y tratamiento a millones de personas, y que alimentan la esperanza de poder eliminar la transmisión del VIH y de otras enfermedades epidémicas, la epidemia de VIH aún no ha terminado.

Lo que ha hecho que el VIH y el SIDA sean tan devastadores es la profunda injusticia, la desigualdad y la vulnerabilidad que ha puesto de manifiesto en las sociedades; y la magnitud del silencio, la negación y el juicio frente a la tragedia humana. Los obstáculos para afrontar los desafíos de la epidemia del VIH no son solo el acceso a los medicamentos o las respuestas biomédicas, sino también el estigma y la discriminación, el miedo y los factores sociales determinantes de la salud.

Nuestra respuesta al VIH y al SIDA debe centrarse en las personas: las que viven con el virus o son vulnerables al contagio y las que cuidan de ellas. Su presencia, sus experiencias y su participación siguen siendo fundamentales y esenciales para la respuesta ecuménica ante al VIH y el SIDA. Reconocemos los dones que nos han brindado las personas con VIH educándonos y permitiendo que los profesionales de la investigación médica dispongan de datos más precisos. Sus voces y su presencia entre nosotros han sido un gran regalo para nuestras comunidades y para la sociedad.

El Consejo Mundial de Iglesias ha dado una respuesta pastoral, práctica y profética desde los inicios de la epidemia. Desde la Declaración del Comité Ejecutivo del CMI de 1986 sobre el SIDA y las Iglesias, hasta la Carta Pastoral del Comité Central del CMI de 2016, "Las iglesias renuevan su compromiso de acelerar la respuesta al VIH", nosotros, como comunidad de iglesias, hemos asumido los imperativos bíblicos de la dignidad humana, el amor y la compasión.

Ahora que estamos a punto de cumplir cuatro décadas de lucha contra el VIH y el SIDA, nuestro trabajo y nuestro compromiso no pueden fallar.

 

El Comité Ejecutivo, reunido en Bossey (Suiza), del 22 al 28 de mayo de 2019, pide a las iglesias miembros del CMI que:

  • Renueven su compromiso de dar prioridad a los programas que abordan el VIH y el SIDA;
  • redoblen sus esfuerzos para superar el estigma y la discriminación relacionadas con el VIH;
  • promuevan un mayor acceso a los servicios médicos y pastorales en materia de VIH y SIDA dentro de nuestras iglesias y sociedades;
  • mejoren la comunicación y el diálogo sobre las situaciones que hacen que las personas sean vulnerables al VIH y el SIDA;
  • aumenten sus compromisos de financiamiento del trabajo relacionado con el VIH y el SIDA;
  • y se unan a la promoción ecuménica y a los movimientos nacionales e internacionales para poner fin a la pandemia.