Consejo Mundial de Iglesias

COMITÉ EJECUTIVO

Bossey (Suiza)

7-12 de junio de 2017

Doc. No. 12 (final)

Proyectos de Declaraciones sobre Cuestiones de Actualidad


Declaración sobre los cincuenta años de ocupación

 

El año cincuenta será declarado año sagrado, y ustedes anunciarán la libertad para todos los habitantes del país. (Levítico 25:10)

Este año, 2017, se conmemoran varios aniversarios históricos de gran importancia para la historia y la evolución de la situación en Israel y Palestina y para la respuesta de la comunidad ecuménica a esta situación: se cumplen cien años de la Declaración Balfour, cincuenta años de la Guerra de los Seis Días de 1967, y diez años desde la celebración en 2007 de la Conferencia Internacional de Paz del CMI “Las iglesias mancomunan sus esfuerzos por la paz y la justicia en Oriente Medio” en Ammán (Jordania).

En la Declaración Balfour de 1917 –que luego se incorporó al Mandato Británico de Palestina–, el Gobierno británico manifestó su apoyo “al establecimiento en Palestina de un hogar nacional para los judíos” y se comprometió a “utilizar sus mejores medios para facilitar la consecución de esta causa. Sin embargo, debe quedar claro que no debe hacerse nada que perjudique los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o que merme los derechos y el estatus político del que gozan los judíos en cualquier otro país”. Lamentablemente, como ha demostrado la historia, no se han protegido los derechos de las comunidades no judías en Palestina según lo previsto en la Declaración.

De hecho, precisamente en estos días en que el Comité Ejecutivo del CMI se reúne en Bossey (Suiza), se cumplen cincuenta años de la ocupación israelí de los territorios palestinos de Jerusalén Oriental, Cisjordania y Gaza. Durante las últimas cinco décadas, el Consejo Mundial de Iglesias ha reconocido en todo momento al Estado de Israel y sus necesidades legítimas de seguridad, así como las de las comunidades palestinas de la región. Ha reclamado una y otra vez enfoques no violentos y ha denunciado sistemáticamente el uso de la fuerza armada y de la violencia con independencia de quiénes sean sus autores. Además, ha instado en repetidas ocasiones a que se ponga fin a la ocupación, ha abogado sin descanso por la paz con justicia para palestinos e israelíes y ha actuado constantemente en apoyo de esta causa. El CMI ha puesto en marcha asimismo numerosas iniciativas por una paz justa en la región, que incluyen el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI) y el Foro Ecuménico Palestina/Israel (FEPI).

Sin embargo, medio siglo después de la guerra de 1967, aún no hay paz ni justicia entre los habitantes de la tierra donde Cristo nació, murió y resucitó. La ocupación israelí de los territorios palestinos continúa sin ninguna solución política en el horizonte. Todo lo contrario, esta matriz de control –en particular, a través de la creciente red de asentamientos israelíes ilegales– va en aumento en vez de disminuir. La ocupación ahoga las esperanzas de una solución política consensuada de manera conjunta del conflicto entre israelíes y palestinos, de una paz sostenible para ambos pueblos, de justicia e igualdad de derechos y dignidad humana para todos, y de la realización de las aspiraciones legítimas de libre determinación de los palestinos. En un informe reciente de las Naciones Unidas, se reconoce que la ocupación es la causa principal de las necesidades humanitarias de los territorios palestinos ocupados.

El CMI cree que, por más que la actual ocupación es una tragedia para los palestinos ocupados, también es desastrosa para los ocupantes israelíes, ya que afecta negativamente a la democracia y los derechos humanos en Israel, a la integridad moral del Estado de Israel en la comunidad de naciones, y a la conciencia de la nación israelí.

Después de tantas promesas, acuerdos y resoluciones de las Naciones Unidas no cumplidas, la ocupación es también una mancha indeleble en la conciencia de los miembros de la comunidad internacional, cuyo apoyo o inactividad ha alentado y permitido que la ocupación israelí se convierta en la práctica en una colonización permanente. Esto traiciona todos los compromisos solemnes de alcanzar una solución biestatal viable, que ofrece las mejores esperanzas de lograr una paz justa y garantizar la coexistencia pacífica de los dos pueblos y las tres religiones de la región. Instamos a todos los responsables a actuar para corregir esta situación y justificar las esperanzas y expectativas creadas por esos compromisos.

El Comité Ejecutivo del CMI, reunido en el momento de este triste aniversario, reitera los múltiples llamamientos y recomendaciones que ha hecho el CMI a lo largo de los años basándose en nuestra confianza en un compromiso común con la paz, la justicia y la igualdad de dignidad y derechos de todas las personas. Ante los cincuenta años de pruebas de la falta de suficiente reciprocidad en ese compromiso, nosotros –junto con las iglesias miembros del CMI de la región y del mundo entero– ofrecemos nuestras oraciones y nuestras esperanzas a Dios, que nos guía en la peregrinación de justicia y paz, y hace nuevas todas las cosas.

Oramos por que los corazones que el odio y la violencia han endurecido, y las mentalidades que el poder y el miedo han estrechado se abran a nuevos caminos hacia la paz en los que la dignidad y el valor dados por Dios a cada ser humano puedan ser reconocidos y respetados por igual. Oramos por que un día los israelíes y los palestinos vivan los unos junto a los otros en una coexistencia pacífica en la que ninguno oprima ni sea oprimido por el otro. Oramos por las iglesias de Palestina e Israel, para fortalecerlas y empoderarlas en su papel como testigos de la paz de Dios. Y pedimos a todas las iglesias y personas de buena voluntad de todo el mundo que se aferren a esta visión, que no desesperen, sino que renueven su compromiso de hablar y actuar en apoyo de la justicia y la paz en Palestina e Israel, contra todos los obstáculos y barreras impuestos por los principados y poderes humanos.

Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz.