Las comunidades religiosas y nuestros líderes pueden jugar un papel vital en la lucha contra el impacto de la pandemia del Covid-19. A menudo, son las redes y los mensajeros más relevantes y dignos de confianza. Su presencia es constante e ininterrumpida, incluso en comunidades remotas.

Las comunidades religiosas, trabajando junto con la sociedad en general, el personal sanitario y los gobiernos, pueden acelerar el restablecimiento de un mundo libre de esta pandemia paralizante. En muchos lugares, la recomendación actual es cancelar cualquier reunión. A continuación, presentamos algunas de las preguntas a las que los fieles pueden enfrentarse y las respuestas que dieron dos médicos del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) el Dr. Mwai Makoka y el Dr. Manoj Kurian.

Obtenga más información acerca de su trabajo en: https://www.oikoumene.org/en/resources/documents/covid-19/resources

¿Por qué debemos movilizarnos?
El mundo enfrenta muchos otros desafíos y otras epidemias más letales, pero hay razones claras para actuar de inmediato. El nuevo coronavirus (Covid-19) se está propagando de manera constante y en cuatro meses ha puesto de rodillas a las naciones más ricas y poderosas. La pandemia es una disrupción social histórica. No hay tratamiento comprobado o vacuna preventiva, de manera que superar la infección se centra en prevenir su expansión. Si no se reduce la velocidad de la pandemia, pudiera sobrepasarnos.

¿Quiénes están en mayor riesgo?
Se estima que la taza de mortalidad por la enfermedad es del 3.4%, sin embargo, puede ser más grave para los más vulnerables, a quienes el Evangelio nos encomienda proteger. Entre ellos se incluyen:

  • Las personas mayores – especialmente quienes superan los 65 años de edad.
  • Quienes tienen condiciones subyacentes, como enfermedades del corazón, diabetes o enfermedades pulmonares.
  • Aquellos que tienen un sistema inmune afectado, como quienes reciben quimioterapia o viven con VIH.
  • Las comunidades desplazadas o económicamente marginadas, y quienes viven en hacinamiento, con escasez de agua y de condiciones para mantener la higiene personal y respetar el distanciamiento social.
  • Las personas que viven donde hay altos niveles de contaminación.

¿Qué pasa con los sistemas de salud durante una pandemia?
Debido a su rápida expansión, la pandemia puede saturar un sistema de salud existente.

  • Muchas de las personas que requieren atención, por ejemplo, quienes sufren un paro cardíaco o han tenido un accidente automovilístico, pudieran no recibirla a tiempo si el personal y los recursos solo pueden dedicarse a la pandemia.
  • También disminuye la atención a quienes necesitan cuidados de salud a largo plazo.

¿Cuál es el efecto en la economía?
La propagación de la pandemia está desencadenando la peor desaceleración económica mundial en décadas. Si continúa sin ser controlada, muchos negocios y servicios cerrarán. Además, más del 60% de los empleados del mundo están en el sector informal. Los trabajadores de ese sector son más vulnerables al empobrecimiento, al hambre y a la enfermedad ya que carecen de redes de seguridad y sistemas de soporte que los sostengan si pierden su medio de subsistencia.

¿Qué podemos hacer como comunidades religiosas?
Podemos promover la información precisa y confiable. Confiamos en la información de prevención, cuidado y tratamiento de apoyo basada en la evidencia. Alertemos a los fieles acerca de esto. Sabemos cómo contener esta pandemia y los esfuerzos de prevención dependen de la reducción al mínimo de la transmisión de una persona a otra y de objetos a personas. Sin embargo, hay un sinfín de información equivocada o imprecisa que propaga el miedo y la ignorancia. El pánico y el miedo pueden promover la acumulación de productos esenciales y las compras de pánico. Las comunidades religiosas y nuestros líderes deben hacerse escuchar para contrarrestar el miedo irracional, promover la verdad, la dignidad, el amor y la fortaleza.

¿Qué hay del “estigma y la discriminación”?
Identificar la fuente de la amenaza es una reacción natural. Sin embargo, extender las ideas de peligro uniformemente sobre quienes son distintos, o sobre una comunidad vulnerable, y excluirlos y discriminarlos, va en contra de nuestros valores y enseñanzas. En los países más afectados, la transmisión del coronavirus ya está ocurriendo a nivel local y no desde casos importados. La experiencia en el manejo del VIH y el Ébola ha demostrado que el estigma y la discriminación van contra la dignidad humana y contra la voluntad de Dios, y que avivan una pandemia.

¿Cómo podemos brindar acompañamiento?
A pesar de la necesidad del distanciamiento social, es momento de estar conectados, especialmente con aquellos que lo necesitan, y de construir relaciones innovadoras con nuestros vecinos. Podemos continuar dando todo el apoyo espiritual, emocional y moral como podamos y poniéndonos en contacto y apoyando a nuestros vecinos, preguntando qué necesitan.

Es importante identificar quién necesita acompañamiento.

  • El personal de salud, las personas que proveen servicios esenciales y aquellos que trabajan bajo estrés constante.
  • Las personas en cuarentena o que pueden sufrir un impacto psicológico importante y perdurable.
  • Las personas que están solas y los adultos mayores que pueden ser más vulnerables a la sensación de pánico causada por la pandemia.

¿Cómo podemos promover las reuniones seguras?
Es vital mantener el contacto con las autoridades civiles y sanitarias locales, seguir sus directivas acerca del límite de personas que pueden reunirse para celebrar servicios religiosos. Hasta el momento, la mayoría de los países han prohibido las aglomeraciones o restringido las reuniones a un máximo de 100 personas, o menos. En algunos países, sólo se permiten encuentros de cinco personas y, en otros, las reuniones se han prohibido por completo. Estas restricciones significan que los servicios religiosos normales deben suspenderse hasta que haya cesado la pandemia.

  • ¿Qué podemos hacer como comunidad de culto cuando nos reunamos?
    • Saludar a los demás con respeto y dignidad, evitando el contacto físico.
    • Dejar un espacio adecuado (dos metros o seis pies) entre cada persona y privilegiar espacios grandes, abiertos y con ventilación adecuada u organizar varios servicios para reducir el número de asistentes cuando sea posible.
    • Limpiar y desinfectar frecuentemente los objetos que se toquen y las superficies donde se celebra el culto, especialmente si se comparten, utilizando las toallas húmedas o los aerosoles que se usan regularmente en el hogar.
    • Instar a los fieles que se sientan enfermos a no asistir a reuniones y enviar mensajes de apoyo y oraciones de intercesión.

¿Qué podemos hacer cuando ya no sea posible organizar reuniones seguras o cuando un número mayor de personas en riesgo no puedan asistir a los servicios?

  • Aumentar los servicios de oración y hermandad en línea, si los miembros de la congregación tienen los medios y acceso a la tecnología. (Facebook Live, YouTube Live, Zoom y Skype son algunos ejemplos de herramientas útiles.)
  • Fortalecer el uso de estaciones de radio y canales de televisión como medios de acompañamiento y acceso al Evangelio.
  • Grabar y publicar, en línea y por otros medios, mensajes de inspiración y ánimo de líderes de la fe respetados.
  • Utilizar plataformas de mensajería como WhatsApp o WeChat para maximizar el apoyo personal y en grupo.

¿Cuáles son las acciones clave de culto?

  • En este momento, debemos reflexionar profundamente acerca de nuestros actos vitales de culto y practicarlos para que la enfermedad no se propague y perjudique a nuestras comunidades.
  • Se exhorta a las comunidades cristianas a modificar la manera en que compartimos el pan y el vino para prevenir la transmisión del virus.
  • En las comuniones cristianas en las que no es aceptable la modificación, según el estado de la pandemia, se aconseja limitar o suspender los servicios según las directivas de la Organización Mundial de la Salud.

¿Qué consejos se dan para otras prácticas religiosas?

  • Utilizar contenedores separados para compartir el agua bendita asegurándose de que cada persona que maneje el agua tome todas las precauciones necesarias y use utensilios limpios. Evitar contenedores comunes en los que las personas puedan meter los dedos.
  • Evitar compartir la comida y las comidas comunales.
  • Respetar y venerar los objetos sagrados/reliquias/íconos sin contacto físico.
  • Considerar reprogramar las peregrinaciones.
  • Asegurarse de que los sitios de peregrinación estén y se mantengan limpios y asegurar el tránsito de fieles para reducir la vulnerabilidad de los peregrinos.

Reflexionemos acerca de por qué la humanidad ha llegado a este punto y contemplemos nuestro futuro. Permitamos que estas reflexiones transformen nuestras acciones y nuestra preparación para crisis futuras.

¿En resumen, qué se aconseja?

Respetemos y confiemos en la información de prevención, cuidado y tratamiento de apoyo fidedigna y basada en la evidencia.

Sabemos cómo contener esta pandemia. Tenemos fe en que Dios nos dará la gracia y la fuerza para trabajar junto con profesionales de la salud, científicos, oficiales y con la sociedad en general para superar esta crisis.

Descubramos también el riesgo que enfrentan nuestras congregaciones y comunidades y reduzcamos su vulnerabilidad frente a la enfermedad.

Ginebra, 21 de marzo de 2020