Declaración de Política aprobada por el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias y encomendada a las iglesias miembros y las organizaciones ecuménicas para estudio y acción (Septiembre de 1997). 

El texto a continuación es el resultado de más de ocho años de estudio y consulta sobre "el entendimiento y la visión comunes del Consejo Mundial de Iglesias", como respuesta al mandato del Comité Central del CMI en su reunión de 1989. Desde la Séptima Asamblea del CMI en 1991, este tema ha figurado continuamente en el orden del día del Comité Central; por otra parte, ha sido ampliamente examinado en las reuniones de las comisiones del CMI, de los órganos consultivos y del personal. Se han solicitado opiniones y contribuciones a las iglesias miembros del CMI, a otras iglesias y a una amplia gama de organizaciones ecuménicas, así como a muchas personas y estudiantes pertenecientes al Movimiento Ecuménico y se ha tomado nota de sus respuestas y comentarios.

En febrero de 1995, el Comité Ejecutivo del CMI decidió que este proceso de consultas debería estar encaminado a la preparación de un documento para la Octava Asamblea, con ocasión del 50 aniversario del CMI, que podría servir como una "carta ecuménica" para el siglo XXI. En septiembre de 1995, el Comité Central aprobó el procedimiento para elaborar ese texto. Tras una consulta, en diciembre de 1995, que reunió a unas 35 personas de todas las regiones y de todas las tradiciones eclesiales, se redactó el proyecto inicial. Ese proyecto fue distribuido entre diversos grupos y personas y luego revisado, en junio de 1996 y enviado al Comité Central para examen en septiembre de ese mismo año. Las respuestas recibidas se incorporaron al "documento de trabajo" enviado a las iglesias miembros y a las organizaciones ecuménicas con la solicitud de que hicieran llegar sus comentarios hasta finales de junio de 1997. Sobre la base de 153 respuestas escritas recibidas de las iglesias miembros y de los organismos ecuménicos, así como de conversaciones durante visitas de miembros del personal y otros a muchas iglesias y organizaciones, se presentó un nuevo proyecto al Comité Central para examen en esta reunión de septiembre de 1997. El texto que sigue incorpora las enmiendas propuestas durante esta reunión.

El texto trata de abordar las cuestiones más importantes que han surgido durante esas discusiones. En el capítulo 1 se establece el marco para el proceso de un "Entendimiento y una Visión Comunes", exponiendo a grandes rasgos algunos de los cambios registrados durante los 50 años desde la fundación del Consejo Mundial de Iglesias y señalando que este documento es parte de los esfuerzos constantes que se han llevado a cabo durante esos años para sistematizar la naturaleza y el objetivo de la comunidad ecuménica del CMI. En el capítulo 2 se examina el significado del Movimiento Ecuménico, en el que se formó el CMI y del que es una de las muchas expresiones institucionales. En el capítulo 3 se examina la forma en que "se entiende el Consejo Mundial de Iglesias a sí mismo", partiendo de su base constitucional como "comunidad de iglesias" que trata de cumplir "una vocación común", y se sugieren algunas consecuencias de ese entendimiento para su vida y labor como organización. En el capítulo 4 se habla de las relaciones del CMI y las diversas categorías de asociados con los que comparte su vocación ecuménica.

Los ricos, extensos y entusiastas debates que se han plasmado en este texto han dado prueba del profundo compromiso ecuménico con el CMI de las iglesias miembros y las organizaciones ecuménicas. Al mismo tiempo ha quedado claro que en ese "entendimiento y esa visión comunes" hay algunos puntos específicos relativos al objetivo del Movimiento Ecuménico y a la índole de la comunión que ya han vivido las iglesias, respecto de los cuales, las iglesias aún no han llegado a un acuerdo. Para poner término a esta etapa del proceso de consulta mediante la aprobación de este texto como una declaración de política, el Comité Central no se arroga la autoridad para resolver estas cuestiones o tener la última palabra sobre el CMI y el Movimiento Ecuménico.

Parte de la esencia de la comunidad que las iglesias forman en el Movimiento Ecuménico es continuar debatiéndose con esas diferencias en un espíritu de comprensión mutua, de compromiso y de responsabilidad. Este texto se recomienda, pues, a las iglesias, para instarlas y ayudarlas a evaluar su propio compromiso y práctica ecuménicos û en sus contextos locales, en sus relaciones a nivel nacional, regional y mundial y, específicamente, en relación con el Consejo Mundial de Iglesias.

Con miras a aplicar este documento de política, el Comité Central tomó asimismo otras medidas. Enmendó el Reglamento a fin de permitir que el Consejo respondiera de manera más eficaz a las necesidades de sus iglesias miembros; propuso a la Octava Asamblea una declaración modificada de los objetivos y funciones del CMI en consonancia con las sugerencias que figuran en el párrafo 3.12; aprobó las líneas generales de una estructura programática y administrativa para el CMI; y encomendó un estudio permanente de su forma de trabajo y su funcionamiento interno así como de las posibilidades de una colaboración ecuménica más amplia.  

1.1El 50 aniversario de la fundación del Consejo Mundial de Iglesias es una oportunidad para que las iglesias miembros reafirmen su vocación ecuménica y formulen de forma más clara su entendimiento común del CMI.

Contextos que cambian, compromisos que perduran

1.2Por medio del CMI, las iglesias han trabajado, reflexionado y celebrado el culto juntas. Impacientes por crecer según la oración de Jesucristo de que todos sean uno para que el mundo crea (Juan 17:21), han estado alentadas por la certeza del cumplimiento del plan de Dios de unir todas las cosas en Cristo -lo que está en los cielos y lo que está en la tierra (Efesios 1:9 y 10). A pesar de los momentos de prueba por los que han pasado durante este medio siglo de vida en común, se ha mantenido, por la gracia de Dios, la resolución expresada por la Asamblea constituyente del Consejo en Amsterdam, en 1948: "Estamos firmemente decididos a permanecer juntos".

1.3A la hora en que las iglesias del CMI buscan discernir juntas las promesas y los desafíos de un nuevo siglo y de un nuevo milenio, el CMI y el Movimiento Ecuménico atraviesan un período de incertidumbre. Se manifiestan signos de un debilitamiento del compromiso ecuménico, y de una distancia cada vez mayor entre el CMI y sus iglesias miembros, así como de que existe una impresión generalizada entre los jóvenes de que el Movimiento Ecuménico ha perdido su vitalidad, y que ya no tiene respuestas pertinentes para los urgentes problemas de hoy. Debido a factores internos, muchas iglesias ya no pueden continuar apoyando financieramente al Consejo en la misma medida que antes, obligándolo a reducir sus actividades; y algunas iglesias miembros han tenido que hacer frente a conflictos internos, e incluso a la amenaza de cisma, a causa de su participación en la comunidad ecuménica. Todo esto hace aún más apremiantes los esfuerzos para aclarar el entendimiento común del CMI y su papel en el Movimiento Ecuménico.

1.4Sin embargo, cabe recordar algunos de los cambios espectaculares que tuvieron lugar en el Consejo y en Movimiento Ecuménico durante esos primeros 50 años:

  • 1.4.1la cantidad de iglesias miembros se ha duplicado con creces desde la Asamblea de Amsterdam; el Consejo reúne actualmente a iglesias con tradiciones cristianas y situaciones culturales muy diferentes, incluidas las iglesias ortodoxas e iglesias de casi todas las tradiciones protestantes;
  • 1.4.2mientras que aproximadamente dos tercios de las iglesias que fundaron el CMI provenían de Europa y de América del Norte, actualmente casi dos tercios de las iglesias miembros proceden de África, Asia, el Caribe, América Latina, Oriente Medio y el Pacífico, por lo que el Consejo ha llegado a ser un órgano verdaderamente mundial;
  • 1.4.3los nuevos consejos de iglesias y otros organismos ecuménicos establecidos en muchos contextos locales, nacionales y regionales han constituido una red ecuménica verdaderamente mundial de la que el CMI es actualmente parte integrante;
  • 1.4.4la Iglesia Católica Romana, que mantenía una distancia deliberada del Movimiento Ecuménico en la época en que se fundó el CMI, ha llegado a ser miembro de pleno derecho de muchos organismos ecuménicos nacionales y de varias organizaciones ecuménicas regionales, y mantiene relaciones de trabajo regulares con el CMI, sobre todo como miembro oficial de la Comisión de Fe y Constitución;
  • 1.4.5ha aumentado la participación de las mujeres en la vida del CMI, y sus voces se hacen oír con más fuerza en las reuniones ecuménicas;
  • 1.4.6a medida que se han ido estrechando las relaciones entre las iglesias por medio del CMI, ha surgido poco a poco una tradición común de convicciones compartidas sobre la fe, la vida y el testimonio, que ha comenzado a enriquecer la reflexión teológica emprendida desde una perspectiva estrictamente confesional.

1.5El proceso ecuménico que llevó a la formación del CMI no era sólo una respuesta al imperativo del Evangelio de unidad cristiana. Era también una afirmación de la vocación para la misión y el testimonio común, y una expresión del compromiso común por la justicia, la paz y la reconciliación en un mundo caótico, en conflicto permanente, y dividido por razones de raza, clase y lealtades religiosas y nacionales opuestas.

1.6Los 50 años transcurridos han puesto duramente a prueba el propósito de esa comunidad de dar un testimonio fidedigno de la universalidad de la Iglesia de Cristo en un mundo dividido, y del propósito de Dios para toda la humanidad. Con frecuencia, las iglesias se han asemejado demasiado al mundo, participando en sus divisiones y aceptando, y a veces reforzando, imágenes estereotipadas del otro como enemigo. Pero, a veces, incluso en las horas más sombrías de la Guerra Fría, las iglesias miembros del CMI y, en particular, mujeres y hombres miembros de esas iglesias que, con osadía, crearon puentes por encima de las divisiones ideológicas.

1.7Durante estos 50 años se han producido profundas transformaciones en el mundo y entre las iglesias. Los principales problemas han cambiado pero no desaparecido; y bajo las nuevas formas que han ido adoptando, algunos se han agudizado. Aunque el colonialismo prácticamente ha desaparecido, muchas de las naciones que se formaron a partir de las antiguas colonias están sujetas a nuevos tipos de dependencia política y económica que conllevan una miseria creciente para la población. Aunque haya terminado la Guerra Fría y se haya frenado la carrera de armamentos nucleares, continúa habiendo guerras. Y debido a tensiones étnicas y raciales han surgido nuevas fuentes de conflictos violentos. Y aunque el encuentro y el diálogo interreligioso sea cada vez más frecuente, se continúan utilizando las lealtades religiosas para fomentar el odio y la violencia. A pesar de las garantías de libertad religiosa, casi universales, a nivel constitucional y jurídico, la situación de las minorías religiosas, en particular algunas iglesias cristianas, es actualmente cada vez más precaria en muchos lugares; en todas partes, se cuestionan los principios mismos de la libertad religiosa o han dado lugar a nuevos conflictos. Allí donde las expresiones más groseras del militarismo han perdido fuerza, a menudo han sido reemplazadas por formas más sutiles de predominio militar apoyadas por la tecnología avanzada. La solidaridad internacional ha cedido su lugar al miedo y a la xenofobia a medida que aumenta la cantidad de personas que dejan sus lugares de origen para escapar a la opresión, la guerra o la pobreza crónica y el desempleo. A medida que aumenta la separación entre ricos y pobres, se desatiende la situación de millones y millones de personas, y se considera incluso a naciones enteras como prescindibles. La violencia está en aumento en todas partes, y las principales víctimas son los niños y las mujeres. Las instituciones políticas a todos los niveles están cayendo rápidamente en descrédito y los ciudadanos las consideran sujetas a corrupción y fuera de la realidad; y su función en la toma de decisiones está cada vez más subordinada a las exigencias de los imperios empresariales mundiales cuya responsabilidad sólo se mide en función de los beneficios que ganan. La creciente conciencia de las amenazas que se ciernen sobre el medio ambiente no está acompañada de una voluntad de cambios radicales en las formas de vida y de producción. La crisis contemporánea mundial tiene dimensiones morales y espirituales no menos profundas que la crisis con que se enfrentaba el mundo en los comienzos del Movimiento Ecuménico. Pero los fundamentos morales de la comunidad humana son actualmente aún más frágiles.

1.8El desafío de que lo que significa formar parte de la Iglesia universal de Cristo se plantea de manera nueva y dramática debido al proceso de mundialización creciente. Todas las iglesias deben comenzar por hacerse un examen crítico para poder examinar sus relaciones ecuménicas: en su vida y testimonio en ese contexto mundial ¿han estado siempre guiadas por la vocación común a la unidad, la misión y el servicio? ¿Han sacado las consecuencias de la comunión que han vivido, de la visión común más amplia que han adquirido, de los compromisos que han aceptado? De hecho, hay señales de un creciente denominacionalismo que refuerza la tendencia de las iglesias a centrarse en sus preocupaciones internas e institucionales a expensas de su compromiso ecuménico. Al responder a su vocación para la misión y la evangelización, las iglesias olvidan muy a menudo su compromiso de dar un testimonio común e introducen o promueven divisiones en la familia cristiana. Por otra parte, aunque los cristianos y las iglesias deben abogar por los derechos y la dignidad de los marginados y excluidos de la sociedad, hay casos vergonzosos de connivencia con estructuras de injusticia social y económica. En su lucha por la justicia y los derechos humanos, el Consejo Mundial de Iglesias no siempre ha actuado y hablado en todas partes, siguiendo los mismos criterios.

1.9Muchas iglesias y comunidades cristianas, en particular algunas que dan un testimonio vital y crecen rápidamente, han permanecido fuera de la comunidad de los organismos ecuménicos formales. Nuevas fuentes de división han surgido tanto en las iglesias como entre las iglesias. En algunas iglesias, lo que se ha dicho o hecho de forma ecuménica ha sido tan controvertido que ha provocado una reacción de rechazo al compromiso ecuménico por considerárselo una herejía o incluso anticristiano. A todos los niveles, desde el local hasta el mundial, las iglesias y los organismos ecuménicos han estado compitiendo unos con otros en lugar de haber colaborado.

Recentrar nuestro entendimiento

1.10Al acercarnos al nuevo milenio, estas limitaciones, reveses y fracasos ponen en evidencia la necesidad de arrepentimiento y conversión, de renovación y reorientación por parte del Movimiento Ecuménico y la comunidad de iglesias en el Consejo Mundial de Iglesias. Para que una nueva generación haga suyo el compromiso expresado en Amsterdam, es necesario enfocar de manera diferente el lugar y el papel del CMI en el Movimiento Ecuménico. ¿Cuáles son las características de nuestro compromiso ecuménico, las que lo distinguen de las muchas iniciativas comunes tomadas en el marco de la sociedad civil, aunque esté relacionado con ellas? ¿Cuál es el papel particular del CMI como organización en sus relaciones con las otras entidades que participan en el Movimiento Ecuménico? En qué ha cambiado nuestra comprensión de los objetivos y de la "vocación común" del CMI, a la luz de lo que hemos aprendido durante estos 50 años de vida común? ¿Qué nos enseña la nueva vitalidad ecuménica que manifiestan los movimientos de laicos, de mujeres y de jóvenes?

1.11Al tratar de responder a estas preguntas, nos inspiramos en las percepciones de muchos hombres y mujeres que han tratado de hacerlo antes de nosotros.

1.12En 1950, el Comité Central del CMI, reunido en Toronto (Canadá), redactó un texto titulado: "La Iglesia, las Iglesias y el Consejo Mundial de Iglesias", que sigue siendo básico para cualquier tentativa de definición de una concepción común del Consejo. La "Declaración de Toronto", como se la suele llamar, está dividida en dos partes. La primera enuncia cinco puntos precisando lo que el CMI no es:

    • El CMI no es y no deberá ser nunca una superiglesia.
    • El objetivo del CMI no es negociar uniones entre las iglesias (lo que sólo pueden hacer las propias iglesias).
    • El CMI no puede y no debe estar basado en ninguna concepción particular de lo que es la iglesia.
    • La adhesión de una iglesia al CMI no implica que esa iglesia tenga que considerar su propia concepción de iglesia como meramente relativa.
    • Ser miembro del CMI no entraña la aceptación de una doctrina particular sobre la naturaleza de la unidad de la iglesia.

La segunda parte enuncia en términos afirmativos ocho presupuestos en los que se basa la vida del CMI. Las iglesias miembros:

    • creen que el diálogo entre las iglesias, su colaboración y su testimonio común deben basarse en el reconocimiento común de que Cristo es la cabeza divina del cuerpo;
    • se basan en el Nuevo Testamento para afirmar que la Iglesia de Cristo es una;
    • reconocen que el hecho de pertenecer a la Iglesia de Cristo tiene un alcance más amplio que la comunidad de miembros de su iglesia;
    • consideran que la relación de otras iglesias con la santa iglesia católica que profesan en los credos debe ser objeto de un examen en común;
    • reconocen en las otras iglesias elementos de la verdadera Iglesia;
    • aceptan consultarse unas a otras, inspirándose en Jesucristo, nuestro Señor, para discernir el testimonio que están llamadas a dar al mundo en su nombre;
    • deben reconocer la solidaridad unas con otras, prestarse asistencia mutuamente en caso de necesidad, y abstenerse de cualquier acto incompatible con sus relaciones fraternas;
    • establecen relaciones espirituales entre ellas mediante las cuales aprenden unas de otras y se ayudan mutuamente a fin de edificar el cuerpo de Cristo y promover la renovación en la vida de las iglesias.

1.13En las sucesivas asambleas del CMI se han dado importantes explicaciones sobre la Base, así como sobre la índole y el objetivo del Consejo Mundial de Iglesias. La Asamblea de Nueva Delhi (1961) no sólo amplió la base cristológica desde la perspectiva trinitaria, sino que también reconoció la "vocación común" de las iglesias que se expresó concretamente mediante la integración del Consejo Misionero Internacional en el CMI. En esa misma Asamblea también se aceptó la adhesión de varias importantes iglesias ortodoxas en la comunidad del CMI, así como la primera declaración oficial sobre "la unidad de la Iglesia": "creemos que la unidad, que es a la vez voluntad de Dios y su don a su Iglesia, se hace visible en la medida en que, en todo lugar, todos los que son bautizados en Jesucristo, y lo confiesan como Señor y Salvador, son reunidos por el Espíritu Santo en una comunidad plenamente consagrada ..."

1.14Las Asambleas de Uppsala (1968), de Nairobi (1975), de Vancouver (1983) y de Canberra (1991) continuaron ahondando en esa concepción común, revelando la dimensión universal de la búsqueda de la unidad que incluye no sólo a la iglesia sino a la comunidad humana. Esas Asambleas examinaron conceptos como el de conciliaridad y de comunidad conciliar (Uppsala y Nairobi), el de una visión eucarística (Vancouver) y el de "La unidad de la Iglesia como koinonía: don y vocación" (Canberra).

1.15Podrían mencionarse muchas otras declaraciones importantes, tanto en el CMI como en otros contextos ecuménicos. Sin embargo, para muchas personas, el CMI es una comunidad viviente de iglesias gracias a iniciativas concretas destinadas a hacer participar a las iglesias en procesos de reflexión y de acción a nivel local: podemos mencionar entre otros el Programa de Lucha contra el Racismo, los textos de convergencia sobre Bautismo, Eucaristía y Ministerio, el estudio sobre la Comunidad de Mujeres y Hombres en la Iglesia, el proceso conciliar sobre Justicia, Paz e Integridad de la Creación, el Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres, el Estudio sobre Evangelio y Culturas y el Programa para Superar la Violencia. Por más controvertidos que hayan sido algunos de estos programas en las iglesias y entre las iglesias miembros, son importantes aspectos del perfil particular del CMI; y cualquier tentativa de sistematizar una concepción común del CMI debe tenerlos en cuenta.

2.1No es posible hablar del Consejo Mundial de Iglesias sin hablar del Movimiento Ecuménico en el que se fue conformando y del que es actualmente una parte muy destacada. Aunque el Movimiento Ecuménico es más amplio que sus expresiones institucionales, y aunque el CMI es esencialmente la comunidad de sus iglesias miembros, sirve al mismo tiempo como un instrumento y una expresión fundamentales del Movimiento Ecuménico. Como tal es un promotor de la renovación que ha caracterizado al Movimiento desde sus comienzos.

El significado de "ecuménico"

2.2Existe una cierta imprecisión, ambigüedad e incluso confusión entre las iglesias y las organizaciones ecuménicas por lo que respecta al significado del término "Movimiento Ecuménico". Por supuesto, hay acuerdo en cuanto a que el término "ecuménico" incluye la búsqueda de la unidad cristiana, el testimonio común en la tarea mundial de misión y evangelización, y el compromiso con la diaconía y con la promoción de la justicia y la paz. Pero no hay una definición del término aceptada por todos y, de hecho, se utiliza para caracterizar una amplia gama de actividades, ideas y disposiciones institucionales.

2.3La definición más conocida del término "ecuménico" es sin duda la que formuló el Comité Central del CMI en su reunión en Rolle en 1951.

Es importante insistir en que se utilice correctamente la palabra [ecuménico], que viene del griego y significa toda la tierra habitada [oikoumene], o sea para describir todo lo que tiene que ver con la tarea de toda la Iglesia de aportar el Evangelio a todo el mundo.

Se trata de una ampliación de las definiciones anteriores que integra la preocupación por la unidad de la Iglesia y la preocupación por la misión y la evangelización en colaboración.

2.4Definiciones más recientes del objetivo del Movimiento Ecuménico trataron de incluir la convicción de que el objetivo del propósito de reconciliación de Dios no se refiere solamente a la Iglesia sino a toda la humanidad - e incluso a toda la creación. La Asamblea de Vancouver (1983) del CMI habla de una"visión eucarística" que:

vincula nuestras dos preocupaciones ecuménicas más profundas: la unidad y la renovación de la Iglesia, y el destino y la curación de la comunidad humana. La unidad de la iglesia es esencial para la salud de las iglesias y para el futuro de la familia humana ... Cristo, vida del mundo, une el cielo y la tierra, Dios y el mundo, lo espiritual y lo secular. Su cuerpo y su sangre, dados a nosotros en el pan y el vino integran la liturgia y la diaconía, la proclamación y los actos de curación ... Nuestra visión eucarística abarca la realidad total del culto, la vida y el testimonio cristianos.

La Asamblea de Canberra (1991) dijo que "necesitamos con urgencia una imagen dinamizadora de vida reconciliada, que sirva de fundamento para un compromiso absoluto con la unidad y la renovación de la Iglesia y con la reconciliación del mundo de Dios ... Necesitamos afirmar la visión del mundo habitado (oikoumene), cimentado sobre valores que propician la vida para todos." Sin embargo, esas dos declaraciones de Asambleas no van mucho más allá de la afirmación de que las diversas dimensiones necesitan permanecer juntas.

2.5En el Movimiento Ecuménico, el CMI ha tratado de integrar la visión de Juan 17:21 ("que todos sean uno ... para que el mundo crea") a la visión de Efesios 1:10 ("según este plan que se cumplirá finalmente a su debido tiempo, Dios va a unir bajo el gobierno de Cristo todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra"). Pero los esfuerzos por integrar esas dos visiones bíblicas han tenido que enfrentarse con una tensión permanente y, a veces, con el antagonismo entre los que preconizan la primacía de la dimensión social de ecumenismo y los que propugnan la primacía del ecumenismo espiritual o eclesial.

2.6Más recientemente, un número cada vez mayor de voces de las iglesias, especialmente de Asia aunque también de América Latina, han hablado de la necesidad de un "ecumenismo más amplio" (macroecumenismo) según el cual el Movimiento Ecuménico se abriría a otras religiones y tradiciones culturales más allá de la comunidad cristiana.

2.7Estas ambigüedades entorno a la concepción de "ecuménico" conllevan el peligro real de introducir motivos de competencia y división en el Movimiento Ecuménico. ¿Cuál es el significado y el propósito de ese Movimiento? ¿Quiénes son sus actores? ¿Cuáles son sus metas y métodos o formas de acción? ¿Cuál es la fuente de la dinámica que autoriza a hablar del "Movimiento Ecuménico" más allá de sus manifestaciones institucionales en el CMI y en otras partes?

Algunas distinciones básicas y signos de identificación

2.8En la situación actual de incertidumbre y transición, las ambigüedades entorno al significado del término "ecuménico" no podrán resolverse mediante una definición descriptiva - y menos aún normativa - que considere un determinado modelo, estrategia o afiliación institucional como criterio para lo que es "ecuménico". Cualquier entendimiento común deberá abarcar perspectivas múltiples y diversos actores. Sin embargo, algunas distinciones básicas pueden ayudar a aclarar la utilización del término aquí:

  • 2.8.1La dinámica del Movimiento Ecuménico es el resultado de la tensión que existe entre las iglesias tal como son y la verdadera koinonía con el Dios Trino y unas con otras, don de Dios y vocación.
  • 2.8.2La visión ecuménica abarca la renovación de la iglesia y del mundo a la luz del Evangelio del reino de Dios. Ante todas las amenazas a la vida, afirma la esperanza cristiana de vida para todos.
  • 2.8.3Aunque el Movimiento Ecuménico participa en otros esfuerzos de cooperación y diálogo a nivel internacional, intercultural e interreligioso, se enraíza en la vida de las iglesias cristianas. Pero no se limita únicamente a las relaciones intereclesiales y es más amplio que las diversas organizaciones en las que ha tenido expresión concreta.
  • 2.8.4El Movimiento Ecuménico trata de promover la cooperación y el intercambio, el testimonio común y la acción común de las iglesias y de sus miembros. Sin embargo, podríamos decir de forma más específica que es un movimiento de renovación en y por medio de las iglesias que se expresa en diversas iniciativas y redes de acción de laicos, especialmente mujeres y jóvenes. Está comprometido con la búsqueda de la unidad visible, no como un fin en sí mismo, sino para dar un testimonio fidedigno "para que el mundo crea" y contribuir a restaurar la comunidad humana y la plenitud de toda la creación de Dios.
  • 2.8.5Aunque el Movimiento Ecuménico tiene un alcance mundial - en consonancia con la acepción original de la palabra oikoumene: "toda la tierra habitada"- apunta más específicamente a la catolicidad de la iglesia, que es, la interrelación esencial entre iglesias y comunidades cristianas a nivel local, nacional, regional y mundial. En cada lugar y en todos los lugares el Movimiento Ecuménico se preocupa del ser y la vida verdaderos de la iglesia como comunidad incluyente.

2.9El surgimiento durante las últimas décadas de estructuras de comunicación, financieras y económicas transnacionales y de un alcance cada vez más mundial ha creado una unidad mundial de carácter particular. Es evidente que el costo de esa unidad mundial ha sido una fragmentación creciente de la sociedad y la exclusión de más y más personas de la familia humana. Incluso en sus relaciones internacionales, las iglesias se ven presionadas a adaptarse a ese sistema y a aceptar sus valores, que tienden a hacer caso omiso, cuando no a negar, la dimensión espiritual de la vida humana. Esta situación constituye una grave amenaza que se cierne sobre la integridad del Movimiento Ecuménico, cuyas formas institucionales representan un modelo peculiar de relaciones, basado en la solidaridad y el compartir, la responsabilidad y el fortalecimiento mutuos. En el umbral de siglo XXI, todas las instituciones ecuménicas deben evaluar sus estructuras a la luz del desafío que significa manifestar una forma y calidad de comunidad mundial caracterizada por la reconciliación y la inclusión de todos.

2.10En la fase inicial de colaboración entre la Iglesia Católica Romana y el Consejo Mundial de Iglesias, se enunció una importante afirmación en la que se reconocía que los dos participaban en "el único y mismo Movimiento Ecuménico". Este carácter único del Movimiento Ecuménico no implica una única estructura o un único centro entre sus diversas y numerosas expresiones. Tampoco sugiere una concepción normativa que hubiera sido excluyente y, por lo tanto, contradictoria en relación con el significado mismo de ecuménico en el sentido de "totalidad". El carácter único del Movimiento Ecuménico se refiere fundamentalmente a su orientación hacia la "vocación común", por la que vela, en último término, el poder del Espíritu Santo que obra en y por medio de las múltiples manifestaciones del movimiento.

2.11El Consejo Mundial de Iglesias comparte con otros partícipes del Movimiento, institucionalizados o no, el legado de ese único Movimiento Ecuménico y la responsabilidad de mantenerlo vivo. En su calidad del organismo más integral y representativo de las muchas expresiones organizadas del Movimiento Ecuménico, el Consejo Mundial de Iglesias tiene el papel específico de encargarse de las cuestiones ecuménicas mundiales y de actuar como guardián de la coherencia interna del Movimiento.

3.1El examen de la comprensión que tiene el CMI de sí mismo debe partir de la Base constitucional del CMI, que es el fundamento del Consejo y con la que todas las iglesias miembros expresan su acuerdo:

El Consejo Mundial de Iglesias es una comunidad de iglesias que confiesan al Seń;or Jesucristo como Dios y Salvador, según el testimonio de las Escrituras, y procuran responder juntas a su vocación común, para gloria del Dios único, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Dos aspectos de esta declaración tienen una importancia central en la tarea de sistematizar una concepción común renovada del CMI: 1) la definición del Consejo como "comunidad de iglesias"; y 2) la insistencia en la "vocación común" que las iglesias tratan de cumplir en y por medio del Consejo.

Una comunidad de iglesias

3.2La definición del CMI como una "comunidad de iglesias" indica claramente que el Consejo no es en sí mismo una iglesia y -como afirma categóricamente la declaración de Toronto- no debe llegar a ser nunca una "superiglesia". Por otra parte, dado que las iglesias en esta comunidad afirman concepciones diferentes de lo que es iglesia, su entendimiento del significado de esa comunidad también diferirá. Esta diversidad estaba presente en la Primera Asamblea del CMI en 1948, y en la reunión de 1950 del Comité Central del CMI en Toronto, que formuló la declaración más cabal de cómo se entiende el Consejo a sí mismo. Sigue vigente después de 50 ań;os, aunque es indudable que han ido surgiendo nuevas interpretaciones como resultado de la vida en común. Sin embargo, la utilización del término "comunidad" en la Base sugiere que el Consejo es más que una simple asociación orgánica de iglesias constituida para organizar actividades en ámbitos de interés común.

3.3Aunque a veces se utilice el término "comunidad" con la acepción de la palabra griega koinonía que es un concepto clave en el reciente debate ecuménico sobre la iglesia y su unidad, la relación entre las iglesias en el CMI como un todo aún no es una koinonía en su sentido pleno (como se define, por ejemplo, en la declaración de la Asamblea de Canberra sobre "La Unidad de la Iglesia como koinonía: don y vocación"). En la constitución del CMI (art. 3.1), se describe el Consejo como una comunidad de iglesias que avanzan hacia "el objetivo de la unidad visible en una sola fe y una sola comunión eucarística expresada en el culto y en la vida común en Cristo, y a avanzar hacia esa unidad para que el mundo crea". En la medida en que las iglesias miembros comparten el solo bautismo y la confesión de Jesucristo como Dios y Salvador, aún podría decirse (utilizando las palabras del Decreto sobre el Ecumenismo del Concilio Vaticano II) que ya existe entre ellas una "cierta comunión, aunque no perfecta".

3.4La existencia del Consejo Mundial de Iglesias como comunidad de iglesias plantea a sus iglesias miembros lo que el patriarcado ecuménico ha llamado un "desafío eclesiológico": aclarar el significado y el alcance de la comunión que las iglesias viven en el Consejo, así como el significado eclesiológico de koinonía, que es el propósito y el objetivo del CMI, aunque aún no sea una realidad concreta.

3.5Las siguientes afirmaciones pueden contribuir a esa aclaración:

  • 3.5.1El compromiso que las iglesias han contraído unas con otras al adherirse como miembros al CMI está arraigado en el reconocimiento de que están relacionadas unas con otras gracias a la acción de Dios en Jesucristo que es previa a cualquier decisión que hayan podido tomar. Como se dice en el mensaje de la Asamblea de Amsterdam: "Cristo ha hecho de nosotros su pueblo y él no está dividido".
  • 3.5.2La esencia del Consejo es la relación de las iglesias unas con otras. El Consejo es la comunidad de iglesias en el camino hacia la plena koinonía. Cuenta con una estructura y una organización para poder servir como instrumento de las iglesias en sus esfuerzos para avanzar hacia una koinonía de fe, de vida y de testimonio; pero el CMI no puede ser identificado con esa estructura, ni puede servir a las iglesias de forma eficaz sin una renovación constante de su propia visión y compromiso ecuménicos.
  • 3.5.3Esta comunidad en el Consejo no es algo abstracto y estático, ni se limita a contactos oficiales entre las instituciones de las iglesias y entre sus dirigentes o representantes . Es más bien una realidad dinámica y relacional que abarca a las iglesias como manifestaciones del pueblo de Dios en toda su plenitud. No es un fin en sí misma, pero existe para servir como signo e instrumento de la misión y de la actuación de Dios en el mundo. Así pues, el CMI podría definirse como una comunidad de iglesias misionera, diaconal y moral.
  • 3.5.4Aunque ser miembro del Consejo no entrań;a obligación alguna de comprender de una manera particular la expresión "comunidad de iglesias", compromete a las iglesias a dialogar sobre esa cuestión; y el CMI proporciona un espacio en el que las iglesias exploran lo que significa ser una comunidad juntas en el camino hacia una mayor unidad en Cristo. También le incumbe la tarea de exhortar a las iglesias a transcenderse a sí mismas en favor de una manifestación más plena de esa unidad.
  • 3.5.5En la comunidad del CMI, las iglesias reconocen que los otros miembros pertenecen a Cristo, que el hecho de pertenecer a la Iglesia de Cristo tiene un alcance más amplio que la condición de miembro de su propia iglesia y que las otras iglesias poseen al menos algunos "elementos de la verdadera iglesia" (Toronto). Por lo tanto, todas las iglesias miembros son partícipes igualmente válidos en la vida del CMI, porque la contribución que aportan a esa comunidad no es en función del número de sus miembros y recursos sino de su ser en Cristo.
  • 3.5.6Por su compromiso mutuo en el CMI, las iglesias aceptan interpelarse mutuamente para alcanzar un compromiso ecuménico más profundo y más costoso. Esta responsabilidad mutua adopta diversas formas: reconocer su solidaridad unas con otras, ayudarse unas a otras en caso de necesidad, abstenerse de llevar a cabo acciones que sean incompatibles con la relaciones de hermandad, entablar relaciones espirituales para aprender unas de otras, "consultarse unas a otras inspirándose en Jesucristo nuestro Seń;or, para discernir el testimonio que están llamadas a dar al mundo en su nombre" (Toronto).

3.6Aunque pertenecer al CMI no es de ninguna manera la única forma que tienen las iglesias de trabajar juntas de manera ecuménica a nivel internacional, significa un reconocimiento importante de la voluntad de las iglesias de identificarse de forma visible, duradera y organizada con los objetivos del Movimiento Ecuménico y la búsqueda de una comunidad más profunda. Ser miembro del CMI no es, pues, simplemente, afiliarse, una vez para siempre, permitiendo, así, que las iglesias vivan confortablemente con sus divisiones.

3.7Así como la concepción de comunidad en el CMI se ha ampliado gracias a la experiencia de vida en común de las iglesias, lo mismo ha ocurrido con la concepción de lo que implica la condición de miembro en ese organismo.

  • 3.7.1Ser miembro significa cultivar la capacidad para orar, vivir, actuar y crecer juntas en comunidad, a veces a través de luchas y conflictos, con iglesias procedentes de diferentes entornos y tradiciones. Implica la voluntad y la capacidad de afrontar el desacuerdo mediante el debate teológico, la oración y el diálogo, abordando las cuestiones controvertidas como asuntos de discernimiento teológico común más bien que en el marco de una victoria política.
  • 3.7.2Ser miembro significa ayudarse mutuamente a ser fieles al Evangelio, e interpelarse cuando uno de los miembros se aparta de los fundamentos de la fe o la obediencia al Evangelio. La integridad de la comunidad queda a salvo gracias al ejercicio de la responsabilidad recíproca con un espíritu de fidelidad común al Evangelio, más que con arreglo a criterio alguno de juicio y exclusión.
  • 3.7.3Ser miembro significa participar en ministerios que van más allá de los límites y las posibilidades de una sola iglesia y estar dispuesto a vincular sus contextos locales específicos con la realidad mundial, y permitir que la realidad mundial incida sobre sus situaciones locales.
  • 3.7.4Ser miembro significa ser parte de una comunidad que tiene su propia voz. Aunque las iglesias son libres de identificarse o no con la voz del CMI, deben considerar atentamente lo que dice y hace el Consejo en nombre de toda la comunidad.
  • 3.7.5Ser miembro significa que la iglesia se compromete a tratar de llevar a la práctica en su vida y testimonio propios, los acuerdos alcanzados a través del estudio y la reflexión teológicos comunes de toda la comunidad.
  • 3.7.6Ser miembro significa participar en una comunidad de compartir y solidaridad, apoyar a otros miembros en sus necesidades y luchas y celebrar con ellos sus alegrías y esperanzas.
  • 3.7.7Ser miembro significa entender la misión de la Iglesia como responsabilidad conjunta compartida con otros, en lugar de emprender actividades misioneras o de evangelización aisladamente unas de otras, y mucho menos recurriendo a la competencia con otros creyentes cristianos o al proselitismo.
  • 3.7.8Ser miembro significa formar parte de una comunidad de culto y oración con las otras iglesias miembros, cultivando las oportunidades concretas de culto y oración en común, aunque respetando las limitaciones que imponen las tradiciones específicas.
  • 3.7.9Ser miembro significa participar plenamente en la vida y la labor del CMI y en sus actividades, en particular orando por el Consejo y por todas sus iglesias miembros, estando representados en las asambleas, aportando una contribución financiera regular para su labor, de conformidad con las posibilidades de cada una y comprometiéndose a hacer partícipes a sus congregaciones locales, parroquias y comunidades de oración de las preocupaciones del Consejo.

Una vocación común

3.8En el Consejo Mundial de Iglesias, las iglesias miembros tratan de cumplir juntas su "vocación común". Esta frase, que fue ań;adida a la Base del CMI por la Asamblea de Nueva Delhi en 1961, hace explícita una concepción dinámica del Consejo como comunidad de peregrinos que avanzan hacia el mismo objetivo -una concepción ya sistematizada en la Constitución original (1938), que decía que "el Consejo Mundial de Iglesias deberá ofrecer asesoramiento y proporcionar oportunidades para una acción unida en cuestiones de interés común" (artículo 4).

3.9En medio de muy diversas circunstancias históricas y de formas muy diferentes, las iglesias miembros han tratado de vivir concretamente esa "vocación común" durante los últimos cincuenta ań;os. Su testimonio no ha sido ni perfecto ni constante. No siempre actuaron juntas cuando debieron hacerlo. Sin embargo, por la gracias de Dios, han sido capaces de ofrecer algunos signos de obediencia y de fidelidad:

  • 3.9.1creando y manteniendo vínculos de comunicación, por frágiles que hayan sido, cuando se han encontrado en bandos opuestos, en períodos de guerra declarada o de guerra fría;
  • 3.9.2ofreciendo asistencia en nombre de Cristo a millones de personas obligadas a abandonar sus hogares, y ayudando a reconstruir sociedades desquiciadas por la violencia;
  • 3.9.3exhortándose unas a otras a romper los lazos históricos de dependencia y dominación y forjando nuevas formas de colaboración solidaria;
  • 3.9.4ofreciendo un testimonio común de Jesucristo en lugares en los que la voz de una única iglesia no hubiera sido escuchada o tomada en serio;
  • 3.9.5estando atentas y aprendiendo de la forma en que otras iglesias perciben esas concepciones centrales de la doctrina y de la vida que las dividen, persistiendo con obstinación en la esperanza de que un día pueda plasmarse la unidad en la sola fe y la sola comunión eucarística;
  • 3.9.6ofreciendo apoyo pastoral en muchos lugares en donde la dignidad humana es pisoteada, y uniendo sus voces a la voz de los que defienden en los foros internacionales los derechos de las víctimas de la opresión y de la marginación;
  • 3.9.7expresando solidaridad, mediante la oración y el estímulo, con las iglesias que sufren persecución o que desean conocer la voluntad de Dios en medio de situaciones de crisis;
  • 3.9.8negándose a dejar de condenar cualquier forma de racismo en la sociedad y en su propia vida como contraria a la palabra y a la voluntad de Dios;
  • 3.9.9comprometiéndose a ser solidarias con las mujeres, impugnando las estructuras que refuerzan el sexismo, y reivindicando la justicia para las mujeres y su plena participación en la iglesia y en la sociedad;
  • 3.9.10tratando de que sus propias comunidades y los instrumentos de su comunidad juntas sean cada vez más incluyentes, acogiendo a las mujeres, los jóvenes y los discapacitados y a todas las otras personas amenazadas de exclusión;
  • 3.9.11uniéndose en la intercesión y la alabanza, utilizando las palabras y la música unas de otras, y aprendiendo a leer las Escrituras con los ojos de las otras.

3.10Los elementos de esta vocación común se resumen en la definición de los "objetivos y funciones" que ahora encontramos en el artículo 3 de la Constitución del CMI. La actual formulación es la que adoptó la Asamblea de Nairobi en 1975:

    • exhortar a las iglesias a alcanzar el objetivo de la unidad visible en la misma fe y comunión eucarística expresada en el culto y en la vida común en Cristo, y a avanzar hacia la unidad para que el mundo crea;
    • facilitar el testimonio común de las iglesias en cada lugar y en todos los lugares;
    • ayudar a las iglesias en la realización de su labor mundial de misión y evangelización;
    • expresar la preocupación común de las iglesias de servir a todas las personas necesitadas, de derribar las barreras que separan a los seres humanos y de constituir una sola familia humana en la justicia y la paz;
    • promover la renovación de las iglesias en la unidad, el culto, la misión y el servicio.
    • establecer y mantener relaciones con los consejos nacionales y las conferencias regionales de iglesias, con las organizaciones confesionales mundiales y otras organizaciones ecuménicas;
    • proseguir la labor emprendida en el plano mundial por Fe y Constitución y Vida y Acción, así como por el Consejo Misionero Internacional y el Consejo Mundial de Educación Cristiana.

3.11Esta lista no hace más que esbozar las tareas centrales expresadas en términos generales. Es sólo gracias a la constante vida en comunidad de las iglesias en el CMI que esos "objetivos y funciones" cobran vida en actividades específicas. En este proceso, los nuevos desafíos a la vida y la misión de las iglesias ponen de relieve nuevas dimensiones de la vocación ecuménica. Así pues, es un ejercicio válido para las iglesias miembros volver a sistematizar periódicamente los elementos de su vocación común, como un reflejo de la índole dinámica de su comunidad en el CMI y como una oportunidad para renovar el compromiso con la visión ecuménica. El cincuentenario de la fundación del CMI, y los albores de un nuevo siglo y de un nuevo milenio, hacen que la Octava Asamblea sea el momento idóneo para hacerlo.

3.12Una sistematización de los objetivos y funciones del Consejo con ocasión de su cincuentenario debería expresar la continuidad con lo que ya se ha hecho y el reconocimiento de los nuevos desafíos del presente. Esa formulación debería:

  • 3.12.1reconocer la identidad esencial del CMI como comunidad de iglesias que se exhortan unas a otras a alcanzar el objetivo de la unidad visible en una sola fe y una sola comunión eucarística expresada en el culto y en la vida común, mediante el testimonio y el servicio al mundo;
  • 3.12.2enumerar los ámbitos más importantes de preocupación en los que las iglesias por medio del Consejo tratan de alcanzar ese objetivo fundamental;
  • 3.12.3subrayar claramente que el Consejo como comunidad de iglesias es una organización por medio de la cual sus miembros pueden actuar juntos y no un organismo que actúa por separado;
  • 3.12.4reconocer los aspectos de la vocación ecuménica que han tenido mayor notoriedad en los últimos ań;os, en particular las preocupaciones por defender la integridad de la creación, las relaciones con creyentes de otras religiones y la promoción de procesos de educación que permitan a los cristianos pensar y actuar de forma ecuménica;
  • 3.12.5destacar la vocación del Consejo de fortalecer el único Movimiento Ecuménico, no sólo mediante lazos institucionales oficiales sino también mediante el apoyo de otras iniciativas ecuménicas, creando redes entre organizaciones y grupos ecuménicos, llegando a todas las iglesias que comparten la visión ecuménica y trabajando en favor de la coherencia de las muy diferentes manifestaciones del Movimiento Ecuménico.

El Consejo como organización

3.13Como comunidad de iglesias y como instrumento para fortalecer el Movimiento Ecuménico, el Consejo Mundial de Iglesias tiene un perfil institucional. Este perfil tiene muchos componentes, en particular la labor que realiza el Consejo, las reuniones que organiza, las declaraciones que formula, las imágenes que proyecta. Sin embargo, el CMI como institución no debe estar paralizado por el institucionalismo, porque su vocación de servir a las iglesias y al Movimiento Ecuménico requiere que sea un organismo viviente, que responda a los nuevos desafíos de estos tiempos en transformación, a los nuevos partícipes ecuménicos, y que pueda discernir con mayor claridad su vocación ecuménica.

3.14Las estructuras son los medios por los que el Consejo procura en un momento determinado de su vida manifestar de manera eficaz su realidad como comunidad de iglesias. Constituyen la configuración básica del Consejo, el marco de acuerdos de trabajo particulares. Los cambios en ese marco no se sustituyen a las percepciones ni niegan los valores de lo que se ha hecho anteriormente, sino más bien reflejan un diálogo permanente entre entendimientos y visiones.

3.15Las estructuras que rigen el Consejo se estipulan en su Constitución. Establecen la forma institucional básica del CMI. Estas estructuras rectoras son mecanismos que garantizan que las actividades emprendidas por la estructura institucional interna del Consejo están en consonancia con la visión y las necesidades y preocupaciones de sus iglesias miembros y de los partícipes ecuménicos. De la forma en que están constituidas y de la forma en que funcionan deberían:

  • 3.15.1garantizar una representación, participación y transparencia máximas en cuestiones de política y de toma de decisiones, y evitar concentrar ese poder y responsabilidad en un pequeń;o grupo;
  • 3.15.2dar prioridad a la reflexión y a la deliberación en relación con las cuestiones claves con que se enfrentan las iglesias en el mundo, en lugar de dar prioridad a cuestiones de organización y de toma de decisiones referentes a programas;
  • 3.15.3proporcionar el marco y un proceso en el que puedan escucharse verdaderamente las voces de todos, en lugar de privilegiar a aquellos cuya cultura, idioma, educación o experiencia les permiten expresarse con mayor facilidad;
  • 3.15.4prestar una atención permanente a la coherencia y la coordinación de las actividades del CMI y a su base teológica, en lugar de servir como foro para defender intereses y programas particulares aislados (manteniendo así dicotomías familiares entre "preocupaciones por la unidad de la iglesia" y "preocupaciones por la justicia social", "la eclesiología" y "la ética", la "tarea pastoral" y la "tarea profética", la "misión" y el "diálogo", las "relaciones" y los "programas");
  • 3.15.5estimular a los que tengan responsabilidades de liderazgo y de toma de decisiones en las iglesias miembros a hacer suyas las preocupaciones de la comunidad de iglesias y a actuar de forma ecuménica en sus propios contextos locales e involucrarlos en esas responsabilidades, en lugar de perpetuar una imagen del CMI y del Movimiento Ecuménico como algo aparte de las iglesias y fuera de ellas;
  • 3.15.6permitir establecer y profundizar las relaciones con las iglesias que, aunque estén abiertas a la comunidad ecuménica, aún no consideran que sea eclesiológicamente posible o deseable ser miembros del Consejo;
  • 3.15.7por lo tanto, hacer visible una prefiguración de la koinonía plena que las iglesias tratan de alcanzar por medio del Movimiento Ecuménico.

3.16La estructura interna del CMI, estipulada en su Reglamento y sus Estatutos, y las decisiones de los órganos rectores, es un mecanismo destinado a organizar de manera eficaz la labor diaria emprendida por el personal para aplicar las decisiones y políticas adoptadas por los órganos rectores. Esta estructura debería:

  • 3.16.1manifestar la identidad del CMI como comunidad de iglesias que se han reunido en este organismo sobre una base teológica trinitaria; esto implica trabajar de forma integrada sobre el alcance cabal de la vocación común de unidad, y hacer evidente de qué manera todas las actividades del Consejo se basan en la esperanza de que no fracasará el propósito de Dios, revelado en Jesucristo y puesto en acción en el mundo por el poder del Espíritu Santo;
  • 3.16.2procurar fortalecer la comunidad entre las iglesias miembros y no construir o mantener una organización como un fin en sí mismo;
  • 3.16.3reconocer la pluralidad de culturas y de tradiciones espirituales y teológicas representadas en las iglesias miembros, y manifestar su compromiso de ser una comunidad verdaderamente incluyente;
  • 3.16.4reconocer que la identidad y experiencia únicas del Consejo como comunidad de iglesias, que es al mismo tiempo mundial y abierta a las iglesias de todas las tradiciones cristianas, lo capacitan para ocuparse de algunos elementos específicos de la vocación ecuménica:
    • desempeń;ar un papel de animación y coordinación en los esfuerzos para dar coherencia al Movimiento Ecuménico único;
    • servir como mediador entre partes en conflicto o como abogado de grupos que no puedan hablar por sí mismos;
    • ser un semillero de ideas y una fuente de análisis, inspirándose en la experiencia acumulada por sus iglesias miembros para ayudarlas a crecer juntas en su conciencia ecuménica y a lograr una nueva comprensión de la realidad;
    • demostrar la estrecha relación entre lo local y lo mundial, reconociendo que las cuestiones locales tienen a menudo consecuencias a nivel mundial y que los problemas mundiales son a menudo más apremiantes en sus manifestaciones locales;
    • pronunciar una palabra profética frente a los problemas candentes de nuestro tiempo desde la perspectiva mundial, que es la suya.
  • 3.16.5velar por que la responsabilidad de las actividades ecuménicas se sitúe lo más cerca posible del nivel de su aplicación, en colaboración con grupos de las iglesias miembros y otras organizaciones ecuménicas.
  • 3.16.6permitir que el Consejo adapte sus actividades y su estilo de trabajo según las necesidades para poder responder rápidamente a las condiciones del mundo en constante evolución y a las diversas necesidades de las iglesias de forma centralizada, eficaz y económicamente viable;
  • 3.16.7prever una planificación, revisión y evaluación de todas las actividades con regularidad.

4.1Cada vez que la gente se reúne en nombre de Jesucristo, es por obra del Espíritu. Eso significa que todos los esfuerzos destinados a promover la unidad de la Iglesia y todas las iniciativas por las que los cristianos procuran participar en la obra de curación de Dios para la creación, estaacute;n fundamentalmente relacionados entre sí.

Consejos y conferencias de iglesias

4.2La relación del CMI con los sejos (conferencias) de iglesias locales, nacionales y regionales o con los consejos (conferencias) cristianos(as) fundamental para la vitalidad y la coherencia del Movimiento Ecuménico. Estos organismos difieren unos de otros por su base constitucional y su composición. Mientras que la mayoría, como el CMI, estaacute; constituido por iglesias miembros, algunos incluyen también a otras organizaciones cristianas (por ejemplo, sociedades bíblicas, las Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ) y las Asociación Cristiana Femenina (ACF). Algunas de las organizaciones ecuménicas regionales (OER) incluyen consejos de iglesias nacionales y consejos cristianos nacionales como miembros de pleno derecho. Sin embargo, a pesar de esas diferencias, esos organismos ecuménicos comparten el mismo objetivo baacute;sico.

4.3Todos los consejos son organismos independientes sean cuales fueren los lazos estructurales entre ellos. La Constitución y el Reglamento del CMI reconocen que esos organismos a niveles nacional y regional son partícipes esenciales en la empresa ecuménica. Los consejos nacionales, en particular, pueden considerarse como asociados al CMI. Por otra parte, las organizaciones miembros de la Conferencia Mundial de Misión y Evangelización tienen un lazo estructural con el CMI por medio de esa Conferencia. La evolución y la interrelación de los programas ecuménicos requieren el establecimiento de una vinculación maacute;s estructurada y una mejor coordinación de actividades entre los consejos a todos los niveles.

4.4Debido a que los consejos de iglesias mundiales, regionales, nacionales y locales son todos expresiones del único Movimiento Ecuménico, su relación debería caracterizarse por un espíritu conciliar de reciprocidad y cooperación, en lugar de una relación de competencia y la delimitación de aacute;mbitos de influencias. El Movimiento Ecuménico en el mundo, y sus expresiones institucionales, constituyen una red con muchos centros de actividad, no ya una estructura jeraacute;rquica con niveles de autoridad impuestos desde arriba. Como parte de esta red, el CMI tiene un papel esencial y distintivo como "el lugar único en el que las iglesias pueden reunirse en un marco ecuménico a nivel mundial para dialogar y actuar juntas. El Consejo es una expresión concreta de las relaciones a nivel mundial de los cristianos y permite que toda la Iglesia esté junto a los cristianos que pasan por situaciones de crisis" (Comité Central, 1989). En este tiempo de fragmentación, la tarea de testimonio y de coordinación que incumbe al CMI a nivel mundial puede tener mayor importancia. Sin embargo, no se trata de un papel superior. Todos los Consejos, en la medida en que estén al servicio de la visión ecuménica de plenitud y de curación, son dones del mismo Espíritu y expresiones de la misma comunión en Cristo.

4.5En 1992, el Comité Central del CMI aceptó unos "principios orientadores para las relaciones y la cooperación entre las organizaciones ecuménicas regionales y el Consejo Mundial de Iglesias". En ellos se define la relación como una "asociación basada en su fe y compromiso comunes", caracterizada por la complementaridad, la confianza mutua y la reciprocidad. Aunque mucho se ha avanzado en cuanto al intercambio de informaciones, a la consulta mutua y a la colaboración programaacute;tica, la magnitud de las tareas y desafíos comunes que hay que enfrentar con recursos muy reducidos apunta a la necesidad de establecer deliberadamente vínculos estructurales para permitir la planificación y la toma de decisiones en común así como una división eficaz del trabajo. Tanto el CMI como las OER reconocen que los consejos nacionales de iglesias son partícipes esenciales en su trabajo, por su tarea de mediación y de coordinación de las relaciones con las iglesias miembros en un determinado país; y esto debe reconocerse en cualquier esfuerzo para establecer un marco global que reúna a los diferentes Consejos y Conferencias de Iglesias en un único Movimiento Ecuménico.

4.6El Movimiento Ecuménico es tanto universal como local. La unidad del Movimiento Ecuménico a nivel mundial debe ser evidente en cada consejo de iglesias regional, nacional o local, así como el CMI debe permanecer con firmeza en contacto con la realidad de las comunidades locales en donde los cristianos se reúnen para celebrar el culto y estar al servicio de la comunidad.

Otros organismos ecuménicos

4.7Ademaacute;s de sus relaciones con los consejos de iglesias que difieren en cuanto a su alcance geograacute;fico, el CMI estaacute; en relación con diversos otros organismos ecuménicos.

4.8Una importante relación del CMI es la que mantiene con diversos organismos conocidos generalmente como comuniones Cristianas Mundiales. En este caso también, estas relaciones deben caracterizarse por la responsabilidad mutua y la reciprocidad, y el Consejo debe buscar la forma de compartir tareas y recursos con esos partícipes en el Movimiento Ecuménico. Ese compartir es particularmente importante para los organismos que se entienden a sí mismos como una comunión mundial de iglesias cuyos miembros son en su mayoría, si no todos, también iglesias miembros del CMI. Deben encontrarse formas de asociar a esos organismos de manera maacute;s directa a la vida organizada del CMI. Sólidas relaciones entre el CMI y esos organismos pueden ser enriquecedoras para ambos, fortaleciendo el sentido de esos organismos de que son parte de una comunidad de cristianos a nivel mundial y recordando a las iglesias en el Consejo Mundial que el compromiso ecuménico puede cultivarse mediante el arraigo en una tradición eclesial.

4.9El CMI se ha constituido como un Consejo de Iglesias. Esta es una afirmación central de su identidad. Sin embargo, los documentos constituyentes del CMI reconocen que el Consejo debe mantener relaciones de trabajo con una gran diversidad de organizaciones ecuménicas internacionales, algunas de las cuales son maacute;s antiguas que el propio CMI. Entre éstas se incluyen organizaciones que representan a grupos específicos tales como jóvenes, estudiantes, mujeres, laicos - y organismos e instituciones de cooperación con un objetivo funcional particular o ministerio en aacute;mbitos como educación, comunicación, intercambio de recursos y desarrollo. Como organizaciones con un alcance y un mandato internacionales, muchas de ellas se entienden a sí mismas como que tienen un ministerio especializado en respuesta a la vocación ecuménica como iglesias miembros del CMI. Fortalecer la relación solidaria con esas organizaciones seraacute; de vital importancia para el CMI en su esfuerzos por mantener la coherencia del Movimiento Ecuménico.

4.10La dinaacute;mica del Movimiento Ecuménico a lo largo del último decenio ha permitido el surgimiento de diversas comunidades y movimientos cristianos. La mayoría tiene una estructura institucional flexible como parte de una red maacute;s amplia de movimientos populares y sociales, pero han llegado a ser importantes asociados del CMI en las tareas de servicio, especialmente en las actividades en favor de la justicia, la paz y la integridad de la creación. Muchos de esos movimientos han sido proféticos en las iglesias y maacute;s allaacute; de ellas, y han abierto nuevos caminos para el testimonio cristiano en la sociedad. El CMI debería continuar ofreciéndose como foro en el que se puedan encontrar y colaborar esas comunidades y movimientos, cuyos objetivos y actividades estaacute;n en consonancia con la Base, los objetivos y las funciones del CMI.

Iglesias que no son miembros del CMI

4.11Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica Romana participa activamente en el Movimiento Ecuménico y es, en muchos sentidos, un interlocutor valioso del CMI (especialmente por medio del Grupo Mixto de Trabajo y de su participación en la Comisión de Fe y Constitución). Las iglesias miembros del CMI y la Iglesia Católica Romana estaacute;n inspiradas por la visión común del plan de Dios de unir todas las cosas en Cristo. Es inconcebible que el CMI y la Iglesia Católica Romana puedan continuar cumpliendo su vocación ecuménica sin colaborar mutuamente; tenemos la firme esperanza de que ambos encontraraacute;n medios de profundizar y de consolidar esa relación, particularmente por el hecho de que la Iglesia Católica Romana ha pasado a formar parte, durante los últimos años, de un número creciente de organismos ecuménicos a nivel local, nacional y regional de los que iglesias miembros del CMI también forman parte. Aunque la adhesión al Consejo no es de ninguna manera la única forma que tienen las iglesias de trabajar juntas a nivel mundial, algunas iglesias miembros del CMI, que mantienen relaciones bilaterales con la Iglesia Católica Romana, creen que su ausencia empobrece a la comunidad del CMI.

4.12La comunidad del CMI estaacute; limitada por la ausencia de otras iglesias que, por diversas razones, no han procurado ser miembros del CMI. Por ejemplo, barreras injustificables se han erigido entre el CMI y algunas iglesias evangélicas no tradicionales y pentecostales, debido a actitudes de indiferencia y a la tendencia a utilizar estereotipos por ambas partes. Algunas de esas barreras han comenzado a ceder gracias al establecimiento de contactos entre el CMI y organismos como la Alianza Evangélica Mundial. Esos esfuerzos deben apoyarse mediante la búsqueda de nuevas formas de relación a todos los niveles entre las iglesias miembros del CMI, otras iglesias y otras organizaciones ecuménicas.

Otras organizaciones y otros grupos

4.13La inseparable relación entre la labor por la unidad de la Iglesia y la labor en favor de la curación y la plenitud de toda la creación pueden inducir a menudo al Consejo a dialogar y colaborar con personas, grupos y organizaciones que no se identifican por tener un objetivo o un compromiso específicamente cristianos. Nos referimos, en particular, a organizaciones representativas de otras comunidades religiosas u organismos interreligiosos. Aunque en estos casos una relación estructural no sería posible ni apropiada, son asociados indispensables del CMI en sus esfuerzos para promover el diaacute;logo y la colaboración con creyentes de otras religiones a fin de construir comunidades humanas viables.

4.14Cabe mencionar también la gran cantidad de organizaciones no gubernamentales internacionales y otras agrupaciones de la sociedad civil a niveles nacional e internacional, así como instituciones intergubernamentales y gubernamentales, particularmente las Naciones Unidas y sus diversos organismos especializados (con los que el Consejo tiene, desde hace mucho tiempo, un estatuto consultativo). Los desafíos de la mundialización y la búsqueda de un orden internacional de justicia y paz requieren contactos maacute;s estrechos entre el CMI y esas organizaciones.