Superar las amenazas para la salud humana en el contexto del VIH/SIDA / Bioética y los desafíos de las nuevas tecnologíasCuidar los recursos de la tierraLa agenda del racismo / Tolerancia cero con la violencia contra las mujeres y los niños

17. El escándalo de la pobreza y la desigualdad creciente

La pobreza amenaza la vida y la dignidad humanas. No es un fin de los métodos y estructuras de creación de riqueza y de distribución de la riqueza en cada sociedad y en todo el mundo, pero es su resultado. Las desigualdades no aumentan por casualidad, sino por la manera en que los procesos económicos y políticos se estructuran y funcionan. La pobreza debilita lo más básico de la vida de billones de niños, mujeres y hombres a quienes se niegan no sólo los beneficios de una riqueza creciente, sino incluso los beneficios del acceso a las necesidades básicas de la vida. El exceso de consumo y el superdesarrollo de un lado corresponden al hambre, la enfermedad y el sufrimiento en el otro.

La Biblia recuerda a los cristianos el amor ágape de Dios y exige compartir dones y recursos para que todos podamos vivir. Desde la perspectiva del concepto bíblico de la justicia y de la opción preferencial de Dios por los pobres, la desigualdad y la pobreza son un escándalo. La Palabra de Dios a través de Amós censura a aquellos que "[falsean] con engaño la balanza" y a quienes "[compran] a los pobres por dinero y a los necesitados por un par de zapatos" (Amós 8:5-6). Jesús desafía a los ricos a compartir sus recursos con los pobres: les pide ir más allá de lo que se practica hoy día como caridad. "Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme" (Lucas 18: 22). La justicia para los pobres es, por tanto, el criterio bíblico por el que puede ponerse a prueba cualquier sistema económico. Esta convicción de fe nos apela a actuar resueltamente para trabajar por un mundo libre de pobreza y desigualdad.

Varias reflexiones ecuménicas sobre el cristianismo, la riqueza y la pobreza han abogado por centrarse de manera más clara en el escándalo de la brecha creciente entre ricos y pobres y la desigualdad en aumento. Necesitamos comprometernos en cuanto a lo que podemos hacer concretamente para garantizar que los recursos se comparten de manera justa. ¿Puede revisarse el compartir de recursos entre nuestras iglesias y dentro de ellas?, ¿y hacerse más justo y transparente? ¿Tenemos un ministerio específico para los ricos que les inste a compartir recursos? ¿Qué ejemplos podemos compartir para transformar estructuras que crean pobreza? ¿Cómo pueden contribuir nuestras iglesias a desarrollar alternativas creíbles?

Contribuir a la transformación no es fácil. La complejidad del contexto necesita métodos de discernimiento competentes a fin de identificar a los actores principales y cómo estos contribuyen a una red de opresión y exclusión, y a fin de determinar las acciones que deben ser tomadas por los individuos, las comunidades y las iglesias.

La primera sesión reflexionará sobre la manera en que la creación de riqueza da como resultado el escándalo de la pobreza de hoy día; también proporcionará a los participantes la oportunidad de determinar los factores principales que contribuyen a la desigualdad creciente y al escándalo de la pobreza a nivel nacional, regional e internacional.

La segunda sesión compartirá los ejemplos específicos de acción, defensa de causas y acompañamiento de las iglesias, que tienen por fin superar la desigualdad y la pobreza, tanto directamente como estableciendo alianzas con otros actores. El objetivo será destacar las mejores prácticas y reflexionar sobre las lecciones que pueden aprenderse y compartirse con la comunidad ecuménica.

La tercera sesión examinará las diferentes formas en que el movimiento ecuménico podría comprometerse con la promoción de las transformaciones que tratarán el escándalo de la pobreza desde una perspectiva teológica, ética y política, a nivel local y mundial; y aquellas en las que podría participar de manera más enérgica.

18. Superar las amenazas para la salud humana en el contexto del VIH/SIDA

Una de las características exclusivas del Cristianismo es la identificación y la práctica de la sanación como uno de los cuatro pilares del compartir la Buena Noticia junto con la predicación, la enseñanza y la educación (Mateo 4:23 y Mateo 25:41-45). Esto se basa en la visión integral de alcanzar la plenitud de la vida para todos. La gente de Dios está llamada a ser canales eficaces del poder sanador y transformador del amor de Dios hacia la humanidad.

El contexto de iniquidad e injusticia en el que vivimos hoy día está haciendo a la humanidad propensa a amenazas para la salud como nunca antes. A pesar del importante progreso de los aspectos técnicos en la prevención y cura de muchas enfermedades, el acceso a la atención sanitaria sigue siendo prácticamente imposible para la mayoría de la población mundial. Las enfermedades prevenibles como el VIH/SIDA, la malaria y la tuberculosis siguen causando muertes y sufrimiento a gran escala entre los pobres y los más vulnerables (aproximadamente 6 millones de personas mueren cada año a causa de estas enfermedades). Al mismo tiempo, las enfermedades crónicas aumentan en todo el mundo, con frecuencia relacionadas con el estilo de vida y el comportamiento.

En un mundo que cambia con mucha rapidez, la pobreza, el analfabetismo y las opresivas estructuras sociales patriarcales continúan influenciando de manera sofocante el estado de salud de nuestra familia humana. Y, desgraciadamente, surgen muchos desafíos cada vez más nuevos; estos hacen un llamamiento a nuestras iglesias para que encuentren respuestas oportunas y apropiadas que contribuyan a superar las amenazas a la salud de hoy día. A fin de relacionar nuestra reflexión con una realidad concreta para ser capaces de distinguir los caminos específicos hacia el futuro, centraremos la conversación ecuménica dentro del contexto de la epidemia del VIH/SIDA y examinaremos algunas de las cuestiones fundamentales de las que las iglesias deben ocuparse.

¿Cómo podemos renovar nuestras perspectivas teológicas y éticas al tratar holísticamente esta enfermedad? La necesidad de afrontar los problemas del estigma, la discriminación y la marginación con determinación y valentía continúa desafiándonos. ¿Cómo aplican nuestras iglesias el conjunto de sus experiencias y los recursos espirituales y teológicos que tienen en el púlpito, en la formación teológica o en las liturgias renovadas?

En el momento en que toda una generación ha sido aniquilada y los huérfanos están a la cabeza de sus hogares, ¿están preparadas las congregaciones para ser comunidades humanitarias?, ¿son capaces de ello? ¿Cuál es la experiencia de las iglesias al convertirse en comunidades que acogen, promocionando la participación significativa de las personas que viven con VIH y SIDA en nuestras iglesias y sociedades?

Nuestra eficacia a la hora de defender el acceso equitativo a la educación, la prevención, la atención y el tratamiento para todos, y de afrontar los principales problemas de la injusticia por motivos de género y de la pobreza también será tratada.

La primera sesión proporcionará una visión de conjunto de cómo la pandemia del VIH/SIDA revela, de forma inaudita, las vulnerabilidades de nuestras sociedades. Los participantes reflexionarán sobre las diferentes consecuencias de la enfermedad y las respuestas diversas (que incluyen la negación y el silencio) de su iglesia y de sus propios contextos sociales.

La segunda sesión proporcionará a los participantes de diferentes regiones la oportunidad de compartir experiencias y las mejores prácticas y pautas para el cambio y la defensa de causas emprendidas por sus iglesias a nivel local, nacional e internacional.

La tercera sesión sugerirá formas de avanzar en cuanto a cómo la comunidad de iglesias puede vivir de la mejor manera el ministerio de sanación y fortalecer la cooperación entre nosotros y con la sociedad civil.

19. Dar testimonio de la inviolabilidad del derecho a la vida: bioética y los desafíos de las nuevas tecnologías

¿Qué significa ser persona humana y ser parte de la creación de Dios? Las respuestas que parecían claras e inquebrantables durante siglos son cuestionadas duramente por los adelantos científicos y tecnológicos. La ingeniería genética, por ejemplo, añadió una nueva dimensión a la capacidad de los seres humanos de modificar y alterar nuestro desarrollo y el de otras especies. Las técnicas genéticas afectan a nuestras convicciones más profundas sobre el valor de la vida humana y de la dignidad humana. Con frecuencia se invoca el lenguaje religioso en público: "Aprendemos el lenguaje en el que Dios creó la vida" se afirmó cuando se comenzó a cartografiar el mapa genético humano.

El movimiento ecuménico se ocupó de algunas de estas inquietudes como parte de un proceso de estudio que culminó en la Conferencia de 1979 sobre fe, ciencia y el futuro. Entre tanto, las iglesias han abordado las cuestiones éticas a menudo difíciles y divisivas relativas al principio y el final de la vida humana y han hecho frente a los nuevos desafíos resultantes del rápido progreso de las tecnologías. Las semillas genéticamente modificadas están ahora disponibles. La clonación, la investigación con células madre y la diagnóstica previa a la implantación del embrión son posibles hoy día.

Confrontados con estos desafíos, debemos ir más allá en la búsqueda del fundamento común del testimonio de las iglesias al mundo. ¿Cómo valoramos las nuevas posibilidades? ¿Las vemos como oportunidades o como riesgos para el futuro de la vida? ¿Cómo afrontamos temas de justicia relacionados, tales como el acceso desigual a las tecnologías y la asignación de recursos que quedan lejos de atender las necesidades más urgentes?

¿De qué manera nuestras creencias y convicciones con respecto a la inviolabilidad del derecho a la vida dan forma a nuestra reflexión y acción? Es importante volver a examinar el testimonio bíblico. ¿Cuál es el significado más profundo de la tradición según la cual los seres humanos están hechos a imagen de Dios y la vida es un don divino (Gn 1)? Las vidas humanas no están a disposición de los objetivos o deseos humanos. Entendemos lo que significa ser humano a la luz de Jesucristo como el único ser humano en que la voluntad creadora de Dios para la humanidad y para toda la creación fue revelada (Juan 1).

Esta conversación ecuménica proporcionará una oportunidad para intercambiar experiencias y lecciones aprendidas por las iglesias y los asociados ecuménicos al abordar los desafíos de las nuevas tecnologías; p. ej., la ingeniería genética y los adelantos más recientes en el área de la nanotecnología, las tecnologías de menor escala en el área nanométrica que atraen mucha atención y fondos para la investigación en vista de una amplia variedad de aplicaciones posibles. Algunas de estas aplicaciones son de especial interés para las personas con discapacidades.

La primera sesión invitará al diálogo con respecto a los diferentes temas a los que se enfrentan nuestras iglesias y sobre los desafíos éticos que estas cuestiones plantean a las iglesias y a sus sociedades respectivas. Identificando algunos de los asuntos más complejos y divisivos, explorará al mismo tiempo el fundamento común para abordar los desafíos de las nuevas tecnologías. Las personas con discapacidades compartirán su punto de vista respecto a estos asuntos.

La segunda sesión se centrará en los ejemplos instructivos de las respuestas de las iglesias a estos desafíos éticos y en los modelos de reflexión y testimonio para el gran público.

La tercera sesión se centrará en la cuestión de cómo las iglesias pueden escucharse mejor unas a otras y caminar juntas en su búsqueda, desarrollando sus propias respuestas siendo totalmente conscientes de la manera en que las otras enfocan estos asuntos, aprendiendo así de cada una y fortaleciendo el fundamento común.

20. La coexistencia en la creación de Dios: cuidar los recursos de la tierra

Muchos de los desafíos a los que se enfrenta el mundo hoy día subrayan la necesidad de las iglesias de comprometerse activamente en la búsqueda de formas mejores de relacionarse con la tierra y de equilibrar nuestras necesidades humanas con el cuidado a toda la vida. Nuestro entendimiento de cómo vemos a Dios como creador y el propósito de Dios para la creación también son integrales a la manera en que buscamos ser la iglesia en solidaridad con las luchas por la vida y ‘la vida en toda su plenitud'. Los relatos de la creación (Gn 1-2), pero también los Salmos (Sal 24, 104) y otros libros de la Biblia, nos recuerdan que somos parte de la comunidad de la tierra, la casa vital de Dios.

Mientras estamos llamados a desafiar los paradigmas económicos dominantes del mundo de hoy, que explotan los recursos de la tierra y el trabajo y la creatividad humanos, estas cuestiones presentan algunas de las preocupaciones éticas más importantes a las que se enfrenta la humanidad. Para los pobres y los marginales, estos temas son cuestiones de vida o muerte, ya que son ellos quienes están más expuestos a la contaminación, a tormentas más frecuentes y violentas, regímenes de lluvia cambiantes y otros tipos de desastre. La degradación medioambiental y la asombrosa pérdida de biodiversidad son el legado que dejamos a nuestros hijos y a las generaciones futuras. Cuidar los recursos de la tierra está, en verdad, íntimamente ligado con nuestro compromiso con la justicia.

Las luchas de los Pueblos Indígenas por su tierra y su identidad, el compromiso de los campesinos con la agricultura sostenible, las acciones para frenar el cambio climático, y las iniciativas de las personas para defender su derecho a tener agua son sólo unos pocos ejemplos clave de un compromiso oportuno y vital para la transformación. Se necesita con urgencia esta transformación, especialmente mientras la gente lucha contra estas crisis que amenazan su mera existencia. Las iglesias, junto a movimientos sociales conexos, se han comprometido con estas cuestiones a nivel local e internacional con asociados y organizaciones ecuménicas.

¿Qué tipo de acciones deseamos apoyar y fortalecer con respecto a las luchas por los recursos esenciales para la vida? ¿De qué manera promovemos el entendimiento del cuidado de la creación de Dios en nuestros ministerios de educación cristiana? Junto a las personas de otras religiones, ¿de qué manera podemos profundizar mejor la discusión sobre las relaciones entre la eco-justicia y la justicia social, a la vez que reconocemos que la lucha por unos sustentos sostenibles es la lucha por una humanidad sostenible?

La primera sesión proporcionará una evaluación de las principales preocupaciones ecológicas a las que se enfrenta el mundo hoy día, y cómo nuestras formas diferentes de comprender la relación entre teología/espiritualidad y ecología/economía dan forma a nuestras acciones en los contextos locales.

La segunda sesión proporcionará a los participantes oportunidades para compartir cómo abordan las iglesias, en sus contextos locales, las cuestiones ecológicas: compartiendo experiencias, las mejores prácticas y pautas para el cambio y la defensa de causas.

La sesión final propondrá ideas y directrices para una enseñanza y una práctica justas y medioambientales en las comunidades de fe, centrándose en cómo la comunión de iglesias puede fortalecer de mejor manera la cooperación a la hora de promover alternativas justas y sostenibles.

21. La agenda del racismo: ¿una prioridad para las iglesias?

A pesar del hecho de que todos pertenecemos a la raza humana, el racismo como construcción social es una realidad. Cada día se producen incidentes de violencia racial en cualquier lugar del mundo, y son contados por los medios de comunicación. En el pasado reciente se ha registrado un aumento alarmante de prácticas y actitudes racistas, notablemente en Europa, aunque el problema existe en todos los continentes. ¿Existe algún país libre del racismo, la discriminación racial o la xenofobia? La violencia racial es sólo la punta del iceberg; el racismo se manifiesta de muchas formas, tanto públicas como encubiertas.

El triunfo logrado sobre la forma institucional del racismo conocida como apartheid en Sudáfrica no supuso que el racismo fuera vencido en el resto del mundo. Siguen sin reducirse las formas de racismo sistemáticas y estructurales, profundamente integradas en las sociedades; por ejemplo, la discriminación y opresión de los Dalits, los Roma, los Pueblos Indígenas, y de los africanos y personas de ascendencia africana. El racismo se está convirtiendo en algo más generalizado y complejo, puesto que está cada vez más interconectado con el fenómeno extendido de la migración y con otros muchos factores económicos, políticos, sociales e ideológicos. Crece y degenera en situaciones de tensión y conflictos; acompaña la polarización de los extremismos, ya sean religiosos, nacionalistas o etnocéntricos. Estos factores pueden explicar el resurgimiento del antisemitismo en Europa, más de 50 años después del final de la Segunda Guerra Mundial.

En realidad, el racismo sigue siendo un tema crucial de nuestro tiempo. Pero, ¿continúa siendo una prioridad en la agenda de nuestras iglesias? Hace varias décadas el movimiento ecuménico condenó el racismo y lo llamó pecado. Nuestras principales tradiciones cristianas han afirmado continuamente que "todos los seres humanos -independientemente de su religión, raza, origen nacional, color, credo o sexo- son imágenes vivas de Dios, que merecen el respeto y la dignidad de tales. Y cada vez que no tratan a los demás y a la Creación con este respeto, los seres humanos ofenden a Dios, el Creador (Declaración de Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomeo). A pesar de todo, la situación es más desafiante que nunca para las iglesias, que se enfrentan a una serie de cuestiones importantes:

¿Cómo vivimos nosotros y cómo viven nuestras iglesias ese compromiso? ¿Cómo podemos -nosotros y nuestras iglesias- seguir defendiendo las causas de quienes se ven afectados por el racismo y por políticas de inmigración racistas y continuar expresando concretamente nuestra solidaridad con ellos? ¿Hemos sido capaces de afrontar el racismo en las propias estructuras e instituciones de nuestras iglesias? ¿Cómo podemos -nosotros y nuestras iglesias- hacer frente a los recuerdos de discriminaciones racistas del pasado causadas por algunas misiones y por antiguos poderes coloniales?

La primera sesión se centrará en determinar las tendencias actuales del racismo en el mundo de hoy. Los participantes compartirán sus experiencias y reflexiones desde sus propios contextos y escucharán relatos de esperanza y lucha, que incluyen la exigencia de reparación por parte de personas que sufren discriminación racista hoy día.

La segunda sesión abordará la cuestión de la participación de las iglesias para superar el racismo. Ensalzará historias de buenas costumbres, al igual que las dificultades a que se enfrentan nuestras iglesias. Dará visibilidad a las acciones tomadas por nuestras iglesias para vivir abiertamente la justicia transformadora y para abordar algunas de las injusticias históricas que han experimentado. Incluirá una reflexión teológica sobre un mundo racialmente justo e inclusivo.

La tercera sesión reflexionará sobre cómo deberíamos y podríamos prepararnos, nosotros mismos y a nuestras iglesias, para proseguir el compromiso de superar el racismo en todas sus formas.

22. Tolerancia cero con la violencia contra las mujeres y los niños

Cada día llegan a los medios de comunicación más historias de violencia contra las mujeres y los niños. La Organización Mundial de la Salud publica un Informe mundial sobre la violencia y la salud donde consta que la violencia perpetrada por un compañero íntimo se produce en todos los países con independencia del trasfondo social, económico, religioso o cultural. Que las estadísticas son alarmantes es lo menos que se puede decir. En las encuestas, basadas en 48 poblaciones, entre el 10% y el 69% de las mujeres afirman haber sido agredidas físicamente por un compañero íntimo en algún momento de sus vidas. El tema del abuso sexual por parte de clérigos y de la pedofilia en la iglesia no puede ocultarse por más tiempo y se denuncia desde diferentes partes del mundo.

Durante casi dos décadas el asunto de la violencia contra las mujeres y los niños ha estado en la agenda de las iglesias. La violencia sexual se entiende de manera teológica y ética como "pecado". Esta convicción ha orientado los compromisos de muchas iglesias al tratar la violencia contra las mujeres y los niños. Y sin embargo, hoy día las mujeres en la iglesia deben hacer una y otra vez la misma pregunta: "¿Durante cuánto tiempo más tendremos que hablar de esto? ¿Cuándo seremos escuchadas?".

En el centro del problema está el abuso del poder patriarcal que conduce a un comportamiento violento como mecanismo de control de las mujeres. La teología, la Biblia y las enseñanzas y prácticas de la iglesia han sido deshonradas por algunos para legitimar el comportamiento violento. El salmista nos recuerda que: "No me afrentó un enemigo […] sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, ¡mi guía y mi familiar!, que juntos comunicábamos dulcemente los secretos…" (Salmo 55), que describe bien lo dolidas que se sienten las mujeres cuando alguien en quien confían traiciona la relación. Sin embargo, si la violencia fuera un imperativo biológico en los hombres, todos los hombres serían violentos, y no es así. Muchos hombres han pasado a formar parte de movimientos que reclaman una imagen positiva de la masculinidad: personas decentes, cariñosas, responsables y respetuosas; personas que no hacen daño a las mujeres y que desean trabajar con otros hombres para enmendar esta injusticia histórica.

Esta conversación ecuménica traerá algunos de estos temas candentes a la mesa de debate.

¿Cuáles son los obstáculos que siguen existiendo en nuestras iglesias y sociedades que permiten que estas tendencias generalizadas de violencia contra las mujeres y los niños continúen sin disminuir? ¿Contribuyen de alguna manera nuestras iglesias, a través de su teología y su práctica, a promover o condonar la violencia contra las mujeres y los niños? Jesús mostró una nueva comprensión del poder: ¿cómo puede la iglesia en su propia vida modelar esto? ¿Cómo pueden las enseñanzas, la predicación y las formas de liderazgo de la iglesia y sus respuestas pastorales y prácticas ser transformadas, para que las mujeres y los niños encuentren en la iglesia apoyo, inviolabilidad y alguien que defienda sus causas?

La primera sesión evaluará las tendencias actuales de violencia contra las mujeres y los niños en nuestras iglesias y sociedades. Los participantes compartirán sus experiencias y reflexiones desde sus propios contextos e identificarán los asuntos clave que las iglesias deberían estudiar más a fondo a nivel local, nacional e internacional.

La segunda sesión reflexionará sobre cómo nuestras iglesias abordan -o no- estas cuestiones. Trataremos el imperativo teológico para superar la violencia contra las mujeres y los niños y escucharemos las acciones tomadas por mujeres al enfrentarse a la violencia. También se escucharán buenos ejemplos de iniciativas de los hombres para superar la violencia contra las mujeres y los desafíos que se plantean a los hombres en las iglesias. Se dará tiempo para compartir buenas prácticas de las iglesias al responder a este asunto.

La tercera sesión se centrará en examinar las formas futuras de comprometer más a nuestras iglesias en sus esfuerzos para superar la violencia contra las mujeres y los niños, y para verse transformadas por un compromiso renovado con el imperativo del evangelio y convertirse en agentes de transformación en sus sociedades.