Saludos del secretario general del Consejo Nacional de Iglesias de Corea (NCCK) con ocasión de esta reunión del Comité Central, que conmemora el 70º aniversario del Consejo Mundial de Iglesias

Estimados miembros fieles del Comité Central del CMI y amigos del movimiento ecuménico:

Les felicito sinceramente en este 70º aniversario del CMI.

En esta ocasión, vengo de la nueva península de Corea que está en proceso de construcción, en la que las personas están cultivando con júbilo la semilla de la paz sobre los gélidos terrenos de la guerra fría y de la división.

Quiero aprovechar esta oportunidad para expresar mi más profundo agradecimiento a todos los presentes en esta reunión auspiciada por el CMI y a la extensa nube de testigos que, en estos últimos años, han dedicado sus vidas a participar en el proceso de acompañamiento para la democratización y la unificación pacífica de la península de Corea, que son dos caras de la misma moneda en el contexto coreano.

Ante todo, me debo a expresar mi fiel solidaridad a mis estimados líderes de la Federación Cristiana Coreana, el difunto Rev. Kang Yang-Ug, el difunto Rev. Kangu Young-Sub, y el Rev. Kang Myung-Chol, así como a sus colaboradores, que se han consagrado a lograr el éxito de la presencia histórica de las iglesias norcoreanas en un contexto socialista, superando el sufrimiento que se deriva de la división y de la guerra fría gracias a su confianza inquebrantable en que, en última instancia, se logrará la paz, la prosperidad y la unificación de la nación de Corea.

Esta historia de setenta años del CMI desde 1948 ha estado estrechamente relacionada con el proceso histórico de acompañamiento ecuménico de las dos Coreas, que también dio comienzo en 1948.

Este papel de acompañamiento fue significativo durante el Proceso de Tozanso, desde 1984, y especialmente en el primer encuentro de los cristianos de Corea del Sur y Corea del Norte en la reunión de Glion (Suiza) en 1986, que contribuyó a unir a la Federación Cristiana Coreana y al Consejo Nacional de Iglesias de Corea en un solo cuerpo indivisible de Jesucristo, a pesar de todas las diferencias y dificultades para aumentar el alcance internacional de la Federación Cristiana Coreana a fin de que el cristianismo mundial pudiera escuchar el anhelo de paz y liberación del pueblo norcoreano.

Ahora es el momento para nosotros de participar en el proceso de Panmunjom, de reciente desarrollo, liderado por las iniciativas de autodeterminación intercoreanas de la Federación Cristiana Coreana y el Consejo Nacional de Iglesias de Corea, junto con la iniciativa de solidaridad eucarística del movimiento ecuménico mundial, liderada por el CMI.

Del mismo modo que las distintas facciones del movimiento ecuménico decidieron permanecer unidas y crear el CMI a pesar de sus diferencias en el contexto de la posguerra tras la Segunda Guerra Mundial, nosotros, el Consejo Nacional de Iglesias de Corea y la Federación Cristiana Coreana, soñaremos y actuaremos juntos, con las iglesias miembros del CMI, para construir una península de Corea sanada, reconciliada y unida, y para la coexistencia pacífica del oikoumene del nordeste asiático.

Desde la firme creencia de que no hay otro camino que la paz, el Consejo Nacional de Iglesias de Corea y la Federación Cristiana Coreana imploran desesperadamente que se mantenga la compasiva solidaridad eucarística del CMI para seguir acompañándonos hasta que logremos romper las cadenas del sistema de la división y de la guerra fría.

Llenos de esperanza con este nuevo propósito de hacer realidad la visión de Ezequiel de unirnos como una sola nación, oramos “Oh, Dios de vida, renueva y transforma al pueblo de la península de Corea, para que pase de ser víctima de la división y de la guerra fría a vivir en una nueva creación del jubileo en el que reina la verdad”. ¡Kyrie eleison! Amén.