1. Aunque la decisión de las Naciones Unidas (ONU) de 1947 (resolución 181) de establecer dos Estados en Palestina se cumplió parcialmente con la creación del Estado de Israel, la segunda parte de esa resolución aún está pendiente de realización: el establecimiento de un Estado Palestino. La política actual de asentamientos del Estado de Israel en los territorios ocupados desde 1967, es un obstáculo para el cumplimiento de esa promesa y decisión de la comunidad de naciones en favor de un Estado Palestino viable. La continua colonización de tierras más allá de las fronteras de Israel reconocidas internacionalmente (las de la Línea Verde de 1949) es rechazada por casi todos los países del mundo y es objeto de una incomprensión generalizada porque es ilegal, injusta, incompatible con la paz y contraria a los intereses legítimos del Estado de Israel. Aunque el propio derecho a la existencia de Israel suscita simpatía y solidaridad en el mundo, su política de expansión y anexión provocan consternación u hostilidad pues representan un indicador directo de la naturaleza de la ocupación.

2. Hay unos 200 asentamientos donde viven más de 450.000 colonos en el Territorio Palestino ocupado, incluido Jerusalén Este. Esos asentamientos debilitan los esfuerzos por la paz de la comunidad internacional y hacen que sean imposibles en la práctica. Incluso la exigencia de “congelación de asentamientos” formulada por el aliado más importante de Israel recibe como respuesta una nueva serie de retrasos intencionados, concesiones temporales y condiciones tácticas previas, lo que socava la buena voluntad, destruye las esperanzas y se adelanta a las negociaciones importantes que una congelación impuesta de buena fe podría facilitar. Esa negativa de congelar la expansión indica además un rechazo a tratar el tema central de la ocupación y los asentamientos como tales.

3. Es alentador que la administración de los Estados Unidos y los gobiernos de muchos otros Estados hayan expresado su determinación de eliminar los obstáculos para la paz y resolver el conflicto de Israel-Palestina mediante negociaciones que sean al mismo tiempo sustantivas y definitivas. Esto dará comienzo a una nueva relación en todo Oriente Medio. No obstante, es desalentador que lo que ocurre en los territorios palestinos ocupados y en Jerusalén Este demuestre una vez más la naturaleza implacable de la ocupación de Israel y la manera en que crea constantemente nuevos impedimentos para la paz.

4. En lugar de congelar las actividades de asentamiento, prosiguen los trabajos en el marco de grandes proyectos de asentamientos urbanos y de muchos proyectos más pequeños. El Gobierno de Israel todavía prevé construir unas 2.500 nuevas viviendas en Jerusalén Este y en Cisjordania. Las políticas de Israel son causa de nuevos y reiterados desplazamientos de ciudadanos palestinos dentro de los territorios ocupados. La demolición de casas que tuvo lugar en junio de 2009 en Jerusalén Este ocasionó sufrimientos indecibles a los palestinos. Autoridades municipales y militares israelíes dieron órdenes de demolición contra cientos de familias, y centenares de propiedades de las iglesias corren el riesgo de ser demolidas, debido, sobre todo, a la expansión de los asentamientos y de las viviendas controladas por Israel en Jerusalén Este. Estos no son más que ejemplos aislados de una tragedia mucho mayor.

5. La existencia de estos asentamientos ilegales y de sus infraestructuras, de las cuales el muro de separación, la confiscación de tierras palestinas situadas más allá de la Línea Verde, las llamadas “zonas de seguridad”, y la amplia red de túneles, de carreteras de circunvalación y de puestos de control impiden el acceso de los palestinos a una gran parte de sus tierras y recursos en agua. Esa situación limita su libertad de movimiento, atenta contra su dignidad humana fundamental y, en muchos casos, contra su derecho a la vida. Esas medidas entrañan asimismo efectos tangibles sobre el derecho de los palestinos a la educación y al acceso al sistema de atención de salud, y destruyen la economía palestina al impedir el movimiento de productos, y al hacer casi imposible la creación de un Estado palestino viable. El sentimiento de desposesión y la desesperación aumenta en la población palestina y contribuye a avivar las tensiones en la región lo que representa una gran amenaza para la seguridad de Israel.

6. Los asentamientos ilegales en Jerusalén y los alrededores ponen en peligro el futuro de la ciudad, que debería ser objeto de negociaciones en el marco de un acuerdo de paz global. Los asentamientos aíslan Jerusalén del resto de la Cisjordania palestina, separando a las familias y cortando lazos económicos, religiosos y culturales vitales. Las políticas israelíes, relacionadas con la restricción de los derechos de residencia de los jerosolimitanos mediante la confiscación de sus documentos de identidad, la limitación de los permisos de construcción de edificios y la denegación de autorizaciones de reagrupación familiar, etc., están dirigidas a transformar la naturaleza de la ciudad santa que debería estar abierta a todos y ser compartida por los dos pueblos y las tres religiones.

Recordando la postura consecuente de las asambleas, comités centrales y comités ejecutivos del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) sobre esta cuestión, entre otras cosas, el rechazo a que cualquier nación conserve o anexione el territorio de otra (Heraklion 1967, Uppsala 1968), el Comité Central del CMI:

7. Plenamente consciente de la necesidad de que las Altas Partes Contratantes en el Cuarto Convenio de Ginebra pongan en práctica su declaración del 5 de diciembre de 2001, la cual reafirma la ilegalidad de los asentamientos y de su extensión, y pide a la potencia ocupante “que cumpla y respete plena y efectivamente el [Convenio]” (Ginebra 2002).

8. Recuerda la valoración que afirmamos desde hace tiempo de que “las decisiones unilaterales han modificado radicalmente la geografía y demografía [de Jerusalén]”, que las resoluciones 181, 194 y 303 de las Naciones Unidas y las subsiguientes decisiones preconizan un estatuto especial para Jerusalén como “corpus separatum” bajo un régimen internacional especial, y que los Convenios de Ginebra prohíben cambios en la población y en el carácter de los territorios ocupados que incluyen Jerusalén Este (Harare 1998).

9. Convencido de la necesidad de “un boicot internacional de los bienes producidos en los asentamientos ilegales israelíes en los territorios ocupados” y de que las iglesias miembros y los fieles “participen en los actos no violentos de resistencia a la destrucción de los bienes de los palestinos y a la expulsión de los habitantes de sus casas y tierras” (Ginebra 2001).

10. Convencido de que las iglesias no deben ser cómplices de las actividades ilegales en los territorios ocupados –en particular la destrucción de casas y tierras palestinas, y la construcción de asentamientos, y de las infraestructuras correspondientes, así como el muro de separación –y tienen oportunidades para tomar medidas económicas que sean “equitativas, transparentes y no violentas” contra esas actividades ilegales y en apoyo de las soluciones pacíficas del conflicto (Ginebra 2005).

11. Consternado ante la imposición de la ampliación de fronteras de un lado y el confinamiento siempre mayor del otro, “que prolonga la presencia civil y militar israelí dentro del territorio palestino, mina todos los esfuerzos de paz y… el concepto mismo de un Estado palestino viable y contiguo” (Ginebra 2004).

12. Reiterando que los lugares santos cristianos de Jerusalén deben “estar integrados y en armonía con las necesidades de las comunidades cristianas” cuyas “vidas y raíces” en Jerusalén se ven cada vez más amenazadas por las políticas de colonización (Nairobi 1975).

13. Reconociendo la importancia de la investigación, la documentación y el debate sobre los asentamientos por parte de grupos de la sociedad civil, organizaciones de base religiosa, organizaciones internacionales y en el seno de la sociedad israelí, incluyendo el Informe Sassoon de 2005 del gobierno de Israel.

14. Reiterando el llamamiento del CMI a las iglesias miembros para que acompañen y fomenten el compromiso de no violencia y participen activamente en negociaciones de paz que conduzcan a una paz completa y justa en la que dos naciones puedan existir una junto a otra de forma segura y dentro de fronteras internacionalmente reconocidas.

Por consiguiente, el Comité Central del CMI, reunido en Ginebra del 26 de agosto al 2 de septiembre de 2009, pide a las iglesias miembros y organizaciones relacionadas que:

A. Oren por las personas que están sufriendo por la implantación de unos 200 asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este con las carreteras e infraestructuras necesarias, por la violencia de los colonos, los controles militares y policiales que favorecen a los colonos, y las restricciones a los derechos humanos y los medios de subsistencia básicos de los ciudadanos palestinos, y les presten asistencia.

B. Escuchen el llamamiento de las iglesias de Jerusalén a la comunidad ecuménica internacional para que tome medidas concretas en favor de una paz justa para palestinos e israelíes.

C. Exhorte al Gobierno de Israel y a la Autoridad Palestina a que consideren la propia soberanía política sobre la tierra santa manteniendo los lugares sagrados para las tres religiones monoteístas, y que continúen participando en el proceso de paz emprendido por el “Consejo de las Instituciones Religiosas de Tierra Santa”, en particular en lo que respecta al estatuto de Jerusalén y de los lugares sagrados.

D. Inste a sus respectivos gobiernos para que distingan entre los intereses legítimos del Estado de Israel y sus asentamientos ilegales, y para que alineen sus acciones con tal distinción por el interés de la paz.

E. Controlen y cuestionen a los gobiernos que, por un lado, proporcionan a los palestinos ayuda humanitaria y asistencia para el desarrollo mientras, por otro lado, continúan con políticas exteriores que permiten a Israel causar sufrimiento a los palestinos, dividir Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza, mantener el bloqueo de Gaza e imponer diversas restricciones a la economía palestina.

Asimismo, el Comité Central del CMI:

F. Insta a la potencia ocupante a que respete plena y efectivamente el Cuarto Convenio de Ginebra, en particular su prohibición de efectuar cualquier cambio en la población y el carácter de los territorios ocupados.

G. Insta al Gobierno de Israel a que aplique con urgencia una congelación de duración ilimitada y de buena fe de todas las construcciones y extensiones de asentamientos, como un primer paso hacia el desmantelamiento de todos los asentamientos.

H. Invita a las iglesias miembros y a todos los fieles a que den apoyo moral y práctico a los actos no violentos de resistencia a la confiscación de tierras, la destrucción de bienes palestinos y la expulsión de las personas de sus casas y de sus tierras, como recomendó el Comité Central en 2001.

I. Alienta a las personas de ambas partes del conflicto que han apoyado constantemente el intercambio de tierra para la paz.

J. Felicita a las iglesias miembros, los ministerios especializados y las redes de paz de las iglesias por participar en la Semana Mundial por la Paz en Palestina/Israel, convocada por el CMI del 4 al 10 de junio de 2009 y centrada en el problema de los asentamientos.

K. Invita a las iglesias miembros que todavía no han adoptado el Llamamiento de Amán de 2007 a que lo hagan y se unan a otras iglesias que trabajan por la paz en el marco del Foro Ecuménico Palestina/Israel.

L. Reitera el llamamiento a las Altas Partes Contratantes en el Cuarto Convenio de Ginebra a que apliquen su declaración del 5 de diciembre de 2001, que reafirma la ilegalidad de los asentamientos y de su extensión.

M. Reitera la necesidad de un boicot internacional de los productos y servicios de los asentamientos, de que las iglesias miembros se informen de los productos de los asentamientos que son importados a sus países y de que las iglesias realicen inversiones moralmente responsables a fin de influir en los negocios vinculados a la ocupación israelí y sus asentamientos ilegales

N. Solicita a la administración de los Estados Unidos que vele por que la cuestión de los asentamientos se resuelva como parte de un acuerdo de paz global que comprenda etapas sucesivas entre las medidas provisionales y las del estatuto final.

 

Aprobada por consenso unánime

 

La siguiente oración se propone como recurso para facilitar el compromiso de las iglesias con el tema al que se refiere la declaración:

Jesucristo, nuestro hermano y Salvador,

que caminaste por las rutas de la Tierra Santa y viviste como uno de su pueblo,

camina junto a aquellos cuya ruta está bloqueada, cuya familia está dividida por acciones ilícitas en un país ocupado.

Jesucristo, nuestro hermano y Salvador,

tú que has impugnado la injusticia y formulado nuevas definiciones de poder,

Interpélanos para que expresemos un apoyo no violento a todos los que sufren, y que hablemos claro contra las injusticias que padecen.

Jesucristo, nuestro hermano y Salvador,

tú que has venido a encontrarte con creyentes de diferentes religiones y de comunidades culturales diferentes,

Ven al encuentro dándoles tu apoyo de todos los que buscan una paz y una reconciliación justas entre pueblos divididos, en la tierra de tu experiencia humana.