1. En 1973, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y otras organizaciones de la sociedad civil instaron a las Naciones Unidas a que reconociera la objeción de conciencia al servicio militar como “una expresión válida del derecho de libertad de conciencia” y a que se pongan a disposición de los objetores de conciencia otros medios de servicio. La Declaración sobre la Cuestión de la Objeción de Conciencia al Servicio Militar” de 1973 dice que el CMI y las organizaciones que colaboran con él “creen que ha llegado el momento de que la Comisión (de Derechos Humanos) tome medidas decisivas en pro del reconocimiento internacional del derecho a la objeción de conciencia al servicio militar”. Se citaron cuatro razones como fundamento de esa creencia: la creciente preocupación entre las comunidades religiosas, el respeto al derecho a la libertad de pensamiento y a la integridad de la persona, el papel de los jóvenes en el fomento de la paz y el hecho de que la falta de alternativas al servicio militar conduce a una pérdida de recursos humanos y a condiciones de prisión de jóvenes con convicciones muy arraigadas.

2. En los años siguientes se logró el reconocimiento en los foros internacionales y en un convenio de la ONU sobre derechos civiles y políticos. El movimiento ecuménico, a través del Proceso Conciliar por la Justicia, la Paz y la Integridad de la creación que condujo a la Convocación Mundial sobre Justicia, Paz e Integridad de la Creación, celebrada en Seúl, Corea, en 1990, reafirmó el derecho a la objeción de conciencia. Como resultado, la objeción de conciencia al servicio militar goza de nuevos grados de protección en nombre de la libertad de pensamiento y de religión, así como de la libertad de conciencia.

3. Sin embargo, un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, publicado en 2006, reveló graves carencias en muchos países por lo que respecta a reconocer y ejercer el derecho a la objeción de conciencia al servicio militar y puso de manifiesto que los objetores de conciencia a menudo son castigados, discriminados y encarcelados. Entonces el Comité Central del CMI pidió que se hiciera un estudio a la luz de dicho informe.

4. El estudio del CMI muestra que en muchos lugares las iglesias tienen que resolver situaciones relativas a la objeción de conciencia. Entre las respuestas que dan figuran iniciativas para que se apoye a los objetores de conciencia en algunos países. Tres observaciones dan una idea general de las posiciones de las iglesias sobre la cuestión: las iglesias pacíficas históricas recomiendan encarecidamente que sus miembros se nieguen a participar en cualquier acción militar, respetando al mismo tiempo su libertad de decisión individual. Otras iglesias consideran que tanto el servicio civil como el militar pueden ser opciones cristianas. Por último, si bien muchas, y quizás la mayoría, de las iglesias no tienen una posición oficial sobre la cuestión, el estudio no encontró pruebas de que esas iglesias hablen en contra de la objeción de conciencia.

5. El estudio propone que sea una posición de consenso entre las iglesias afirmar el derecho a la objeción de conciencia para que las personas que sienten que no pueden llevar armas por razones religiosas o de otra índole de conciencia tengan la posibilidad de objetar sin ser sometidas a la discriminación o al castigo.

6. Se ha constatado también que en algunos países en los que existe el derecho a la objeción de conciencia para cumplir con el servicio militar, hay cristianos que se han vuelto susceptibles al uso del dinero de sus impuestos para apoyar la guerra, y, en algunos casos, los gobiernos han emprendido acciones contra ellos con motivo de su objeción de conciencia para pagar impuestos de guerra. Esta evolución de la objeción de conciencia merece una atención y un análisis más específicos.

7. Así, el Decenio para Superar la Violencia reafirma los fundamentos bíblicos, particularmente en el sentido en el que se expresan en el sermón del monte: Bienaventurados los misericordiosos, los pacificadores y los que padecen persecución; y Jesús nos enseña el amor incluso por nuestros enemigos. (Mateo 5:6-9)

Por lo tanto, el Comité Central del CMI reunido en Ginebra, Suiza, del 26 de agosto al 2 de septiembre de 2009:

A. Reitera la posición del CMI y reafirma su apoyo al derecho humano a la objeción de conciencia por razones religiosas, morales o éticas de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y con otros instrumentos jurídicos internacionales, puesto que las iglesias tienen la obligación de apoyar a aquellos que se niegan a participar en la violencia.

B. Pide a las iglesias miembros del CMI, siempre que estén en condiciones de hacerlo, que apoyen el derecho a negarse a llevar y usar armas y que animen a los miembros de las iglesias a reafirmar también dicho derecho.

C. Deplora la situación que viven hombres, mujeres y niños en muchas partes del mundo al ser obligados por los gobiernos y también por fuerzas no gubernamentales u organizaciones paramilitares a hacer el servicio militar.

D. Invita a las iglesias miembros a dirigirse a sus respectivos gobiernos y organizaciones militares para que reconozcan y cumplan con la objeción de conciencia al servicio militar como un derecho humano de conformidad con el derecho internacional.

E. Pide a las iglesias que animen a sus miembros a objetar el servicio militar en las situaciones en que la iglesia considera la acción armada ilegal o inmoral.

F. Anima a las iglesias a analizar y abordar el tema de los impuestos de guerra o militares, y a estudiar alternativas para el servicio militar.

G. Pide a todos los cristianos que oren por la paz, abandonen la violencia y trabajen por la paz a través de iniciativas no violentas.

 

Aprobada por consenso unánime

 

La siguiente oración se propone como recurso para facilitar el compromiso de las iglesias con el tema al que se refiere la declaración:

Dios de paz y justicia

que nos has creado con conciencia y capacidad para realizar decisiones

y que declaras “bienaventurados sean los pacificadores”

Protege a las personas y a las familias que, haciendo uso de estos dones, se han comprometido en sus vidas con la paz y la justicia al negarse a realizar el servicio militar

Ayúdanos a encontrar maneras de reforzar su testimonio en la oración y en la acción

Y de comprometernos de nuevo con la labor por un mundo en el que la violencia no tiene cabida.