Oslo (Noruega), 22 de noviembre de 2021

Es un placer para mí participar hoy, en nombre del Consejo Mundial de Iglesias, en este acontecimiento histórico. Damos las gracias al señor Aamir J. Sheik, presidente del Comité Noruego del 14 de Agosto, al señor Kjell Magne Bondevik, presidente ejecutivo del Centro de Oslo, y a la señora Kjersti Fløgstad del Centro Nobel de la Paz por este “Brobyggerprisen”.

También me complace tener esta oportunidad para intercambiar experiencias con el gran rabino Melchior y el Dr. Al-issa, con quienes comparto este premio.

En mis breves observaciones, hablaré del enfoque del CMI con respecto a la construcción de la paz interreligiosa describiendo sucintamente la evolución de nuestro programa y algunas de las iniciativas más recientes.

El imperativo interreligioso

Fue hace cincuenta años, en 1971, cuando el CMI inició formalmente su labor en el ámbito de la cooperación y el diálogo interreligiosos, creando una oficina para supervisar sus esfuerzos al respecto. Desde entonces, esta ha sido para nosotros una prioridad constante cada vez más importante y se ha convertido en una dimensión transversal en todas nuestras áreas programáticas. Somos conscientes de que los mayores retos mundiales tienen, casi todos, una dimensión interreligiosa. Tanto si abordamos los asuntos internacionales como el medio ambiente, la justicia económica mundial, los derechos de las mujeres y los niños, el racismo, las necesidades de los refugiados o, no menos importante, la tarea de la educación teológica en nuestras iglesias, en todos estos ámbitos y en otros aspectos de nuestro trabajo intentamos tener en cuenta las realidades interreligiosas actuales.

Asimismo, siempre que es posible, tratamos de colaborar con nuestros asociados de otras comunidades religiosas y con nuestros muchos asociados cristianos, e intensificar la cooperación interreligiosa por el bien del mundo en general. Entre otras cosas, mencionaré el último documento publicado conjuntamente con el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Al servicio de un mundo herido en solidaridad interreligiosa: un llamado cristiano a la reflexión y a la acción durante la COVID-19 y más allá, y una declaración emitida junto con el Congreso Judío Mundial, en la que se llama a los dirigentes religiosos a abordar las cuestiones éticas relacionadas con la distribución mundial de vacunas.

Un diálogo al servicio de la paz

Durante el tiempo que llevo ejerciendo de secretario general en funciones, me ha conmovido la cordialidad y la franqueza de nuestras relaciones tanto con nuestros asociados judíos como musulmanes, y me he sentido alentado por nuestra capacidad de colaborar para hacer frente a los desafíos contemporáneos.

Tras una larga pausa, en 2019, se reanudaron las relaciones con el Comité Judío Internacional para Consultas Interreligiosas (IJCIC, por sus siglas en inglés). Estoy profundamente impresionado por la sinceridad de las conversaciones y el deseo de permanecer juntos en torno a la mesa de diálogo, a pesar de los muchos problemas y temas difíciles. A veces, nuestros interlocutores no están satisfechos con las posiciones que adoptamos en solidaridad con nuestras iglesias miembros en Oriente Medio. Pero hablamos a menudo e intentamos entender las perspectivas de cada uno y evitar todas las provocaciones y los malentendidos innecesarios. Si bien abogamos frecuentemente a favor de los derechos y la dignidad humana de los palestinos, el respeto del derecho internacional y el fin de la ocupación, también afirmamos reiteradamente nuestra oposición fundamental al antisemitismo y exhortamos a nuestras iglesias miembros a condenarlo. Asimismo, seguimos defendiendo plenamente el reconocimiento y el profundo respeto del Estado de Israel, y expresando nuestra compasión por el sufrimiento del pueblo israelí que también es víctima del persistente conflicto. Deseamos estrechar nuestra cooperación con nuestros asociados judíos de modo que juntos podamos tender puentes sólidos que garanticen la justicia y la paz para todos.

En el CMI, sabemos, por nuestra larga experiencia, que las relaciones cristiano-musulmanas constituyen una realidad compleja y multidimensional que adopta una gran variedad de formas en muchas partes diferentes del mundo. En esta gran diversidad mundial, hay muchos desafíos y muchas oportunidades y, por lo tanto, también necesitamos un número correspondiente de maneras de entablar un diálogo y construir relaciones de cooperación entre cristianos y musulmanes. Permítanme citar unos pocos ejemplos de nuestro trabajo en este ámbito.

1. El año pasado celebramos el 25o aniversario de diálogo con el Centro para el Diálogo Interreligioso e Intercultural de la Organización para la Cultura y las Relaciones Islámicas de Teherán. Ha sido importante mantener este canal de comunicación con representantes de la tradición islámica chiita. También ha brindado la ocasión de expresar preocupaciones ocasionales relativas a pequeñas comunidades cristianas en Irán. En marzo del año que viene, he prometido visitar el país para fortalecer nuestras relaciones y pronunciar una conferencia en un importante evento internacional.

2. Otro ejemplo bastante diferente de nuestro trabajo con los asociados musulmanes tiene lugar en el norte de Nigeria. Una visita conjunta a la región en 2012 por el entonces secretario general del CMI, Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, ahora obispo primado de la Iglesia de Noruega, y de su alteza real el príncipe Ghazi de Jordania condujo pocos años después a la fundación del Centro Internacional para la Paz y la Armonía Interreligiosas en Kaduna. La propia existencia de este centro es una señal de esperanza en un contexto de divisiones y violencia, y en los pocos años transcurridos desde su establecimiento ya ha llevado a cabo diversas actividades relacionadas con los retos de la reconciliación y la construcción de la paz a escala local. Estamos sumamente agradecidos al Ministerio noruego de Asuntos Exteriores por el generoso apoyo que ha proporcionado a estas iniciativas cruciales.

3. También quisiera mencionar el curso interreligioso de verano, de seis semanas de duración, organizado por el Instituto Ecuménico de Bossey del Consejo Mundial de Iglesias en Suiza. Inicié el primer curso en 2006 y ahora está acreditado por la Universidad de Ginebra. Se trata de una oportunidad fantástica para unos veinte jóvenes estudiantes judíos, musulmanes y cristianos de todo el mundo de vivir y estudiar juntos en un ambiente seguro de cordialidad y respeto mutuo. El objetivo es descubrir cómo otras comunidades religiosas pueden encontrar soluciones constructivas a los problemas de nuestro tiempo y preparar a nuestros participantes para que se conviertan en constructores de puentes y embajadores para una paz justa.

Finalmente, estoy orgulloso de representar al CMI en el Alto Comité para la Fraternidad Humana, un comité internacional independiente establecido para promover los valores humanos de la fraternidad en comunidades de todo el mundo y traducir las aspiraciones del Documento sobre la Fraternidad Humana, firmado por su eminencia el gran imán de Al-Azhar, el profesor Ahmad Al-Tayyeb, y su santidad el papa Francisco, en 2019.

El corazón y el alma de la construcción de la paz interreligiosa

En nuestro contexto globalizado, nuestra labor en materia de cooperación, construcción de la paz y diálogo interreligiosos crea la posibilidad de una fraternidad genuina entre las comunidades religiosas para hacer frente a los conflictos, pero también para prevenirlos; para establecer y mantener la paz, pero también para afianzarla en el corazón de las personas.

No obstante, los retos planteados por el encuentro interreligioso también nos llevan a abordar muchas cuestiones difíciles. No podemos pretender que el camino de la cooperación, la construcción de la paz y el diálogo interreligiosos sea fácil. Pero es allí donde Dios nos pide que vayamos, confiando en que él nos acompaña y en sus buenos designios para toda la creación.

Que nuestra construcción de puentes interreligiosos nos una en nuestro trabajo por la paz, que lleve a la reconciliación entre las comunidades divididas, y nos acerque cada vez más al amor divino que crea y sustenta toda la vida, instándonos a participar en la labor de sanar este mundo hermoso pero roto.