Proteger la vida y la dignidad humana de las personasRespuestas de la iglesias a las nuevas amenazas a la paz y la seguridad humanaConstruir comunidades hospitalarias: dar una respuesta a la migración / Vida pública, religión y política

12. Caminar en la verdad, hablar con poder

Desde el profeta Isaías al pastor Bonhoeffer, desde Ester en el antiguo Israel hasta las Madres de Plaza de Mayo en la Argentina de hoy día, los profetas son personas reales e inspiradoras. En la Biblia, son elogiados con regularidad. La promesa de Dios de un nuevo cielo y una nueva tierra le debe algo a su labor. Con todo, la mayor parte de los creyentes -sin importar su grado de compromiso con la justicia de Dios- no se llamarían a sí mismos profetas ni pensarían que son personas proféticas. Los profetas son gente inusual, remota y extraña. Es bien conocida la amonestación "Hablar con la verdad al poder", pero en la vida diaria la mayoría de los seguidores de Jesús viven en silencio, se sienten impotentes y siguen teniendo dudas sobre cómo enfocar el poder y sobre si en realidad logran marcar la diferencia quienes lo intentan.

Y lo que es más, el profeta Samuel habló directamente con el rey Saúl. No se alude a medios de comunicación, fuerzas del mercado o alianzas internacionales interponiéndose entre ellos, sin embargo, se subraya claramente la dimensión relacional del poder. En nuestro mundo, el poder está dividido en estructuras globales de influencia, riqueza, información y privilegio. Se define por la imagen y la prerrogativa. Las viejas dinámicas de género y raza se reiteran en nuevos modelos de opresión. El poder está mediatizado y se proyecta a través de culturas y regiones enteras. Sus fuentes son más impersonales que nunca, con todo, su impacto es más sutilmente personal que en el pasado.

La pasada década ha sido testigo de profundos cambios en el poder político: de un mundo bipolar a una única superpotencia, con nuevas posibilidades para países como China, Rusia y la India desempeñando papeles clave. Al mismo tiempo, a nivel local, nacional e internacional, la sociedad civil se está volviendo cada vez más activa a la hora de expresar su poder y, en algunas situaciones, de influenciar las directrices de la política mundial. Las iglesias individuales y las organizaciones conexas ponen en escena programas de defensa de causas altamente elaborados y los apoyan a pesar de los importantes factores en contra. Las iglesias unidas en la defensa de causas han hecho del CMI un espacio moral dentro de un sistema internacional que se muestra a veces confundido y donde escasean con frecuencia las respuestas viables.

A pesar de todo, un profeta, el Hijo de Dios, se encuentra en el umbral del corazón humano y habla en los aledaños del poder terrenal: Yo soy la Verdad. Bienaventurados son los pobres, y también los mansos. Todo lo que hagas al más pequeño de ellos me lo haces a mí. Desata las cadenas de opresión. Permite que la justicia fluya. Camina humildemente junto a Dios. ¿Oímos estas palabras de esperanza y nos confortamos?

En la primera sesión, los participantes discutirán la naturaleza del poder público en el mundo de hoy y dispondrán el escenario para un mayor análisis. Examinarán el poder a diferentes niveles, desde el local al mundial, desde el bipolar al multilateral, y también identificarán nuevas formas de poder.

La segunda sesión examinará la capacidad de las iglesias para caminar en la verdad y hablar con poder. ¿Cómo podemos comparar nuestra situación con las narraciones bíblicas acerca de la acción profética? Frente a un mundo más integrado y más complejo, ¿cuáles son los principales puntos fuertes de las iglesias para tratar e influenciar al público y a las autoridades corporativas?

La tercera sesión debatirá el balance entre las acciones para denunciar, para ofrecer esperanza y para vivir con esperanza. Los participantes escucharán y debatirán testimonios y se les pedirá escoger los dones de Dios que están recibiendo en esta Asamblea y que traerán de vuelta a sus iglesias como una expresión dinámica de la acción ecuménica en el mundo: las iglesias hablando con la verdad al poder como un testimonio crítico, moral, constructivo y unido en un mundo que está siendo transformado por el amor misericordioso de Dios.

13. Proteger la vida y la dignidad humana de las personas

El contexto cambiante del mundo tras el final de la Guerra Fría plantea nuevas amenazas a los derechos humanos y a la dignidad humana. El debilitamiento del estado-nación como resultado del proceso de globalización, el mayor número de conflictos que se producen dentro de los estados más que entre ellos… todo ello ha supuesto el aumento de la violencia contra la población civil inocente, mujeres y niños, y amenaza su dignidad y sus derechos, tanto civiles y políticos como económicos, sociales y culturales.

Trabajar por la justicia es la esencia del mensaje de la Biblia. Los profetas apelan al pueblo de Dios a actuar con justicia, especialmente para con los pobres, las víctimas, los oprimidos (véase p. ej. Is 1:17). El mensaje de Jesús es un mensaje de vida, y de vida en toda su plenitud (Juan 10:10). La Biblia nos sugiere un enfoque holístico de la justicia, la vida y la dignidad, que considere a los seres humanos administradores de la creación, y que proteja, como hace Dios con su gracia, toda la creación con una especial preocupación por los miembros más débiles de la comunidad (Salmo 82).

La búsqueda de la justicia, los derechos y la vida en su plenitud no puede ser meramente entendida desde una perspectiva individual. Las perspectivas bíblicas, teológicas y éticas requieren el cambio del individuo a la comunidad. Esta comprensión colectiva de la dignidad humana y de los derechos humanos también se ve subrayada por las tradiciones africanas e indígenas.

En este contexto, ¿cuál debería ser la responsabilidad de la comunidad internacional para proteger la dignidad de las personas de graves violaciones de los derechos humanos, genocidios y crímenes de guerra? ¿Cuál es el papel de las iglesias en la promoción y la protección de la vida y la dignidad? ¿Cómo pueden tratarse, desde perspectivas éticas y teológicas, los asuntos de impunidad, libertad religiosa, derechos a la tierra? ¿Qué papel pueden desempeñar las iglesias en las situaciones posteriores al conflicto y en la reconciliación?

Primera sesión: Esta sesión evaluará el contexto cambiante en el terreno de la dignidad humana y los derechos humanos, distinguirá las nuevas tendencias y planteará algunas cuestiones éticas que deben ser abordadas por la familia ecuménica, entre las que se encuentran como consecuencias de la globalización: los cambios económicos, las injusticias en el poder, la concienciación de los derechos humanos y el respeto a los mismos. Se estudiarán los procesos de las Naciones Unidas (reforma de las Naciones Unidas, Consejo de Seguridad, Comisión de Derechos Humanos, etc.), el fracaso de la comunidad internacional a la hora de responder a situaciones críticas y la necesidad de implementar los derechos establecidos.

Segunda sesión: Esta sesión permitirá compartir ejemplos a las iglesias y los asociados ecuménicos que trabajan en pro de los derechos humanos en contextos diversos y cambiantes. Esto incluirá: ejemplos históricos del apoyo a las víctimas de violaciones de derechos humanos, defensa de causas en cuanto a problemas de base, acompañamiento ecuménico en situaciones arriesgadas, participación de las iglesias en el trabajo de verdad y reconciliación, etc. Se aprenderán lecciones de estos éxitos al igual que de las dificultades con las que se han tropezado las iglesias que están divididas y/o no quieren arriesgarse al compromiso de trabajar por los derechos humanos, y del diálogo interreligioso para la promoción y la protección de los derechos humanos.

Tercera sesión: Esta sesión identificará nuevas áreas y tendencias en el trabajo de las iglesias y el movimiento ecuménico para proteger los derechos y la dignidad de las personas, y examinará nuevas pautas para acompañar a las iglesias en situaciones críticas y para trabajar ecuménicamente a favor de la transformación, la paz y la reconciliación.

14. Respuesta de las iglesias a las nuevas amenazas a la paz y la seguridad humana

Una nueva ola de militarización está condicionando el escenario internacional. En los presupuestos nacionales, el gasto militar parece ser una prioridad muy por encima del desarrollo social y humano. Al mismo tiempo, las dificultades con los tratados diseñados para controlar o eliminar ciertas armas especialmente destructivas son una clara señal de las nuevas tendencias que amenazan la seguridad humana y el bienestar.

El aumento de la proliferación de las armas pequeñas y ligeras es responsable del 95% de los asesinados en los conflictos armados de hoy día. Los actores no estatales que cometen actos de terror están ahora más internacionalizados y mejor organizados que antes. La tecnología militar entra cada vez en mayor contacto con la vida civil como consecuencia de la denominada "guerra contra el terror". La industria de armamentos sigue siendo una actividad muy lucrativa y muchos países practican una doble moral con su discurso sobre la paz y su tráfico de armas.

El tratado que controla las armas de destrucción masiva más temibles, el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares, se está erosionando. Las armas nucleares siguen en importante estado de alerta mientras los foros intergubernamentales diseñados para controlarlas están paralizados. El pacto fundamental detrás del tratado -que los estados provistos de armas nucleares eliminarán progresivamente sus armas para que los estados que no tienen armas nucleares no se procuren esas mismas armas- está ahora roto en ciertas regiones del mundo. Se está a la espera de un trabajo concienzudo de reparación. Ciento ochenta y nueve estados están involucrados en este callejón sin salida; aún una mayoría dividida no triunfa sobre las políticas de unos pocos poderosos.

En el pensamiento actual, el concepto de seguridad se ha alejado de la seguridad nacional para centrarse en la seguridad humana, que abarca los derechos y las necesidades de individuos y comunidades. Sin embargo, en la era de una "guerra contra el terror" mundial, la seguridad nacional ha reaparecido como una amenaza a los ciudadanos y sus derechos.

La paz, junto con la justicia y el amor, son dones dados por Dios (Salmo 85:8-13). Jesucristo mismo es nuestra paz (Ef 2:14). Nuestro mandato como cristianos es buscar la paz, obrar con arreglo a ella y transformar el mundo en comunidades de paz y de reconciliación. El Decenio para Superar la Violencia (DSV)1 es un marco para trabajar por la paz y superar las amenazas a la paz y la seguridad humana.

Primera sesión: Esta sesión evaluará las nuevas amenazas a la paz y la seguridad humana que surgen de la proliferación y la sofisticación de las armas, el aumento de la militarización en las sociedades y las interrelaciones entre ellos. ¿Cómo ven y experimentan las personas las diferentes amenazas a la paz en sus realidades locales?

Segunda sesión: Esta sesión compartirá los ejemplos positivos de la participación de las iglesias en el desarme y en la lucha contra la militarización mediante: la destrucción de armas pequeñas después de las guerras, la participación en el control de armas, la promoción de códigos de conducta sobre la exportación de armas, las diferentes acciones tomadas contra las armas pequeñas en el contexto del Decenio para Superar la Violencia. ¿Qué lecciones pueden aprenderse? ¿Cuáles son los recursos del movimiento ecuménico (teológicos, éticos, espirituales, humanos) para marcar la diferencia?

Tercera sesión: Esta sesión abordará la cuestión de cómo utilizar la experiencia de las iglesias en relación con amenazas presentes y futuras de armas nucleares y otras armas de destrucción masiva. ¿Cómo pueden combinarse los recursos teológicos y la experiencia pastoral con la defensa de causas políticas en la labor contra la proliferación de armas pequeñas? ¿Cómo se puede ayudar a las iglesias a que tengan más valentía con respecto a estos asuntos? ¿Cómo pueden fortalecerse el papel y el potencial del DSV en el área de la militarización? ¿Qué mensaje de esperanza puede ser enviado para superar los miedos que provienen de nuevas amenazas a la paz y la seguridad humana?

1 "El Decenio para Superar la Violencia: Las iglesias en busca de reconciliación y de paz" (2001-2010) apela a iglesias, organizaciones e individuos a afrontar los desafíos de la violencia y la no violencia con nuevos métodos creativos en el espíritu del Evangelio.

15. Construir comunidades hospitalarias: dar una respuesta a la migración

En todo el mundo, las personas se mueven cada vez más. Muchos se ven forzados a abandonar sus comunidades a causa de la guerra, las violaciones de derechos humanos, la extrema pobreza, la degradación medioambiental o las desigualdades sociales. Pero otros se marchan por un deseo de explorar nuevas oportunidades, reunirse con miembros de la familia o encontrar trabajos mejores. La migración es una realidad de la vida y ha sido así desde tiempos bíblicos. Desde el principio hasta el fin de las escrituras hebreas, las personas están llamadas a amar a los extranjeros y los exiliados y a ser hospitalarias con ellos (Lv 19:33-34). El llamamiento de Cristo para dar la bienvenida al forastero (Mt 25:31-45) es un punto clave del mensaje del Evangelio. Como se expresó en la reunión de la Comisión de Fe y Constitución celebrada en julio de 2004, "Por medio de la práctica de la auténtica hospitalidad, que trasciende de algún modo la distinción entre 'huésped' e 'invitado', tiene lugar una transformación mutual". Hoy día, uno de cada cincuenta habitantes de la tierra vive fuera de su país de origen, más millones están desplazados dentro de sus propios países y la migración se convierte progresivamente en un problema de las mujeres. Al mismo tiempo que la globalización conduce a una mayor libertad de movimiento de capitales, bienes y servicios, se levantan muros para limitar el movimiento de las personas. Como "parte humana" de la globalización, el fenómeno de la migración significa que virtualmente todas las sociedades son multiculturales y multirreligiosas. Los refugiados y los migrantes enriquecen las sociedades en las que viven, pero el proceso de integración es, con frecuencia, difícil. Las tensiones sociales están en aumento en muchos países mientras los gobiernos, las iglesias y las sociedades tratan de superar las consecuencias de estos movimientos de población.

El fenómeno de la migración es complejo y plantea cuestiones a las iglesias a muchos niveles. Mientras los gobiernos levantan barreras para no dejar entrar a la gente -con frecuencia justificando esta acción por razones de seguridad-, la gente desesperada toma medidas arriesgadas para huir de sus países. El tráfico aumenta en todas las regiones. Muchas sociedades receptoras están experimentando un gran aumento del racismo y la xenofobia, mientras los países que abandonan los migrantes sufren frecuentemente la "fuga de cerebros". Las sociedades y las iglesias están luchando con el asunto de cómo los migrantes y refugiados pueden preservar su cultura y, a la vez, integrarse en sus nuevas sociedades. Al mismo tiempo, los inmigrantes establecen por sí mismos sus propias iglesias. Las iglesias se ven desafiadas no sólo a ofrecer hospitalidad a aquellos que llegan a sus países, sino también a combatir el estigma y la discriminación en sus sociedades y a desafiar las políticas de sus gobiernos. Del mismo modo que las iglesias están siendo transformadas por la presencia de migrantes y refugiados, crecen las oportunidades para el entendimiento interreligioso a nivel local. Construir comunidades hospitalarias puede, en ocasiones, ser una empresa costosa.

En la primera sesión, los participantes examinarán las tendencias presentes en la migración, especialmente las políticas gubernamentales, las razones detrás de las nuevas formas de migración y el impacto de la migración tanto en las sociedades que reciben inmigrantes como en las que hay emigrantes.

En la segunda sesión, los participantes debatirán cómo responden las iglesias a nivel local, nacional, regional y mundial, explorando las maneras en que las iglesias trabajan juntas para encarar las necesidades de los que abandonan sus comunidades.

En la tercera sesión, los participantes reflexionarán sobre cómo las iglesias se ven desafiadas a trabajar juntas -más allá de fronteras nacionales- para responder a los retos de la migración.

16. Vida pública, religión y política: ambigüedades y posibilidades

La relación entre religión y política ha sido destacada en las escrituras hebreas y el Nuevo Testamento. La historia de los Reyes y los Jueces muestra las características del líder político justo, mientras muchos de los profetas denuncian a aquellos que abusan de su poder para oprimir al pueblo. Jesús distinguió entre los reinos de César y de Dios (Marcos 12:17). El llamamiento a sus seguidores para trabajar por la paz y la justicia desafía a las iglesias hoy día a reflexionar sobre su papel en la vida pública y en la política.

Si bien la influencia de la religión en la política no es un fenómeno nuevo, se puede observar hoy día una interacción creciente entre la religión y la política y los procesos y conflictos políticos en la mayoría de las culturas, países y contextos. Parece admitirse cada vez más que la religión tiene un lugar en la vida pública; al mismo tiempo, existen diversos puntos de vista sobre cuál debería ser ese lugar. Los cristianos de todos los puntos del planeta sienten que su fe debería ser la base de su acción política, al igual que piensan muchos seguidores de otras tradiciones religiosas. Mientras unos dan la bienvenida a este mayor compromiso político por parte de grupos religiosos, otros se muestran cautelosos ya que los resultados de este compromiso son ambiguos.

En algunos casos, la religión ha estimulado violentos conflictos políticos y ha sido utilizada para justificar políticas violentas y opresivas. En otras ocasiones, la religión ha sido un componente clave en la construcción de la paz y la reconciliación. La religión ha estado íntimamente relacionada con confrontaciones étnicas, aspiraciones nacionales de independencia y autodeterminación, luchas por ejercer el poder. Aunque la mayoría de las iglesias están de acuerdo con que la religión tiene un papel que desempeñar en la vida pública, tienen posturas diferentes sobre cómo debería expresarse este compromiso. La necesidad de reflexionar y discernir la interacción entre religión, comunidades religiosas y poder -y los dilemas éticos que resultan de esta interacción- es crucial para responder al llamamiento en pro de la transformación del mundo.

Primera sesión: Esta sesión identificará las tendencias globales sobre el papel de la religión en la política en diversos contextos, con ejemplos de regiones diferentes, preferentemente también de distintos contextos religiosos: cristiano, musulmán, judío e hindú.

Segunda sesión: Esta sesión identificará las respuestas de las iglesias a este desafío. Los ejemplos específicos desde contextos diferentes abarcarán: el papel de la religión en la vida pública, los derechos religiosos de grupos minoritarios, el papel de las iglesias en contextos posteriores a un conflicto, y las relaciones entre el estado y la iglesia.

Tercera sesión: Esta sesión mirará hacia el futuro planteando preguntas tales como: ¿Cuáles son los retos del movimiento ecuménico al asistir a las iglesias que encaran una comprensión cambiante del papel de la religión en la política? ¿Cómo puede el movimiento ecuménico reflexionar sobre la diversidad entre los cristianos acerca del papel de la religión en la política y responder a ella? ¿Cómo puede incorporarse la dimensión interreligiosa a una agenda ecuménica sobre este asunto crucial?