El siguiente informe fue presentado ante la Asamblea y recibido por ésta.
Sus resoluciones fueron propuestas por el Comité de Cuestiones de Actualidad y aprobadas por la Asamblea mediante el método de consenso.
Disintieron algunos delegados en la Asamblea tal como se registra en las notas finales.

1. La comunidad internacional debe trabajar unida para contribuir al respeto del mundo entero por la diversidad, la cultura y la religión. Las comunidades y los líderes religiosos tienen la responsabilidad especial de promover la tolerancia y de tratar de aminorar el desconocimiento de otras religiones. Los representantes de las 348 iglesias de 120 países, reunidas en Porto Alegre, Brasil, en la 9ª Asamblea del CMI, reafirman su compromiso de respetar el diálogo y la cooperación entre los creyentes de las distintas religiones y convicciones religiosas. Mediante el diálogo aprendemos de la fe de los demás y comprendemos mejor su dolor y frustración. Nos vemos a nosotros mismos a través de los ojos de los demás. Además, percibimos mejor el papel que desempeña la religión en la política nacional e internacional.5

2. En un mundo donde observamos que la religión y la política están cada vez más interrelacionadas, hay muchos conflictos y tensiones que llevan la impronta de la religión. El CMI ha promovido siempre el diálogo interreligioso tanto a nivel internacional como local. Instamos a las iglesias miembros y a los consejos nacionales de las iglesias a que creen plataformas para facilitar este diálogo. Éste debería venir acompañado por una cooperación para que las comunidades de fe interpelen al resto de la sociedad civil y los gobiernos con respecto a cuestiones de interés común, especialmente, allí donde la religión, los lugares sagrados, los derechos de las minorías y los derechos humanos se encuentran amenazados.

3. Con respecto a la publicación de los dibujos del profeta Mahoma del Islam, que comenzó en Dinamarca en septiembre del año pasado, reconocemos que es esencial fortalecer el diálogo y la cooperación entre los cristianos y los musulmanes. Las publicaciones han sido motivo de controversia en todo el mundo. La reproducción de las mismas ha dado lugar a reacciones violentas que aumentan la tensión. Como creyentes, comprendemos el dolor causado por el menosprecio de algo que se considera valioso para la fe. Deploramos la publicación de esos dibujos. Nos sumamos también a las voces de muchos líderes musulmanes que han lamentado las violentas reacciones a que ha dado lugar dicha publicación.

4. La libertad de expresión es, por supuesto, un derecho humano fundamental que necesita de garantías y amparo. Se trata tanto de un derecho como de una responsabilidad. Mediante el ejercicio de este derecho se obliga a las estructuras de poder a rendir cuentas y se afrontan los abusos de poder. Con la publicación de los dibujos, se ha utilizado la libertad de expresión para causar dolor ridiculizando las religiones, los valores y la dignidad de los pueblos. Al hacerlo así, se devalúa el fundamento de este derecho. Tenemos presente lo que escribió San Pedro: "Actuad como personas libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos" (1 P 2; 16-17). El uso incorrecto de la libertad de expresión debería abordarse con medios noviolentos como la crítica y las expresiones de desacuerdo rotundo.

5. Reconocemos que en la actual situación de tensión intervienen otros aspectos además de los religiosos. El fracaso a la hora de encontrar una solución justa y pacífica al conflicto árabe-israelí, la reticencia para aceptar los resultados de unas elecciones libres, junto con las guerras de Iraq y Afganistán incrementan la frustración dentro de un contexto histórico marcado por las cruzadas y el colonialismo. En numerosas regiones en el mundo, hay personas que se reconocen exluidas política y económicamente, y a menudo, viven la experiencia de ver cómo los poderes y las culturas dominantes aplican un doble rasero cuando tratan cuestiones que son importantes para ellos. En las regiones ricas e influyentes del mundo, hay muchos países cuyas políticas de integración no han logrado que las minorías se sientan acogidas. Por el contrario, éstas deben afrontar el racismo, los estereotipos, la xenofobia, y una falta de respeto por su religión.

6. En nuestro mundo, la verdadera tensión no es la que se da entre religiones y creencias, sino entre ideologías seculares y religiosas agresivas, intolerantes y manipuladoras. Estas ideologías se utilizan para legitimar el uso de la violencia, la exclusión de las minorías y la dominación política. Las principales víctimas de esta clase de conflictos son las minorías religiosas que viven en un contexto de diferencia con la mayoría cultural. Sin embargo, reconocemos que existe un respeto y una tolerancia cada vez mayores en todas las culturas. Muchos están aprendiendo que es posible ser diferente, incluso estar en desacuerdo y, sin embargo, seguir dialogando con serenidad y colaborando por el bien común.

7. La crisis reciente indica la necesidad de que los estados y las sociedades seculares entiendan mejor y respeten más el papel y el significado de la religión en un mundo multicultural y globalizado, y especialmente como una dimensión de la identidad humana. Esta actitud contribuirá a que la religión y los pueblos de fe sean instrumentos para tender puentes entre las culturas y las naciones y a que ayuden a resolver los problemas subyacentes.

Resoluciones:

La Novena Asamblea, reunida en Porto Alegre, Brasil, del 14 al 23 de febrero de 2006:

a) Aprueba la Nota sobre el respeto mutuo, la responsabilidad y el diálogo con los pueblos de otras religiones.

b) Pide a las iglesias miembros y a los asociados ecuménicos de todo el mundo que expresen y manifiesten su solidaridad con aquellos que sufren ataques a su religión, y que se unan para defender la integridad de su religión mediante medios noviolentos.

c) Recomienda a todas las iglesias miembros y a los consejos nacionales y regionales de las iglesias que contribuyan a la creación de plataformas para el diálogo con los creyentes de otras religiones o no creyentes, y que consideren las razones sociales, económicas y políticas, tanto inmediatas como subyacentes, de las las divisiones, buscando la interacción con los gobiernos y las autoridades seculares.

d) Insta a las iglesias miembros y a los asociados ecuménicos a que, en contextos donde la religión interactúa con la política causando divisiones, profundicen en el diálogo con los dirigentes de otras religiones, buscando soluciones en común y formulando códigos comunes de conducta.

e) Exhorte a las iglesias miembros y a los asociados ecuménicos de todo el mundo a que sigan haciendo frente al racismo, el sistema de castas, los estereotipos y la xenofobia en sus respectivas sociedades y a que, junto con los pueblos de otras religiones, promuevan una cultura de respeto y tolerancia.

f) Reafirma nuestro compromiso con el derecho a la libertad de expresión, pidiendo al mismo tiempo a las iglesias miembros que contribuyan a una necesaria reflexión sobre la manera propiciar una conducta ética y el buen juicio en el ejercicio de ese derecho.