"Dios, en tu gracia, transforma el mundo"
Mensaje de la 9ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias:
una invitación a la oración

Como representantes de las iglesias de todas las regiones del mundo nos reunimos en Porto Alegre, Brasil, en la primera década del tercer milenio, para celebrar la primera Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias en América Latina. Oramos, reflexionamos sobre las Escrituras, nos empeñamos y celebramos juntos en nuestra unidad y diversidad, procurando escucharnos atentamente unos a otros con espíritu de consenso. Hermanas y hermanos, os saludamos.

Reunidos en febrero de 2006, compartimos con los participantes en la Asamblea los clamores que día a día se elevan en nuestros países y regiones a causa de los desastres, los conflictos violentos y las condiciones de opresión y de sufrimiento. Sin embargo, Dios nos ha capacitado para que demos un testimonio de transformación en la vida de cada persona, las iglesias, las sociedades y el mundo en su totalidad.

En los informes y las decisiones de la Asamblea comunicamos a las iglesias y al mundo desafíos y exhortaciones para la acción, como el llamamiento de mitad de período a renovar nuestro compromiso con el Decenio Ecuménico para Superar la Violencia (2001-2010), los principios rectores en la búsqueda de la unidad cristiana, nuestro empeño en el diálogo interreligioso, la plena participación intergeneracional de hombres y mujeres, y las declaraciones en común dirigidas a las iglesias y al mundo sobre cuestiones de actualidad.

El objetivo de este mensaje es reflejar lo que constituye el centro de la Asamblea, sus vivencias y sus esperanzas. El tema de esta Novena Asamblea es una oración: "Dios, en tu gracia, transforma el mundo". En la oración nuestros corazones se transforman, por ello nuestro mensaje se centra en la oración:

Dios, en tu gracia,

por el amor de tu Hijo Jesucristo y el soplo del Espíritu Santo,

has creado y sustentas tu universo

Juntos nos volvemos a ti en oración, porque eres tú quien nos une:

eres el único Dios en quien creemos,

solo tú nos das el poder de hacer el bien,

tú nos envías por toda la tierra en misión y servicio en el nombre de Cristo.

Confesamos ante ti y todo tu pueblo:

Hemos sido siervos indignos. Hemos abusado de los dones que nos has dado.

No somos sólo víctimas, sino también victimarios.

Nos herimos unos a otros por las divisiones que nos separan en todas partes.

Hemos dilapidado y maltratado la creación.

No hemos sabido actuar con firmeza contra la destrucción del medio ambiente, la pobreza, el racismo, la guerra y el genocidio.

En todo esto, negamos a Jesucristo que, en su encarnación, vino para salvarnos y enseñarnos a amar.

Perdónanos, oh Dios, y enséñanos a perdonarnos unos a otros.

Dios, en tu gracia, transforma el mundo.

Dios, escucha el clamor de toda la creación,

los gemidos de las aguas, el aire y la tierra,

el llanto de quienes son explotados, marginados, abusados y víctimas de la violencia,

de los desposeídos y silenciados, cuya humanidad es menospreciada,

de quienes sufren a causa de enfermedades de todo tipo o de la guerra

y de la violencia de los arrogantes que eluden la verdad,

distorsionan la memoria y niegan la posibilidad de reconciliación.

Dios, guía a todos los que ocupan puestos de autoridad para que tomen decisiones que reflejen integridad moral.

Dios, en tu gracia, transforma el mundo.

Te damos las gracias por tus bendiciones y los signos de esperanza que ya están presentes en el mundo, en hombres y mujeres de todas las edades y en quienes nos han precedido en la fe;

en los movimientos para erradicar la violencia en todas sus formas, no sólo por un decenio sino para siempre;

en los diálogos profundos y sinceros que se entablan en nuestras iglesias y con los creyentes de otras religiones en la búsqueda de entendimiento mutuo y respeto recíproco;

en quienes colaboran por la paz y la justicia, en circunstancias excepcionales o en el día a día.

Te damos las gracias por las buenas nuevas de Jesucristo, y por la seguridad de la resurrección.

Dios, en tu gracia, transforma el mundo.

Por el poder y la orientación de tu Espíritu, oh Dios,

que nuestras oraciones no sean palabras vanas,

sino una respuesta diligente a tu Palabra viva -

en la acción no violenta directa por el cambio positivo

en actos claros y audaces de solidaridad, liberación, sanación y compasión.

Abre nuestros corazones para amar y que veamos que todas las personas están hechas a tu imagen,

para cuidar de la creación y afirmar la vida en su maravillosa diversidad.

Haznos ofrenda de nosotros mismos, para que podamos ser tus colaboradores en la transformación,

a fin de empeñarnos en la búsqueda de la plena unidad visible de la Iglesia una de Jesucristo,

y que seamos prójimos de todos,

en la expectativa ansiosa de la plena revelación de tu reino,

de la venida de un nuevo cielo y una nueva tierra.

Dios, en tu gracia, transforma el mundo. En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.