Texto Bíblico:

Pero servirás al SEÑOR tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré las enfermedades de en medio de ti. (Éxodo 23:25)

Reflexión

El cambio climático se ha convertido en una preocupación recurrente. Relacionado con el calentamiento global, con demasiada frecuencia se lo reduce a una amenaza unidimensional vinculada al aumento de la temperatura. El lema de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 ºC se ha convertido en la consigna principal de los esfuerzos para mantener el cambio climático dentro de un marco manejable.

El impacto más visible del cambio climático relacionado con el agua, especialmente para los que viven en áreas continentales y lejos de las islas amenazadas por el aumento del nivel del agua en los océanos, es la sequía y la escasez de agua. De hecho, el aumento de las temperaturas provoca la evaporación del agua, lo que lleva a una mayor escasez de agua y a un aumento de la sequía.

Europa es un continente rico en agua y el cambio climático abre una nueva perspectiva al respecto. En 2018 y 2019, Europa vivió dos sequías estivales excepcionales y consecutivas, una combinación de eventos que los científicos consideraron "sin precedentes en los últimos 250 años". Durante la sequía de 2018, algunas partes de Europa Central recibieron menos de la mitad de sus precipitaciones habituales. Dejando de lado este momento extraordinario, o el hecho de que Europa sea un continente rico en agua, alrededor del 20 % del territorio y el 30 % de la población europea se ven afectados por el estrés hídrico en un año medio. Las sequías y la escasez de agua ya no son fenómenos excepcionales o extremos en Europa. Y, en este continente rico en agua, más de 16 millones de personas todavía carecen de acceso básico a agua potable.

Sí que es cierto que el acceso al agua no tiene que ver únicamente con el cambio climático. Sin embargo, el cambio climático agrava este problema porque, a medida que se va calentando el clima, se esperan sequías cada vez más graves y frecuentes. El informe más reciente del IPCC revela que el cambio climático ya ha causado daños sustanciales y una aceleración de las pérdidas irreversibles de agua dulce terrestre, y que el alcance y la magnitud de los impactos del cambio climático son mayores que nunca antes. 

Sin embargo, la cuestión de la relación entre el agua y el cambio climático va más allá. La palabra clave aquí es vulnerabilidad. Inundaciones repentinas en los lugares más inesperados, tormentas y lluvias torrenciales en zonas antes imprevistas o la pérdida de vidas y enormes daños materiales (que también están dando lugar a un número cada vez mayor de casos de inestabilidad atmosférica causada por el cambio climático).   

El cambio climático está aquí, lo provoca el hombre y debemos afrontarlo. No se puede evitar. Las principales características del cambio climático, según el último informe del IPCC, están ahora firmemente arraigadas en la imprevisibilidad del sistema climático y la vulnerabilidad expuesta de los seres humanos, especialmente cuando se observa el impacto del cambio climático en nuevas regiones y en actividades que antes se consideraban como una garantía para la satisfacción de las necesidades básicas y de un cierto nivel de vida como, por ejemplo, la agricultura. Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, usó las palabras adecuadas en su revisión del informe del IPCC cuando lo describió como "un atlas del sufrimiento humano y una denuncia irrebatible del fracaso del liderazgo climático".

¿Qué podemos hacer al afrontar estos hechos? La ciencia emite advertencias; la política se esfuerza para formular nuevas reglas. ¿Qué se debería añadir desde la perspectiva de la fe cristiana? La fe describe el mundo como un don dado a la humanidad bendecido por Dios. Sin embargo, el beneficio de esta bendición depende de nuestra relación con Dios. Al olvidar que el mundo es un don que necesita ser cuidado, al olvidar nuestra tarea de protegerlo y cultivarlo, y al considerar la creación principalmente como un recurso de nuestra riqueza y prosperidad sin considerar las repercusiones, la riqueza puede volverse rápidamente algo con poco significado o beneficio.

En nuestros esfuerzos por abordar los desafíos ecológicos podemos pedir justicia, y con razón. Sin embargo, no debemos perder de vista la fragilidad humana y el sufrimiento y el dolor innecesarios que ocasiona el cambio climático. Debemos tener en cuenta que son una causa directa de la falta de respeto a los límites del mundo en el que vivimos y están arraigados en el fracaso de nuestra relación con Dios.

Preguntas:

  • ¿Puede contemplar el agua más allá de su uso necesario en la vida cotidiana en términos de higiene, consumo y como parte de la cadena alimentaria? ¿Podemos considerarla una bendición?
  • ¿Cómo revela el agua la fragilidad y vulnerabilidad de la vida humana?

Acción:

  • Piense en su consumo de agua
  • Únase activamente al movimiento Tiempo de la Creación 2022; el tema para este año es «Escucha la voz de la creación».

Recursos:

* Rev. Dr. Peter Pavlovic es el secretario de estudio de la Conferencia de Iglesias Europeas. Su trabajo en curso incluye la cooperación ecuménica, la participación de las iglesias en la sociedad y en el diálogo con las instituciones políticas europeas, así como las preocupaciones de la ética social cristiana en el diálogo con la ciencia, la ética y la política. Se centra en las reflexiones teológicas y éticas de las preocupaciones relacionadas con la fe y la economía, la ecología y el desarrollo sostenible.

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Pavel Pavlovic
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