Introducción
La justicia de Dios permite a las personas rendir culto a Dios libremente. Jerusalén es una ciudad sagrada para tres de las religiones principales del mundo: el judaísmo, el cristianismo y el islam, que adoran al Dios de Abram. Isaías, reconocido como profeta por estas tres religiones, declara en este texto bíblico que la casa de Dios debe ser una “casa de oración para todos los pueblos”. El Estado de Israel y la comunidad palestina reconocen la identidad multireligiosa de Jerusalén, y de Israel y Palestina en general. Sin embargo, a pesar del compromiso declarado por Israel para respaldar la libertad de culto de las tres religiones, la realidad es que el acceso al culto es desigual, y que para los palestinos cristianos y musulmanes que buscan rendir culto en sus lugares sagrados existen obstáculos importantes. Este año, puesto que la Pascua judía, la Semana Santa y la Pascua cristiana y el mes sagrado del Ramadán para los musulmanes coinciden en el tiempo, es más importante que nunca defender el acceso seguro al culto para todos los residentes de Jerusalén y la Tierra Santa.
Texto bíblico
Isaías 56:7
7 A estos yo los traeré al monte de mi santidad
y los llenaré de alegría en mi casa de oración.
Sus holocaustos y sus sacrificios
serán aceptados sobre mi altar,
pues mi casa será llamada casa de oración para
todos los pueblos”.
Reflexión
Jerusalén es un lugar de oración todo el año, pero especialmente cuando cada una de las tres principales religiones que comparten la Tierra Santa celebra sus festivales y conmemoraciones solemnes más importantes. Este año, la Semana Santa y la Pascua (en las tradiciones occidentales y orientales) se extenderán del 10 al 23 de abril; la Pascua Judía se celebrará del 15 al 22 de abril y el Ramadán se celebrará del 2 de abril al 2 de mayo. La confluencia de estos periodos sagrados debería ser un momento para que los judíos, los cristianos y los musulmanes estén llenos de alegría en la “casa de oración” de Dios.
Sin embargo, la lucha por el acceso seguro a los lugares sagrados continúa, especialmente para los cristianos y los musulmanes. El muro israelita de separación es un ejemplo clave de esto: guardias armados en puestos militares de control determinan si los palestinos pueden entrar a Jerusalén o a otras áreas para rendir culto (y para trabajar, visitar a sus familias, recibir tratamiento médico o por cualquier otra razón). No siempre se otorgan los permisos de entrada y, aunque hayan sido otorgados, no siempre se respetan.
Además, en diciembre de 2021, una carta enviada por los líderes de las iglesias en Jerusalén a la comunidad mundial sacó a la luz las maneras en las que el culto cristiano ha sido amenazado recientemente por medio de ataques al clero y a miembros cristianos, de actos vandálicos y daños a iglesias y a lugares de culto cristianos, y de acoso e intimidación por grupos nacionalistas extremistas israelíes. Este llamado fue reiterado por varios líderes eclesiásticos individuales en los medios de comunicación internacionales. Algunas fuentes israelíes refutan estas declaraciones insistiendo en que los cristianos en Israel gozan de igualdad y de libre acceso al culto. Este contraargumento ignora la ausencia de derechos similares para los cristianos palestinos en Jerusalén Oriental, Cisjordania y Gaza.
¿Qué significa preservar la identidad multireligiosa de Jerusalén a través de la igualdad de acceso al culto? Esta no es una idea nueva, como lo demuestra la declaración de Isaías. Cuando el profeta habla del “monte de mi santidad” y la “casa de oración”, se refiere a la propia Jerusalén, así como la tierra sagrada del templo de Israel, que en la actualidad incluye el Muro de los Lamentos así como la mezquita Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, lugares sagrados para los judíos y musulmanes de todo el mundo. Cerca de esta parte de la ciudad vieja de Jerusalén está el inicio de la Vía Dolorosa, el camino solemne que conmemora el recorrido de Jesús al lugar de su crucifixión y resurrección. Aunque el libro de Isaías promete a la comunidad de Israel en el exilio que un día celebrarán un retorno alegre al templo, el profeta proclama una visión extendida de este lugar sagrado; una visión en la que Dios invita y acepta el culto de “todos los pueblos” que Dios reunirá y llenará de alegría.
Nótese que Isaías precisa que el “monte de mi santidad”, la “mi casa de oración” y la invitación pertenecen y vienen de Dios. Es Dios quien infunde al lugar y a las personas con santidad. En el matrimonio cristiano, la iglesia a veces dice, “lo que dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Igualmente, podemos decir: a quienes Dios ha invitado y dado la bienvenida a su casa de oración, ¡que ningún ser humano los detenga!”.
Preguntas
1. En las tradiciones judía, cristiana y musulmana, la oración puede suceder en muchos lugares, pero los espacios sagrados se han reservado desde hace mucho tiempo para el culto ¿Qué hace que estos espacios sean sagrados o santos?
2. ¿Quién, en su propia comunidad, pudiera enfrentarse obstáculos para rendir culto de manera segura y libre? ¿Cómo puede usted ser un buen vecino para estas personas?
Oración:
Santo Dios, encontrarte en el culto nos da vida y fortalece nuestra fe. En el culto, nos hacemos humildes ante tu presencia, abrazados por tu amor y enviados al servicio de nuestros semejantes. Oramos por aquellos a quienes se les impide rendirte culto libremente y por todos aquellos que sufren el acoso y la violencia por su culto. Que trabajemos, por obra de tu Espíritu, por un mundo en el que todas las personas puedan venir alegre, libre y seguramente a tu casa de oración. En el nombre de Jesús, Amén.