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Introducción

En la temporada de la Cuaresma, la iglesia profundiza en su oración, arrepentimiento y otras acciones que hacen recordar la lucha de Jesús contra el pecado y la tentación durante 40 días en el desierto. El número 40 también evoca los 40 años de peregrinaje del pueblo de Dios en el desierto tras haber sido liberado de la esclavitud de Egipto. La Cuaresma inicia el Miércoles de Ceniza en el que la mortalidad y el pecado se representan con cenizas en la frente, y termina, para la mayoría de las iglesias reformadas, la noche anterior al Domingo de Pascua en la que la muerte es vencida y los creyentes celebran esta victoria. Las reformas litúrgicas de Martín Lutero en el siglo XVI tuvieron un impacto directo en la Cuaresma por su intención de rechazar el trabajo de satisfacción relacionados con el sacramento de la penitencia para la absolución como palabra de perdón de Dios. La cuaresma fue reorientada cambiando el enfoque del ayuno, la penitencia y la caridad, como labores que ameritan el favor de Dios, hacia los logros de Cristo del Viernes Santo y la mañana de Pascua.

Pasaje de la Biblia: Hebreos 13:11-16

Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es introducida por el sumo sacerdote en el lugar santísimo como sacrificio por el pecado, son quemados fuera del campamento. Por lo tanto, también Jesús padeció fuera de la puerta de la ciudad para santificar al pueblo por medio de su propia sangre. Salgamos pues a él, fuera del campamento, llevando su afrenta. Porque aquí no tenemos una ciudad permanente sino que buscamos la que ha de venir. Así que, por medio de él, ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza; es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. No se olviden de hacer el bien y de compartir lo que tienen porque tales sacrificios agradan a Dios.

Reflexión

El hecho de que Jesús fue el sacrificio ofrecido para nuestra salvación es un tema recurrente en la Epístola a los Hebreos. En esta perícopa, la epístola hace comparaciones tipológicas entre prácticas de culto del Antiguo Testamento y la muerte de Jesús como la nueva ofrenda de purificación. Este tabernáculo o campamento en Hebreos 9:6-7, 12 y 13:13 nos hace recordar el tiempo en el que los Israelitas estuvieron en el desierto viviendo en tiendas provisionales y disponían los sacrificios de purificación fuera del campamento (ver Levítico 4:12, 21; 16:27). En Levítico 16:27, los animales que se usaron para sacrificios se sacaron y quemaron fuera del campamento: “Después sacará fuera del campamento el resto del novillo del sacrificio por el pecado y del macho cabrío del sacrificio por el pecado, cuya sangre fue llevada al santuario para hacer expiación. Quemarán en el fuego su piel, su carne y su estiércol”. La frase “fuera del campamento” en la Epístola a los Hebreos designa el lugar del sufrimiento y oprobio de Jesús como el lugar de la crucifixión, fuera de la ciudad de Jerusalén.  En relación con la adoración en el tabernáculo, se refiere a un lugar profanado. Es fuera del campamento a donde Miriam fue desterrada cuando fue profanada (Números 12:14). Se consideraba ritualmente impuro salir del campamento, incluso para los que desempeñaban funciones sagradas (Levítico 16:26). A los culpables se los ejecutaba fuera del campamento. Representa el lugar más profanado de todos, pero también donde ocurre la purificación. Es un lugar donde los seres humanos quedan expuestos a lo mundano del mundo en vez de a lo apartado y protegido de él.

Sin embargo, en Hebreos, es fuera del campamento que Jesús realiza el acto de salvación y santificación del pueblo de Dios como último sacrificio; fuera del lugar sagrado (Jerusalén). Jesús va hacia los impuros para compartir su impureza. La muerte de Jesús ocurre en el campo de exterminio profano romano (de los gentiles), no dentro de los terrenos sagrados de un templo o tabernáculo.

La Epístola a los Hebreos continúa con la invitación a los seguidores de Jesús a ir con él fuera del campamento: “Salgamos pues a él, fuera del campamento, llevando su afrenta” (13:13). La invitación a salir de las puertas del campamento es una invitación a padecer la desgracia, el sufrimiento y, probablemente, la muerte. Es una invitación a otro destino al que se llega a través de una travesía en los márgenes de la sociedad. Al hacer esto, Hebreos invita a su audiencia a salir del campamento y a unirse ahí con Jesús. Salen de su lugar conocido, santo y confortable a lugares de incomodidad, sitios de trabajo y puestos de hostilidad, donde hay desafíos éticos y donde el sufrimiento no es poco común.

Esta invitación desafía nuestra orientación cuaresmal habitual que tiende a la introspección de rituales y rutinas religiosas, como la oración, el ayuno y el sacrificio. Hebreos nos invita a espacios exteriores donde ocurren los encuentros transformadores. Estamos invitados a un viaje hacia el exterior. Este movimiento hacia el exterior en la Cuaresma representa el proceso de “llevar la afrenta de Cristo”. Hace eco de la elección que Moisés hizo al identificarse con el pueblo oprimido de Dios y no con el honor y los tesoros de Egipto (Hebreos 11:24-26). Esta invitación cuaresmal a salir de las puertas puede suponer perder el honor, posesiones y privilegios y el estatus para servir al prójimo; de ahí el consejo, “No se olviden de hacer el bien y de compartir lo que tienen porque tales sacrificios agradan a Dios” (Hebreos 13:16).

La invitación de Hebreos 13:11-16 se relaciona con el tema de la 11ª Asamblea del CMI: “El amor de Cristo lleva al mundo a la reconciliación y la unidad”, donde el amor de Cristo genera “movimiento”. De acuerdo con la Epístola de Hebreos, el sufrimiento y la muerte de Cristo el Viernes Santo, una muerte vergonzosa fuera de la ciudad, afianza un movimiento de amor hacia quienes están en los márgenes de lo cómodo y lo conocido. Es una invitación no solo a migrar, sino también a ser parte de quienes se mudan; es decir, a ser parte de un movimiento de amor. En Hebreos 13:1-3, el amor es un exhorto dirigido a quienes son hermanos y hermanas en Cristo (v. 1). Pero esta relación amorosa tiene un impulso hacia afuera; un empuje hacia el exterior:

Permanezca el amor fraternal. No se olviden de la hospitalidad porque por esta algunos hospedaron ángeles sin saberlo. Acuérdense de los presos como si ustedes estuvieran en cadenas junto con ellos; y de los afligidos, puesto que también ustedes están en el cuerpo.

Aquí están las categorías de quienes están fuera del círculo sagrado de lo conocido, libre o bien tratado. Sin embargo, el amor debe dirigirse a los extraños, a los presos y a los afligidos. El movimiento de amor se orienta hacia ellos en esta Cuaresma.

Preguntas para seguir reflexionando

  1. En su contexto, ¿cuáles son los espacios y las prácticas más cómodas y familiares durante la Cuaresma?
  2. ¿Cómo sería el movimiento desde dichos lugares?

Oración

Dios, que te apareciste a Abraham y Sarah, eres el Dios de nuestro peregrinaje. Acompáñanos en estos 40 días de Cuaresma. Aceptamos tu invitación a alejarnos de nuestras tierras conocidas hacia lugares desconocidos donde nos salvarás y nos transformarás. Aceptamos tu invitación a hacer ese extraño sacrificio en el Monte Moriá; ahí, muéstranos tu sacrificio verdadero por nosotros. Ayúdanos a sacrificar aquello que más valoramos durante esta Cuaresma. Muéstranos a Jesús en el lugar de nuestros sacrificios. Durante esta Cuaresma, que nuestro peregrinaje sea un movimiento hacia los demás; ayúdanos a peregrinar, especialmente con aquellos que sufren, que son rechazados y encadenados. Múdanos de la individualidad y el egoísmo. Ayúdanos a unirnos a Jesucristo nuestro salvador fuera del campamento. Ahí, sálvanos y santifícanos. Amén.

Himno: “Señor, que durante estos cuarenta días”

Señor, que durante estos cuarenta días

por nosotros oraste en ayuno

nos enseñaste a superar nuestros pecados,

y a quedarnos cerca de ti.

Como tú, que a Satán te enfrentaste,

y en su contra tuviste la victoria,

danos la fuerza en ti para luchar,

para vencer el pecado en ti.

Como tú tuviste hambre y sed,

enséñanos, Señor lleno de gracia,

a morir al yo, y a vivir solo

por tu sagrada palabra.

Y en estos días de penitencia,

y durante la Pasión,

por siempre, en vida y muerte,

oh Señor, quédate con nosotros.

¡Quédate con nosotros que,

cuando termine esta vida de sufrimiento,

llegaremos por fin a una Pascua

de gozo eterno!

Frances Hernaman (1873), Melodía: St. Flavian

Acerca del autor

Rev. Dr Kenneth Mtata es el secretario general del Consejo de Iglesias de Zimbabue y antiguo secretario ejecutivo de estudios de Teología y Práctica Luterana en la Federación Luterana Mundial. Obtuvo su doctorado en Estudios del Nuevo Testamento de la Universidad de KwaZulu-Natal de Sudáfrica y la Universidad Humboldt en Alemania. Ha hecho varias publicaciones sobre religión y desarrollo, hermenéutica y teología y políticas públicas. Fue ordenado ministro en la Iglesia Evangélica Luterana en Zimbabue en 2022.