Image
icon
Fotografía:

Introducción

Han brotado las flores en la tierra.

El tiempo de la canción ha llegado.

—Cantar de los cantares 2:12

Nuestro Señor, entonces, fue crucificado, murió y fue enterrado un viernes antes de la puesta del sol que marcó el primero de sus “tres días” en el sepulcro, observando el Sabbat místico; aquel “séptimo día” en el que se dice que el Señor “reposó … de toda la obra que había hecho” (Génesis 2:2-3). Pasó todo el sábado en el sepulcro y se levantó “El primer día de la semana, muy de madrugada, siendo aún oscuro” (Juan 20:1) un domingo; el tercer día que, de acuerdo con el cálculo hebreo, comenzó después de la puesta del sol del sábado.

La veneración del Cristo resucitado por sus discípulos y el culto que se le ofreció como “Señor” sentado a la derecha del Padre después de su Ascensión es el eje del culto cristiano. Las cenas que comieron los discípulos con el Señor resucitado le dieron sentido a la cena mística y se convirtieron en la primera forma de Eucaristía divina. Todo esto sucede porque la resurrección es un evento escatológico, no solo histórico. Es el acto final de Dios e la historia, la victoria sobre el “último enemigo” que es la muerte y el designio del “último día”. Este “último día” que se hizo realidad para el último Adán, en la segunda venida será una realidad para toda la creación.

Desde el comienzo, la fe en el Cristo resucitado involucró dos elementos. Por una parte, un encuentro con el Señor resucitado, especialmente en forma de las cenas compartidas con él. Por otra parte, la esperanza de su retorno, de su parusía, que daría fin al sufrimiento, la injusticia, la muerte y la persecución de sus seguidores. Esto significó que la espiritualidad cristiana tuvo que experimentarse como dialéctica entre la historia y la escatología; como convicción firme de que el reino de Dios había venido y, al mismo tiempo, como oración y esperanza ferviente en que vendría pronto.

Mientras celebramos esta alegre resurrección, nos encontramos y nos abrazamos unos a otros en Cristo demostrando así la victoria de nuestro Salvador sobre la muerte y la corrupción, y la destrucción de nuestra antigua enemistad con Dios y su reconciliación con nosotros, y nuestra herencia de vida eterna. El nombre de la fiesta es Pascha,  que se deriva del vocablo hebreo que significa “dejar pasar” porque Cristo, que sufrió y se levantó, nos ha hecho pasar de la maldición de Adán y la esclavitud del mal y la muerte a nuestra libertad y bendición primigenia.

En los días inmediatamente anteriores a la celebración de la gloriosa resurrección de nuestro Señor nos preparamos con expectación entusiasta. Preparamos el cordero pascual, hervimos y pintamos huevos, horneamos panes dulces, hacemos o obtenemos nuestros quesos y juntamos y preparamos cualquier otra comida festiva que deseemos. Después de la liturgia pascual, cada quien rompe su huevo cocido contra el de su vecino, lo pela y lo come.

Pasaje de la Biblia: Marco 16:1-8

Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María madre de Jacobo y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Muy de mañana, el primer día de la semana, fueron al sepulcro apenas salido el sol, y se decían una a la otra:

“¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?”

Pero cuando miraron, vieron que la piedra ya había sido removida, a pesar de que era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido de una larga ropa blanca, y se asustaron. Pero él les dijo:

“No se asusten. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, quien fue crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. He aquí el lugar donde lo pusieron. Pero vayan, digan a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, como les dijo.”

Ellas salieron y huyeron del sepulcro, porque temblaban y estaban presas de espanto. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.

Reflexión

Desde tiempos antiguos hasta ahora y el fin de los tiempos, el poder, testimonio y carácter de la iglesia es la vida en el Cristo resucitado y el encuentro victorioso con él durante todas las calamidades. Y el testimonio alegre de todo el mundo, de todo ser humano y todas las eras, de que existen una posibilidad para la vida.

Lo que se necesita es la audacia, la valentía de la fe. Esto sucedió a las mujeres que traían mirra. Con un amor desbordante por su maestro, ¿qué podían hacer? Tomaron mirra para ungir a su maestro que había muerto. Y así, el resultado fue que experimentaron la mirra de la resurrección – ellas trajeron la mirra que vence a la muerte. El ángel les dijo, “¡Ha resucitado!...vayan, digan a sus discípulos, y a Pedro”. Saliendo del sepulcro no le dijeron nada a nadie, porque tenían miedo. Decir que no dijeron nada a nadie es decir que lo dijeron todo a todos. Decir que tenían miedo quiere decir que de ninguna manera querían dar un falso recuento de lo que habían visto o vivido. Porque, aquel que acepta esta experiencia de resurrección no habla y, al tiempo, habla continuamente, a través de sus palabras y de su silencio.

“El reino de la vida ha venido y el dominio de la muerte ha sido destruido; otro nacimiento ha sucedido, una manera diferente de vivir, una forma de vida distinta, un cambio elemental en nuestra misma naturaleza” (San Gregorio de Niza, On the Three-day Period of the Resurrection). Vivir escatológicamente significa permitir que Dios entre a la historia pero no solo al final, sino en cualquier otro momento, gracias a la resurrección como evento histórico, transfigurando así el tiempo.

La pandemia de la COVID-19 es un recordatorio de que estamos llamados a mostrar el camino hacia la calma durante la tormenta y a responder al caos con justicia, piedad y humildad. Los que luchan, sufren y lloran tanto están seguramente listos para recibir el evangelio de la resurrección y entrar en la fiesta de alegría para que todos podamos vivir juntos en la iglesia de Dios, unidos con el Verbo que se hace humano para salvar a la humanidad, que se sacrificó por todos, que ofrece todas las cosas y acepta a todas las personas, incluso a quienes lo sacrificaron.

San Pablo introdujo el futuro como herramienta hermenéutica: “Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado” (1 Corintios 15:16). San Pablo quiso precisar que la resurrección de Cristo no tendría sentido si no hay una realización colectiva; es decir, si todo el cuerpo no “pre-resucita” implícitamente con la cabeza. El “acontecimiento previo” del futuro del mundo en la resurrección de Cristo habla de un trabajo futuro en progreso dentro de la iglesia. 

La iglesia representa el encuentro en el banquete de la vida, donde compartimos la comida necesaria para la verdadera existencia, el misterio pascual de Cristo. Los apóstoles transmitieron la verdad de la resurrección a la iglesia que, particularmente durante las asambleas eucarísticas, revela y celebra el evento cristológico más importante.

En la homilía catequética de San Juan Crisóstomo, que se lee al final de cada Maitines pascual, lo que destaca es la maravilla de la edad, la victoria de la vida sobre la muerte, el triunfo del amor inefable sobre la injusticia humana, y la justicia. Disuelve todo y maravilla a los justos y los injustos, a los vivos y los que se han quedado dormidos. San Juan Crisóstomo llama a todos a la alegría de la resurrección. Para aclarar esto expresa la resurrección en términos positivos hablando de “todos ustedes” y en términos negativos hablando de “nadie”: “Entren alegremente en el gozo Señor”, “Que disfrute[n] de esta magnífica y brillante fiesta”, y “Que nadie se retire con hambre… Que nadie se lamente a causa de los pecados... Que nadie tema a la muerte”.

El Dios hombre cautiva con el rostro que revela e irradia la novedad escatológica inconmensurable del amor de quien una vez fue levantado hacia la cruz, descendió al Hades y fue resucitado del sepulcro.

Preguntas para seguir reflexionando

  1. ¿Qué quiere decir “levantarse de entre los muertos”?
  2. ¿Cómo reconoce una generación o cultura específica a Cristo como su salvador?
  3. ¿Quién es Jesucristo para cada condición existencial específica, para cada época y no solo para la época apostólica?
  4. ¿Qué hace que Cristo sea la única cosa nueva que ha aparecido bajo el sol?
  5. ¿Debemos atribuir una realidad obvia a la resurrección, o debemos tomarla como un evento esperado por confirmar?

Oración

Es debido y correcto cantarte himnos, bendecirte, alabarte y darte gracias y adorarte en cada lugar de tu dominio porque tú, oh Dios, eres indescriptible, inconcebible, invisible, incomprensible, eterno, inmutable, tú y tu único Hijo y tu Espíritu Santo. Tú nos creaste de la nada y cuando nos caímos, nos levantaste. No dejaste nada sin hacer hasta que nos llevaste al cielo y nos diste tu reino, que está por venir. Por todas estas cosas, te damos gracias a ti y a tu único Hijo y al Espíritu Santo. Por todas las cosas que conocemos y no conocemos, por las bendiciones manifiestas y ocultas que nos has dado. Te agradecemos por esta liturgia, que te has dignado a recibir de nuestras manos, aunque miles de arcángeles y decenas de miles de ángeles están a tu alrededor; los querubines y serafines, de seis alas y muchos ojos, volando alto sobre sus alas.

(De la Anáfora Litúrgica Ortodoxa)

Himnos

Himno de la Gran y Santa Pascua

Cristo resucitó de entre los muertos, por la muerte,

pisoteando a la muerte,

y a los que están en el sepulcro les ha dado la vida.

Kontakion estacional

Aunque descendiste al sepulcro,

Destruiste el poder del Hades,

Y te levantaste victorioso, Cristo Dios,

Diciendo a las mujeres que traían mirra, “¡alégrense!”

Y dando paz a tus discípulos, tú, que levantas a los caídos.

Himno para Maitines pascuales

Vengan, bebamos un nueva bebida,

Que no emana milagrosamente de una roca estéril,

Sino de una fuente que brota incorruptible de la tumba de Cristo,

En quien nos fortalecemos.

Acerca del autor

El obispo máximo (Vasiljevic) es obispo de la Diócesis de Los Ángeles y América Occidental de la Iglesia Ortodoxa de Serbia. Obtuvo su doctorado de la Universidad de Atenas en las áreas de dogmática y patrística en 1999. El enfoque de su trabajo académico es su estudio e investigación a largo plazo de los padres de la iglesia, de teología e iconografía, entre otros temas. Su bibliografía incluye History, Truth, Holiness: Studies in Theological Ontology and Epistemology (Sebastian Press, 2011) y Theology as Surprise: Patristic and Pastoral Insights (St. Vladimir’s Seminary Press, 2018).