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Este año no solo se cumple el 70° aniversario del CMI sino también de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Recordando el rol histórico del CMI en la redacción de ese “instrumento fundacional del moderno derecho internacional de los derechos humanos”, la declaración reafirma enérgicamente su carácter y significado cruciales que, de hecho, son indispensables sobre todo en momentos en que los derechos humanos peligran cada vez más peligro, incluso en Estados y regiones donde anteriormente eran reconocidos.
Asimismo, la declaración, “reafirma rotundamente el compromiso del CMI con los principios de los derechos humanos, los compromisos expresados en el derecho internacional de los derechos humanos y plasmados en la DUDH, así como los tratados internacionales de la familia de los derechos humanos”.
No se trata de un compromiso religioso con los derechos humanos ni de una arbitraria preferencia cultural o ideológica, sino de un compromiso arraigado en convicciones básicas de la Biblia y el cristianismo. “Todos los seres humanos somos creados a imagen de Dios, iguales e infinitamente valiosos a sus ojos y a los nuestros”, dice la declaración y añade: “Jesucristo nos unió unos a otros con su vida, muerte y resurrección, por lo cual, lo que le concierne a uno, nos concierne a todos”.
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