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Foto: Albin Hillert/CMI

Foto: Albin Hillert/CMI

Si en los últimos meses el movimiento #MeToo se ha convertido en el tema del momento en las redes sociales, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) lleva varias décadas pronunciándose contra el abuso sexual y las otras formas de violencia contra las mujeres.

El CMI relanza ahora su campaña “Jueves de negro” instando a las mujeres y los hombres a unirse al movimiento y luchar contra una cultura que permite que se perpetren violaciones y otros actos de violencia sexual.

Inicialmente, la campaña se inspiró en grupos de mujeres como las madres argentinas de la Plaza de Mayo, que cada jueves se reunían frente al palacio presidencial de Buenos Aires, exigiendo saber qué había ocurrido a sus hijos “desaparecidos” durante la dictadura militar.

Y en los grupos de “Mujeres de Negro” que empezaron con protestas silenciosas en Israel y Palestina y luego se extendieron a otros países en situación de conflicto, como Ruanda durante el genocidio y Bosnia durante la guerra de los Balcanes.

Y antes de estos grupos, hubo el movimiento “Black Sash” (Banda Negra) de mujeres blancas que protestaron contra la violencia de las políticas del apartheid en Sudáfrica.

En los años 1990, el CMI impulsó un Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres, que puso de relieve los esfuerzos de quienes se oponían a todas las formas de violencia de género, incluido el uso de la violación como arma de guerra.

Mary Ann Swenson es la vicemoderadora del Comité Central del CMI. También es obispa residente de la Iglesia Metodista Unida de Hollywood, donde recientemente se inició el movimiento #MeToo.

Dice que vestir de negro los jueves y compartir historias que hablan de la resistencia y la resiliencia de las mujeres forman parte esencial de la lucha para combatir la cultura de violación y violencia. “Representa un paso hacia la paz en el camino de nuestra peregrinación de justicia y paz”, afirma, refiriéndose a la iniciativa surgida durante la última Asamblea del CMI, celebrada en Corea del Sur en 2013.

La obispa Swenson dice que durante los setenta años de historia del CMI han habido mujeres inspiradoras que se han levantado y hablado alto y claro sobre el problema, si bien ha habido también algunas que han sido ellas mismas víctimas en lugares donde se han celebrado reuniones del CMI.

Según ella, ciertas actitudes de las iglesias en el pasado han contribuido al problema, permitiendo que algunas personas “utilizaran la Biblia y trataran a las mujeres como si fueran de su propiedad”.

No obstante, se siente animada por el cambio de actitudes en todas las comunidades religiosas, observando que recientemente participó en una reunión interreligiosa en Los Ángeles con hombres y mujeres de tradición cristiana, musulmana, judía, budista, bahai y sij que se pronunciaron contra la violencia y destacaron la necesidad de ayudar a los hombres jóvenes a crecer con un mayor respeto por las mujeres.

La obispa Swenson señala que mientras en Hollywood y otros lugares mujeres profesionales han condenado con contundencia la violencia, el CMI seguirá defendiendo a las mujeres que viven en la pobreza y no tiene voz en la escena internacional. Dice haber escuchado historias desgarradoras de mujeres que han sido golpeadas por haber querido recibir una educación, o que han sido violadas, pero que a pesar de ello consiguen contar sus historias para ayudar a otras a ser más resilientes.

La vicemoderadora del CMI concluye que mujeres de todas las clases socioeconómicas pueden ser víctimas de la violencia. Por ello, buscar conjuntamente “cómo protegernos, cómo permanecer en la comunidad, cómo encontrar maneras de ayudar a crear un mundo que sea un lugar seguro para las mujeres es muy importante para todos nosotros”.

*Philippa Hitchen es periodista residente en el Vaticano.

Escuche la entrevista con Mary Ann Swenson

Obtenga más información sobre los Jueves de negro

Oraciones de los peregrinos por las mujeres en situaciones de conflicto (en inglés)