"De repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban..." (Hechos 2:2; R-V 1995)

La Sagrada Escritura describe con un lenguaje sencillo el acontecimiento del primer Pentecostés en la vida de la Iglesia de Cristo: "A ellos también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos les ordenó: No salgáis de Jerusalén, sino esperad la promesa del Padre" (Hechos 1:3 y 4).

Los apóstoles, junto con María la madre de Jesús y otras mujeres, "todos perseveraban unánimes en oración" (Hechos 1:14). El período entre Ascensión y Pentecostés es un tiempo de espera, de esperanza y de fe. Refleja el misterio que siente cada ser humano cuando espera la venida del Paracleto, la efusión del Espíritu Santo, el gran día de Pentecostés como vivencia personal, en el que un ser humano, por la Iglesia y en la Iglesia, llega a ser de repente el "templo de Dios" y el "templo del Espíritu Santo" (1Co 3:16; 6:19). El mundo también, por la Iglesia y en la Iglesia, se transforma de repente en el lugar donde se revela el Reino de Dios "así en la tierra como en el cielo" (Mt 6:10).

El Paracleto, el consejero, está presente en la Iglesia y en el mundo. La presencia del consejero se vive siempre como la vivencia que tuvieron los discípulos en el primer Pentecostés, cuando "de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban" (Hechos 2:1-4).

"Como un viento recio que soplaba!" Es evidente que este fenómeno no era "recio", violento, como si fuera algo malo, en el sentido en que se vive la violencia en sus formas habituales. Generalmente, la violencia hace irrupción de manera inesperada en nuestras vidas en las formas más destructoras: la brutalidad, el terrorismo, la opresión de conciencia, la violencia física contra los niños, las pasiones criminales, las guerras, la crueldad, la transgresión de los valores morales y sociales, la humillación, la negación de la dignidad y de la personalidad, y todas las demás manifestaciones del mal.

"Como un viento recio que soplaba!" Durante estos años que el Consejo Mundial de Iglesias dedica a la lucha contra la violencia, en el marco de su Decenio para Superar la Violencia, hemos estado examinando y hemos comprendido mejor lo que significa para nosotros la presencia del Espíritu Santo. El "viento recio", violento, del Espíritu Santo que desciende difiere fundamentalmente de la irrupción agresiva y brutal de la violencia y el terrorismo en el mundo. La irrupción repentina del Espíritu golpea a los testigos por su violencia y, sin embargo, no viola ni las conciencias ni las vidas. Es violento, pero no es ni brutal ni destructivo. Es violento y, sin embargo, honra la imagen de Dios en los seres humanos. Es violento porque contiene el Espíritu de Dios, un Espíritu que nos llena de entusiasmo y nos eleva, que nos comunica alegría y valor, que nos ofrece nuevas perspectivas y renovada fortaleza. El Espíritu Santo nos inspira esperanza, fe y amor: especialmente amor a Dios y a nuestros hermanos y nuestras hermanas, un amor en el que "no hay temor" (1 Juan 4:18).

Sólo la irrupción violenta del Paracleto puede vencer la irrupción brutal del mal y de la violencia en nuestras vidas y en el mundo.

"El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Ap 2:7, 11, 29; 3:6,13,22).

Presidentes del CMI:

Dra.- Agnes Abuom, Nairobi, Kenya

Pastora Kathryn K. Bannister, Bison, KS, Estados Unidos de América

Obispo Jabez L. Bryce, Suva, Fiji

S.E. Chrysostomos, metropolita de la Sede de Éfeso, Estambul, Turquía

S.S. Ignatius Zakka, I Iwas, Damasco, Siria

Dr. Kang Moon-Kyu, Seúl, Corea

Obispo Federico Pagura, Rosario, Argentina

Obispo Eberhardt Renz, Stuttgart, Alemania

La tradición de que el mensaje de Pentecostés sea redactado por los presidentes del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) remonta a 1950. El mensaje es un esfuerzo conjunto de los ocho presidentes del CMI que representan las diferentes regiones de la comunidad ecuménica del CMI. El primer borrador del mensaje de Pentecostés de este año fue redactado por S.E. metropolitano Crisóstomo de Efeso. "En este mundo de violencia, recordamos al Espíritu Santo que descendió sobre los apóstoles como un 'viento recio', violento, y como fuego, pero trajo paz al mundo", dijo el metropolitano Crisóstomo.