Por Kersten Storch y Tom Best

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La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es una iniciativa ecuménica en la que participan cada año comunidades cristianas de todo el mundo. Tradicionalmente se celebra del 18 al 25 de enero. En el hemisferio sur, donde enero es tiempo de vacaciones, las iglesias encuentran muchas veces otras fechas para celebrarla, por ejemplo cerca de Pentecostés.

La unidad de los cristianos: un reto para nuestro tiempo

¿Qué es “noticia” para los medios informativos? Algo nuevo, nunca oído o por lo menos poco habitual, pero también algo con un alto contenido emotivo. Catástrofes y escándalos suelen, pues, encontrar amplio eco en los medios. Desde esta perspectiva, las iglesias son con demasiada frecuencia buenas “fuentes de noticias”, en vista de sus luchas y del permanente escándalo de sus divisiones.

Sí, escándalo: “Las iglesias divididas cuestan vidas”, decía un pastor en Irlanda del Norte, donde protestantes y católicos han sido identificados, aunque injustamente, con diferentes bandos de ese conflicto sectario. En Georgia, un grupo radical de una confesión cristiana atacó una reunión de oración ecuménica. En el Kirchentag (día de la iglesia) ecuménico, celebrado en Alemania en mayo de 2003, se vio claro que la comunión entre las dos mayores iglesias del país está lejos de ser completa, ya que en lugar de unirlas, el pan y el vino servidos en nombre de Jesús en la mesa eucarística hicieron patente su división a ojos del mundo. Y la lista podría continuar.

Lo que es cierto para los medios informativos seculares es también aplicable a la prensa de la iglesia en todo el mundo: abundan los artículos sobre la “crisis” del movimiento ecuménico, sus métodos y sus objetivos. Muchos análisis de la situación ecuménica sugieren que, mientras que la situación es bastante buena a nivel de las bases populares, cuanto más se asciende en las estructuras de las iglesias más difícil es orar y trabajar juntos.

No hay duda de que esta es la experiencia de muchos cristianos. Pero sería un error concluir de ello que es poco lo que se hace –y poco lo que puede hacerse– respecto a las divisiones entre y dentro de las iglesias.

El problema de la unidad no es nuevo. De hecho ha sido una cuestión candente desde los comienzos de la fe cristiana, como vemos ya en el Nuevo Testamento. Así, en Hechos 15, Pedro, Santiago, Pablo, Bernabé y otros apóstoles se reunieron en Jerusalén para debatir sobre los límites de la diversidad dentro de la comunidad cristiana primitiva.

Los obstáculos específicos para la unidad han cambiado en el curso de la historia: la doctrina de la iglesia; la manera de entender la Biblia; el papel del Espíritu Santo en la vida de la iglesia; el lugar y el papel de la mujer dentro de la comunidad de creyentes; tales son algunas de las cuestiones que han dividido a las iglesias durante siglos. Y el reto para las iglesias de hoy sigue siendo fundamentalmente el mismo: confesar, orar, trabajar y testimoniar juntas a pesar de sus diferencias.

Las iglesias no siempre responden a este reto; la búsqueda de la unidad de los cristianos ha tenido sus dificultades y retrocesos. Pero el objetivo de la unidad se ha mantenido. El anhelo de unidad ha inspirado siempre a los movimientos, las comunidades, las personalidades que con fervor han trabajado y orado por la unidad visible de la Iglesia de Cristo. Estos grupos de personas, evidentemente, no suelen estar bajo los reflectores ni aparecer en los grandes titulares.

¡Pero a veces sí! El servicio de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos del año pasado en Komarno, República Eslovaca, fue uno de esos hechos que llegan a las tapas de los diarios. En Eslovaquia, donde tratan de convivir diferentes tradiciones y confesiones cristianas –para no hablar de los diversos grupos étnicos dentro de la misma iglesia–, las cuestiones sobre la unidad son muy pertinentes. Y lo que se verifica en ese estado recientemente establecido en Europa oriental es también aplicable a muchos países y regiones de todo el mundo. Las iglesias que tratan de seguir su vocación, que quieren ofrecer un vigoroso mensaje cristiano a la sociedad y al entorno en que viven, pueden hacerlo solo si confiesan, oran, trabajan y dan testimonio juntas.

La Semana de Oración: un constante llamado a la unidad

Cada año, la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos ofrece una oportunidad ideal para que los cristianos y las iglesias reafirmen su apuesta por la unidad y pongan ante Dios el escándalo de su fragmentación y sus divisiones. Durante esa semana lamentan y lloran por sus divisiones, pero lo hacen juntos. Y juntos oran y buscan caminos para superar su desunión, para aceptarse y amarse mutuamente, para orar y testimoniar juntos de manera que su condición de discípulos de Cristo sea una realidad viva en el mundo y para el mundo.

Los orígenes de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII cuando, en Escocia, el mensaje “revivalista” de un movimiento pentecostal incluyó oraciones por y dentro de todas las iglesias. Con los años, importantes impulsos vinieron del padre Paul Wattson, a la sazón sacerdote episcopaliano; de la Conferencia de Lambeth de obispos anglicanos; de la Iglesia Católica Romana, en especial del Abbé Paul Couturier de Lyon; del movimiento Fe y Constitución; y de muchos individuos de diversas iglesias.

En 1966, la Comisión de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y la Secretaría [ahora Pontificio Consejo] para la Unidad de los Cristianos del Vaticano iniciaron su preparación oficial conjunta del material para la Semana de Oración. Desde 1975, el borrador inicial del material es preparado cada año por un grupo ecuménico local. El material de cada año es revisado por representantes de la Comisión de Fe y Constitución del CMI y del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos de la Iglesia Católica Romana, para ser distribuido por todo el mundo.

Los materiales locales –que en los últimos años han venido de lugares tan diversos como Malasia, Italia, Aleppo en Siria, y Argentina­– se inspiran en las dificultades que, en esos lugares, las iglesias enfrentan en su búsqueda de unidad. Y como la búsqueda de unidad no es un ejercicio abstracto, la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se basa cada año en un pasaje bíblico aplicable a una cuestión de interés inmediato para las iglesias en nuestro mundo contemporáneo, una cuestión que las iglesias deben abordar juntas.

La Semana de Oración para 2004: “Mi paz os doy”

Fue un grupo ecuménico de Aleppo, en el norte de Siria –región con una larga y difícil historia de tensiones y conflictos–, el que propuso el tema para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2004: “Mi paz os doy” (Juan 14:27). Reunidos como cristianos procedentes de diferentes iglesias que anhelaban la paz, meditaron y reflexionaron sobre las ideas y la inspiración que la Biblia y sus respectivas tradiciones les ofrecían para su trabajo como pacificadores y constructores de puentes para el acercamiento. En medio de una situación donde reinan el miedo, la desconfianza y el odio, y donde el conflicto nunca cesa, esos cristianos buscaron ayuda en su fe.

Las preocupaciones de los cristianos y las iglesias de Aleppo son compartidas por otros en todas las regiones y todos los países. La paz es demasiado rara en nuestro mundo hoy. Guerras, conflictos armados, ataques terroristas: todo tipo de violencia sacude nuestro mundo diariamente. Las realidades de la violencia en todas sus formas han golpeado a las naciones y a las personas por todas partes, y ello no sólo desde el 11 de septiembre de 2001.

Las iglesias quieren trabajar por la paz, por una paz verdadera que pueda durar porque se ha hecho justicia y se ha alcanzado la reconciliación. Pero para que las iglesias sean testimonio creíble y promotoras de la paz, tiene que reinar la paz dentro de y entre las iglesias mismas. Esto es cierto en Aleppo y también en cualquier lugar del mundo donde las iglesias eleven su voz, implorando la paz y trabajando por ella.

“Mi paz os doy” (Juan 14:27): el contexto del Evangelio de Juan de donde provienen estas palabras de Jesús recuerda a las iglesias que la paz se encuentra allí donde se hace la voluntad de Dios. Esto puede suceder de muchas maneras y en muchas ocasiones: cuando se restablecen relaciones rotas, cuando se superan la opresión y la injusticia, cuando se hacen posibles el perdón y la reconciliación. La vocación de las iglesias cristianas es contribuir a estos procesos de construcción de la paz, orar y trabajar por la reconciliación y por una paz justa. Y su vocación es hacer esto juntas, “para que el mundo crea” (Juan 17:21).

Durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2004, las iglesias se unirán en innumerables lugares en todo el planeta para reafirmar su apuesta por la unidad, para poner sus divisiones ante Dios implorando curación, y para orar y trabajar juntas por la reconciliación y por una paz justa en el mundo que las rodea.

¿No es ésta una “buena noticia”?

La Rev. Kersten Storch, pastora luterana de Alemania, y el Rev. Dr Thomas F. Best, pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) de los Estados Unidos, son miembros del equipo de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias.

Consejos para la Semana de Oración por la Unidad

Servicio de culto común

  • Es importante que el servicio sea interesante y fácil de comprender.

Más allá de la semana

  • ¡La unidad de los cristianos no es cuestión de una sola semana! Planificar otros dos actos unidos durante 2004.

  • dejar claro que el bautismo es para toda la iglesia, no para una denominación determinada;

Material preparatorio

para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2004

Este material reúne distintos recursos litúrgicos, incluyendo un orden de culto, textos bíblicos acompañados por comentarios y oraciones, junto a oraciones adicionales tomadas de liturgias orientales propuestos para la Semana de Oración por la Unidad 2004 por cristianos de Aleppo, Siria. El orden de culto sigue el modelo de las celebraciones ecuménicas usadas regularmente por las iglesias ortodoxas, Católica y protestantes de la ciudad, que mantienen una relación ecuménica en la cual cada iglesia reconoce de manera completa el bautismo celebrado en las otras iglesias así como los matrimonios mixtos.

El material preparatorio está disponible en:

wcc-coe.org/wcc/what/faith/wop2004-s.pdf Español

wcc-coe.org/wcc/what/faith/wop2004-p.pdf Portugués

Oraciones adicionales están disponibles en:

www.wcc-coe.org/wcc/what/faith/wop-prayers-s.html

Canciones con las partituras músicas están disponibles en:

www.wcc-coe.org/wcc/what/faith/songs2004.html

Un foto sin cargo está disponible en:

www.wcc-coe.org/wcc/what/faith/wop04yangon.html