Cuando las acciones militares en Irak terminaron, quienes se habían opuesto a la invasión tuvieron que enfrentarse a la convicción "instalada por los medios de comunicación y los vencedores" de que ésta había sido un "éxito". El secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Rev. Dr. Konrad Raiser, responde en esta entrevista a las "preguntas difíciles" que se plantean a organizaciones como el CMI, que se destacaron en el movimiento por la paz. También habla de la promocionada "hoja de ruta" hacia una solución permanente de dos estados para el conflicto israelí-palestino.

Pregunta: Como secretario general del CMI, usted había dicho que la guerra era "inmoral, ilegal y desaconsejable". Pero la guerra ha sido breve y se ha presentado como un "éxito" con un mínimo de víctimas. El pueblo Iraquí parece alegrarse por verse libre de un dictador brutal. Ahora, muchos se preguntan si el CMI va a admitir que estaba equivocado.

Respuesta: Actualmente hay pocas razones para creer que el pueblo Iraquí se alegra por la forma en que ha sido "liberado". Es un hecho que la guerra fue breve y "exitosa", al menos en lo que respecta al fin del régimen de Saddam Hussein. No obstante, yo mantendría el anterior juicio crítico. El éxito militar no confiere legitimidad moral.

Según los criterios de la ética clásica de la guerra y de la paz, esta guerra tendría que calificarse de inmoral. Fue un golpe preventivo, y en modo alguno un "último recurso". Nadie, ni siquiera la administración de los Estados Unidos, niega que la guerra violó las normas vigentes de derecho internacional, empezando por la Carta de las Naciones Unidas e incluyendo los Convenios de Ginebra, por lo que tiene que ser calificada de "ilegal".

Queda la cuestión de la oportunidad política de utilizar la fuerza militar contra Irak. La principal razón que se dio fue la acusación de que Irak poseía armas de destrucción masiva y estaba dispuesto a utilizarlas, constituyendo así una amenaza inminente para la paz mundial y para la seguridad de los Estados Unidos. Hasta ahora, no se ha encontrado ningún arma de ese tipo, y aun cuando existieran, no fueron utilizadas. Por consiguiente, la supuesta amenaza para la seguridad de los ciudadanos estadounidenses no existió. Así es que el principal "éxito" de esta guerra ha sido invalidar su pretendida justificación oficial.

Sigo convencido de que, a la larga, quedará claro que la guerra no ha resuelto ninguno de los problemas políticos mencionados como objetivos, y ha creado una situación caótica para la que no se ve ninguna solución.

P: Aunque por supuesto hubo víctimas civiles, parece que su número fue muy inferior al previsto, y que la "catástrofe humanitaria" anunciada por el CMI y otras voces no sucedió, y ciertamente no ha habido ningún "desplazamiento de personas en gran escala"

como el que usted mismo pronosticó en una declaración. ¿Exageraban las organizaciones como el CMI al alertar sobre las consecuencias de la guerra?

R: Por supuesto nos alegramos de que, según los datos disponibles hasta ahora, la destrucción causada por la guerra fue más limitada que lo que se preveía. Pero también nos damos cuenta de que las fuerzas de la coalición y los medios de comunicación han maniobrado para proyectar la imagen de una guerra "higiénica", en la que las víctimas civiles han sido casi invisibles. En cualquier caso, dado el valor absoluto de toda vida humana a ojos de Dios, creemos que cualquier guerra es una tragedia humana que no puede ser objeto de medida cuantitativa.

Además, una de las consecuencias de las guerras con alta tecnología es que los efectos destructivos y las muertes, tanto entre la población civil como entre los militares, se ponen de manifiesto sólo con el tiempo. ¿Cuántos civiles inocentes morirán todavía por culpa de bombas lanzadas en racimo que no han explotado y de minas antipersonales olvidadas, o por los efectos de municiones endurecidas con uranio? Las miles de armas pequeñas distribuidas entre la población durante la guerra seguirán haciendo su trabajo letal. ¿Cuántos niños morirán a causa de la destrucción de los sistemas de conducción de agua? Aunque la reconstrucción material empiece pronto, la recuperación psicológica y social tardará más, y ello sin hablar de la pérdida del extraordinario patrimonio cultural de Irak.

Es patente y ha sido reconocido incluso por los recientes cambios en la estructura de mando de los Estados Unidos que la administración militar no estaba preparada y ha sido incapaz de resolver los problemas humanitarios derivados de la guerra. La exclusión deliberada, hasta ahora, de organizaciones humanitarias profesionales, entre ellas el Comité Internacional de la Cruz Roja, de las labores sobre el terreno para remediar la situación humanitaria caótica es inaceptable desde cualquier punto de vista, sobre todo cuando se mantiene que esta guerra se hizo para "liberar al pueblo iraquí".

P: El CMI ha protestado contra las acciones de los Estados Unidos y sus aliados, pero muchos se preguntan, vista la ineficacia de las Naciones Unidas, qué alternativas reales existen para hacer frente a los dictadores y a las violaciones graves de los derechos humanos como las que han tenido lugar en Irak durante decenios.

R: Ninguna de las recientes intervenciones militares contra regímenes dictatoriales y en situaciones de violaciones masivas de los derechos humanos ha traído soluciones efectivas. Hay una eficacia aparente a primera vista, pero la intervención militar nunca va a las causas profundas y deja sin resolver la mayoría de los problemas. La guerra en Irak no produjo un cambio de régimen sino una demolición del mismo sin un cambio constructivo y sostenible. Las Naciones Unidas podrían ser mucho más efectivas si gobiernos como el de los Estados Unidos les permitieran utilizar los instrumentos políticos disponibles y les prestaran su apoyo para ello.

Además, la pretensión de los Estados Unidos de defender los derechos humanos es invalidada por la selectividad de la intervención, ya que, en otros casos, se están apoyando o incluso constituyendo regímenes dictatoriales: recuérdese el apoyo que tanto Saddam Hussein como Osama Bin Laden recibieron anteriormente del gobierno de los Estados Unidos.

P: Usted ha criticado al gobierno de los Estados Unidos antes e incluso durante esta conversación. ¿Tiene el CMI una posición antiestadounidense, como creen algunos?

R: El CMI no está a favor ni en contra de ningún gobierno. El Consejo siempre ha sido consecuente al abogar por la justicia, el respeto de los derechos humanos, la observancia de las leyes y las respuestas pacíficas a los conflictos. Las iglesias tienen una responsabilidad moral y deben ser capaces de pronunciarse contra lo que creemos que es contrario a las enseñanzas de Cristo.

En cualquier caso, las posiciones del CMI han coincidido con las de nuestras iglesias miembros en los Estados Unidos, que han criticado con firmeza la posición de su gobierno frente a Irak, lo mismo que las iglesias de Gran Bretaña. El Comité Ejecutivo del CMI alabó la valiente actitud de ambos grupos de iglesias. Ellas han hecho frente "al igual que nosotros" a la clase de críticas que una actitud profética frente a los poderosos suelen suscitar.

P: Inmediatamente después del final de la guerra, alguien nos escribió preguntando si usted personalmente tendría el valor de ir a Bagdad para explicar la posición del CMI al pueblo que sufría oprimido por Hussein antes de la guerra. ¿Lo haría usted?

R: Si hubiera una invitación de las iglesias cristianas "o incluso de la comunidad musulmana" de Irak para ir y explicar la posición adoptada por el CMI, yo estaría dispuesto a ir. Los puntos de vista del CMI se comunicaron a las iglesias de Oriente Medio y a las de Irak durante la crisis en inglés y en árabe. No fueron adoptados al margen de tales iglesias, al contrario, se formularon en estrecha cooperación y consulta con el Consejo de Iglesias de Oriente Medio. Hasta ahora, todos los ecos recibidos de Irak y de la región en general indican que la posición del CMI ha sido bien comprendida y apreciada.

P: En cuanto a la relación entre el Occidente cristiano y el Oriente musulmán, las anteriores declaraciones del CMI advertían que la guerra produciría una mayor desestabilización de la región de Oriente Medio. Pero ahora hay una "hoja de ruta" hacia la paz entre israelíes y palestinos, y muchos piensan que la actuación enérgica en Irak puede disuadir a dictadores y terroristas. ¿Qué opina usted?

R: La "hoja de ruta" es muy imprecisa y dista de ser ideal. Hay en ella muchos elementos vagos y preocupantes. No obstante, abre una ventana de oportunidad, aunque muy pequeña, para una solución de dos estados. Es muy importante que afirme claramente que la solución del conflicto se basaría en las resoluciones 242 y 338 de las Naciones Unidas. La aplicación de estas resoluciones significaría el final de la "ocupación que empezó en 1967" y llevaría a la aparición de un "estado palestino independiente, democrático y viable que conviviera en paz y seguridad con Israel y con sus demás vecinos..." Además la "hoja de ruta" menciona la iniciativa de Arabia Saudita suscripta por la cumbre de Beirut de la Liga Árabe que ha instado a la "aceptación de Israel como vecino por los estados árabes".

Como el "proceso de paz de Oslo", la "hoja de ruta" dice que palestinos e israelíes tendrán que negociar el estatus permanente de cuestiones como fronteras, Jerusalén, asentamientos, refugiados, etcétera, pero casi no hace mención de estas cuestiones a lo largo del proceso.

Está por verse que conduzca a ambos bandos de un proceso de destrucción mutua a una senda de beneficio mutuo. Hasta ahora, lo cierto es que la guerra en Irak no ha hecho más estable la región, sino que ha introducido nuevos factores de incertidumbre.

Aunque la posición de las iglesias cristianas podría en cierta medida haberla limitado, subsiste la percepción entre las poblaciones musulmanas de que la guerra es parte de una estrategia a largo plazo para reordenar el Oriente Medio según los intereses occidentales: se asume la tesis del "choque de civilizaciones" como semillero ideológico de la guerra. Si persiste esta actitud, lo que está en juego es más que la estabilidad de la región.

P: El gigantesco movimiento contra la guerra no pudo impedirla y las iglesias fueron parte principal en ese movimiento. Hay quien ve en este hecho un indicio de que las iglesias institucionales son ineficaces e irrelevantes en la sociedad de hoy. ¿Cuál es su parecer?

R: Si las iglesias en su participación en el movimiento contra la guerra hubieran aceptado los mismos criterios de valoración que los gobiernos, su intervención tendría que considerarse ineficaz, porque no sirvió para cambiar la determinación del gobierno de los Estados Unidos de ir a la guerra. Pero la protesta y la resistencia de las iglesias no apuntaban al objetivo inmediato de impedir esta guerra particular, sino a impugnar la aceptación de la guerra como instrumento normal de la política exterior.

Las iglesias no se rigieron - ni se rigen - en primer lugar por criterios de eficacia pragmática, sino por motivaciones de fe y por la necesidad de dar testimonio de convicciones éticas fundamentales, aunque a primera vista pueda parecer que su lucha se ha perdido. Sin embargo, la unanimidad de la protesta de las iglesias ha reforzado su voz y realzado su papel moral en la sociedad. Esto es más importante que su poder institucional.

P: El CMI y las iglesias de todo el mundo participaron en oraciones por la paz, que al parecer no recibieron respuesta. ¿Cree usted en el poder de la oración?

R: La oración es ante todo el acto de volverse a Dios y dejar que Dios tome posesión de nuestros corazones y nuestras mentes. Sabemos que los pensamientos de Dios no son necesariamente como los nuestros y que Dios puede responder a nuestras oraciones de maneras inesperadas.

Una dimensión muy importante de la oración es la intercesión, el recordarse unos a otros ante Dios reforzando así el sentimiento de fraternidad espiritual, especialmente con quienes están expuestos a la guerra y la violencia y son sus víctimas. En el movimiento ecuménico abundan los testimonios del poder de la intercesión mutua.