Image
Fotografía: Albin Hillert/FLM, 2019

Fotografía: Albin Hillert/FLM, 2019

El Dr. Mwai Makoka es el encargado del programa de Salud y Sanación del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). En el contexto de la crisis de la COVID-19, organizó y moderó a mediados de mayo una consulta en línea con redes y proveedores ecuménicos de servicios de salud a nivel mundial.

 

Makoka subrayó una de sus primeras conclusiones sobre la pandemia actual: “Ahora vemos que la salud no incumbe únicamente a los profesionales sanitarios; necesitamos que todas las personas sean precavidas con respecto a la salud. Necesitamos un enfoque multisectorial”.

 

Makoka destacó la importancia de que las iglesias den más prioridad a las cuestiones sanitarias.

 

“Debemos iniciar la conversación –como profesionales sanitarios cristianos– sobre cómo acompañar a las iglesias para que sean cada vez más precavidas con respecto a la salud, con el fin de posicionarnos a escala regional y nacional para analizar dónde tenemos que concienciar o brindar apoyo”, dijo Makoka.

 

Para iniciar esta conversación, 49 personas, en representación de asociaciones y redes sanitarias cristianas, organizaciones sanitarias cristianas y programas de salud de las iglesias de 25 países diferentes del mundo entero, se sumaron a una consulta en línea que contaba con participantes de Perú, Bangladesh, Tonga, Sri Lanka y Burkina Faso.

 

“La reunión no se centraba solo en la presente situación, sino también en el mundo posterior a la COVID-19, el momento en que el coronavirus esté bajo control”, observó Makoka.

 

La consulta dio mucho espacio para la discusión: “Compartimos experiencias, nuestras fortalezas y debilidades, lo que estamos haciendo bien, cómo pudimos interactuar con las iglesias y nuestras redes, la manera en que hemos podido colaborar entre nosotros”, dijo.

 

Makoka resaltó la iniciativa encabezada por la Red Farmacéutica Ecuménica, que vigila la calidad de los medicamentos y los equipos de protección individual: “Debido a la gran demanda de ciertos medicamentos, como la cloroquina, algunas personas están divulgando medicamentos falsificados en el mercado. Tenemos una red que examina los medicamentos; los sospechosos son enviados a laboratorios acreditados para confirmar las sospechas, y se informa de ello a la Organización Mundial de la Salud. La OMS emite entonces una alerta internacional”.

 

En la segunda parte de la discusión, los participantes hablaron de lo que se puede hacer en términos de concienciación, acordaron algunos proyectos nuevos, y decidieron celebrar reuniones mensuales para continuar estos debates.

 

“Uno de los desafíos de esta crisis es el aislamiento; no hay conferencias, ni siquiera a nivel nacional. Este tipo de reunión sirve para decir a la gente que no está sola. Hicimos hincapié en trabajar más con las comunidades eclesiales. Algunos participantes son dirigentes de iglesias, pastores y ministros, que también trabajan en el ministerio de la sanación; otros están trabajando en las sedes de las iglesias, no en hospitales. Eso originó una buena interacción”, dijo Makoka.

 

Esta reunión contribuye a aplicar una estrategia mundial ecuménica para la salud, según contó Makoka: “Uno de los pilares de la estrategia es la creación de redes. Muchas iglesias tienen programas de salud, pero no estamos suficientemente conectados. Esa conexión activa está creciendo. La red se hace más dinámica. En el CMI, estamos convocando a las personas para que debatan, y la mayoría del trabajo se hace sobre el terreno. Nuestra función es poner la mesa. Ayuda a fortalecer el vínculo entre los profesionales sanitarios, los teólogos y la jerarquía de la iglesia para que no trabajen de manera aislada”.

 

Página de inicio del CMI: Cómo afrontar el coronavirus