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Fotografía: Marcelo Schneider/CMI, 2018

Fotografía: Marcelo Schneider/CMI, 2018

Con el rápido aumento de casos de coronavirus en América Latina, crece también la violencia contra las mujeres.

Según parece, durante la cuarentena impuesta en Perú, han desaparecido más de novecientas mujeres, el setenta por ciento de las cuales son menores. Se teme que muchas de ellas estén muertas. Antes de la pandemia, las autoridades peruanas informaban de una media de cinco desapariciones diarias, sin embargo, durante el confinamiento, se estima que esa cifra se elevó a ocho.

En muchos países, las iglesias están al frente de la prevención del aumento de la violencia contra las mujeres. En abril, los embajadores de la campaña de los Jueves de Negro del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) respaldaron una declaración conjunta que exhortaba tanto a la sensibilización como a la protección, ante la ‘doble pandemia’ de COVID-19 y de violencia de género.

“Desde que los países han impuesto las necesarias restricciones al movimiento y a las actividades en respuesta a la COVID-19, hay más personas que recurren a las líneas de atención telefónica para la violencia doméstica y que piden ayuda por otros medios”, decía la declaración. “Los efectos del confinamiento, la pérdida de empleos, y la absoluta vulnerabilidad de las personas que ya se encontraban en los márgenes de la sociedad son verdaderamente preocupantes”.

Las iglesias miembros del CMI aplican formas creativas para ayudar a las mujeres vulnerables.

Un hogar sin violencia

En abril, la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en el Brasil lanzó la campaña “Por un hogar sin violencia” para ayudar a las iglesias a promover vidas dignas y a superar la violencia doméstica y familiar.

Creada en colaboración con el Programa de Género y Religión de Faculdades EST, la campaña tiene como objetivo sensibilizar a la comunidad y romper el silencio que invisibiliza la violencia que se da en los hogares. También tiene el propósito de conectar a las mujeres con recursos que puedan ayudarlas y protegerlas, particularmente en este periodo de aislamiento social.

“Además de publicar tarjetas electrónicas en las redes sociales y emitir anuncios en las cadenas de radio, trabajamos en el establecimiento de redes locales de apoyo y en la capacitación en materia de asesoramiento y acogimiento de mujeres en situación de peligro”, explica la Rev. Carmen Michel Siegle, coordinadora del programa de género, generaciones y etnias de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil.

La Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en el Brasil afirma, que según el Evangelio, la violencia contra la mujer es un pecado, y que es su misión acoger y apoyar a las mujeres, y no dejarlas solas cuando más lo necesitan.

Se invita a las personas a participar en la campaña a través de la difusión de información, de la oración y del cuidado de las vidas de las mujeres en situaciones de violencia y de sus familias; para que la vida pueda ser transformada por el poder de Dios.

Los vínculos del cuidado

El distanciamiento social, obligatorio o voluntario, ha generado un mayor peligro para las mujeres en sus hogares.

El Observatorio Colombiano de las Mujeres mostró un incremento de 4.206 llamadas a la “línea 155”, la línea específica para denunciar la violencia intrafamiliar; un aumento del 228%, durante el periodo del 25 de marzo al 28 de mayo.

“En varios países de América Latina se han tomado medidas a través de diferentes iniciativas, como manuales de actuación, teléfonos de emergencia, decretos legislativos y espacios públicos en los supermercados donde las mujeres pueden denunciar. Y las organizaciones de mujeres están desplegando grandes esfuerzos para encontrar formas de proteger a las mujeres y crear alertas en respuesta a situaciones violentas”, dijo la Rev. Gloria Ulloa, de la Iglesia Presbiteriana de Colombia, que es presidenta del CMI para América Latina y el Caribe.

En muchos países, las mujeres de las iglesias participan activamente en la denuncia de situaciones de violencia contra las mujeres y apoyan la lucha por la justicia y la penalización de los feminicidios.

Guardias de escucha

La Iglesia Evangélica del Río de la Plata, en Argentina, Uruguay y Paraguay, creó el 3 de junio el sistema “Guardias de Escucha Pastoral”, formado por un equipo de quince mujeres voluntarias que responden las llamadas para escuchar y ofrecer apoyo a las mujeres que desean compartir su realidad y reflexionar al respecto.

El grupo está compuesto por pastores, profesionales y estudiantes con experiencia en el acompañamiento de mujeres. La Iglesia Evangélica del Río de la Plata, la Iglesia Evangélica Luterana Unida, la Fundación Hora de Obrar y referentes del ECoJ (Equipo de Coordinación Juvenil de la IERP) brindan apoyo para el dispositivo y al equipo de voluntarias. Los contactos se pueden realizar a través de cualquier dispositivo con conexión a internet, de forma gratuita y confidencial, ingresando un enlace para contactar a la guardiana disponible en ese momento por WhatsApp, según un horario establecido.

El dispositivo forma parte de la campaña #ProtestantesActivandoDerechos, destinada a informar y concientizar sobre los derechos de las mujeres, las niñas y las adolescentes durante el confinamiento. “Desde la fe protestante, buscamos dar visibilidad al imprescindible papel renovador y liberador que desempeñamos, en calidad de mujeres creyentes, en la lucha por la justicia de género, dentro y fuera de nuestras iglesias”, afirma un comunicado de las fundadoras.

El acompañamiento a los migrantes

La Comisión Argentina para los Refugiados y Migrantes (CAREF), creada en 1973 por las iglesias protestantes de Argentina, bajo el mandato del CMI de responder a la afluencia masiva de refugiados políticos chilenos como resultado del golpe militar, se ha dedicado durante muchos años a abordar los problemas relacionados con el género y la migración, acompañando también a mujeres migrantes y refugiadas que viven situaciones de violencia.

La discriminación, la violencia institucional y los prejuicios por parte de los funcionarios responsables constituyen obstáculos adicionales para este sector de la población. “Todo ello se ha visto agravado en el contexto de la COVID-19 por los múltiples obstáculos existentes para acceder a las instituciones sanitarias y de protección civil, así como a las redes de apoyo”, cuenta Gabriela Liguori, directora ejecutiva de CAREF.

El objetivo de CAREF, explica Liguori, es garantizar que, más allá de su condición de inmigrantes, estas personas gocen de un “acceso igualitario a los derechos”.

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