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Foto: Albin Hillert/CMI, 2017

Foto: Albin Hillert/CMI, 2017

África es una gran preocupación para la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el contexto de la pandemia del nuevo coronavirus, pero las iglesias del continente llevan tiempo preparándose para la llegada del virus silencioso y letal.

El Consejo de Iglesias de Zambia ha prometido trabajar estrechamente con el gobierno del país africano y con otros agentes no gubernamentales.

Hasta la fecha, África ha sido bendecida con una incidencia de casos mucho menor que Europa, América de Norte o Asia, pero los funcionarios de la OMS temen que la COVID-19 se propague con fuerza en los cincuenta y cuatro países del continente, pues aquellos con sistemas sanitarios débiles no podrían hacerle frente.

El Dr. Fidon Mwombeki, secretario general de la Conferencia de Iglesias de Toda el África, dijo el 30 de abril a los representantes de las comunidades religiosas que la COVID-19 era la mayor pandemia y el peor desastre mundial que ha vivido su generación.

“Ante todo, las iglesias son creadoras de opinión en sus comunidades. Sus voces a la hora de aceptar la realidad y la gravedad de la amenaza han sido fundamentales, especialmente para ayudar a sus miembros a seguir los protocolos establecidos por los gobiernos con objeto de contribuir a la prevención de la propagación del virus”, afirmó.

La contribución sanitaria de las iglesias

“Todo el mundo sabe que, en África, las iglesias proporcionan buena parte de los servicios de salud, sobre todo en las zonas rurales y remotas. De manera que, las iglesias usan sus instalaciones médicas como agentes de intervención inicial. Damos gracias a Dios por que, hasta ahora, el virus haya afectado principalmente a grandes ciudades de África”, dijo Mwombeki.

En Zambia, el secretario general del Consejo de Iglesias de Zambia, el padre Emmanuel Yona Chikoya, explicó: “Hemos colaborado con la Conferencia de Obispos Católicos de Zambia y con la Fraternidad Evangélica de Zambia. Hemos emitido declaraciones pastorales a nivel nacional para pedir a las iglesias que sigan y cumplan las directrices del gobierno relativas a la lucha contra la COVID-19”.

El Consejo de Iglesias de Zambia ha cedido al gobierno el uso de las instalaciones del David Livingstone College of Education como centro de cuarentena.

A día 6 de mayo, Zambia había confirmado 146 casos de COVID-19 y había registrado cuatro fallecimientos.

Sudáfrica contaba 7808 casos confirmados y 153 fallecimientos, las cifras más altas del continente, y su gobierno había impuesto las medidas de confinamiento más duras del mundo, que impiden incluso que los ciudadanos puedan comprar alcohol o tabaco.

El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, se había unido, el Viernes Santo, a la liturgia virtual dirigida por el arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo, Thabo Makgoba, que también contó con la asistencia del arzobispo de Canterbury, jefe espiritual de la Comunión Anglicana, Justin Welby.

El arzobispo Makgoba instó a los sudafricanos a hacer aun mayores sacrificios para salvar miles de vidas, y a no relajarse, a no ser autocomplacientes, dado que las soluciones no llegarán de forma inmediata. “En Sudáfrica...aquellos que viven tras altos muros no son inmunes. Si lo permitimos, la propagación del virus será rápida y extensa”, advirtió.

‘Reunión en Galilea’

“Mientras la humanidad entera lucha contra esta pandemia, somos conscientes de que ningún Viernes Santo dura para siempre. En unos pocos días, escucharemos el canto de los ángeles: ‘No está aquí, lo encontrarán en Galilea’”.

“Tras la agonía del Viernes Santo, siempre llega la esperanza de la Pascua, la esperanza de un nuevo comienzo. Superaremos este obstáculo”. Y expresó su esperanza de que esta pandemia deje tras sí “una Sudáfrica mejor, un mundo mejor, un futuro más equitativo y más justo”.

El virus del Ébola golpeó Liberia en 2014, y en veintiún meses se llevó la vida de más de once mil personas. Por eso la COVID-19 ha desatado el miedo entre la población.

Jim Winkler, presidente y secretario general del Consejo Nacional de Iglesias de EE. UU. contó que había recibido un mensaje personal del presidente del Consejo Liberiano de Iglesias, el Rev. Kortu K. Brown:

“No, este virus no es un castigo de Dios. Estoy profundamente convencido de que el coronavirus no viene de Dios. Es alguien que hiere a Su hijo”.

“Agradecemos mucho las oraciones. Nuestro sistema sanitario es más débil. Costa de Marfil y Guinea, nuestro vecinos inmediatos, están registrando casos. Lo que está sembrando el pánico en la nación, que ya está agotada por el Ébola".

En Nigeria, el país más poblado de África, la Iglesia Presbiteriana de Nigeria emitió una carta pastoral, el pasado mes de marzo, con un ‘mensaje especial sobre la COVID-19’.

Hacer caso al gobierno

“Ha tardado en llegar y en propagarse por Nigeria, gracias a Dios”, decía el mensaje enviado por el moderador, el Rev. Nzie Nsi Eke. La iglesia miembro del Consejo Mundial de Iglesias recomendó a la población que acatara las instrucciones del gobierno relativas al distanciamiento físico y a la higiene de las manos y que evitara las aglomeraciones.

En la actualidad Nigeria ha registrado 2950 casos y 98 fallecimientos, lo que es relativamente bajo si se tiene en cuenta su población de más de 206 millones. Pero, al igual que en Sudáfrica, esas cifras aumentan a una velocidad creciente.

“Que no cundan el pánico ni el miedo. Oren fervientemente por la situación, a sabiendas de que nuestro soberano Señor no desconoce lo que pasa. Él tiene el control. Nada hay que sea difícil para Él (Jeremías 32:17,27). Saquen fuerzas también del Salmo 91”, decía el mensaje de la asamblea general de la iglesia.

Similar consejo da la Convención Bautista de Nigeria.

El Consejo de Iglesias de Sudán del Sur, que incluye a los anglicanos, los pentecostales, los protestantes y los católicos romanos, anunció que los lugares de culto y escuelas de las iglesias permanecerían cerrados durante el periodo de restricciones.

Las campañas se centran en la difusión de información, la higiene de las manos, la provisión de equipos de protección y la observancia de la distancia física.

Campos de refugiados

En Uganda, el personal local de la Federación Luterana Mundial ha redoblado los esfuerzos para prevenir las infecciones en los campos de refugiados y en las comunidades de acogida.

La Federación Luterana Mundial trabaja en Uganda con más de 450 000 refugiados –la mayoría de los cuales han huido de los conflictos en los países vecinos, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo– a quienes presta asistencia, alojamiento, saneamiento y servicios esenciales.

Todos los vehículos utilizados para difundir información en los campos están equipados con mascarillas y desinfectante de manos, y se limpian minuciosamente después de cada salida al terreno.

Y, en Somalia, Finn Church Aid, miembro de la ACT Alianza, ha lanzado una campaña de prevención contra la propagación del virus en las escuelas y asentamientos para desplazados internos en el Estado Sudoccidental de Baidoa.

La Conferencia de Iglesias de Toda el África: Respuestas religiosas a la COVID-19 (en inglés)

ACT Alianza: Finn Church Aid lanza una campaña contra la propagación de la COVID-19 en Baidoa (Somalia) (en inglés)