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Su Beatitud Ieronymos, durante una de sus visitas a los campos de refugiados en la isla de Samos (Grecia), en 2015. Fotografía: Christos Bonis, Iglesia de Grecia

Su Beatitud Ieronymos, durante una de sus visitas a los campos de refugiados en la isla de Samos (Grecia), en 2015. Fotografía: Christos Bonis, Iglesia de Grecia

*por Claus Grue y Xanthi Morfi

El arzobispo Ieronymos de Atenas y toda Grecia ofrece sus reflexiones, desde una perspectiva ortodoxa, sobre la difícil situación que viven los refugiados, en Grecia y en el resto del mundo, y sobre la manera en que las iglesias pueden contribuir tanto a prestarles ayuda como a su bienestar en el largo plazo.

¿Cómo evalúa usted la crisis actual de refugiados desde una perspectiva cristiana?

Arzobispo Ieronymos: Reconociendo que acoger a los forasteros es parte integrante de la herencia cristiana y griega, la Iglesia de Grecia ha venido observando con profunda preocupación la evolución de la crisis de refugiados. Guiados por las enseñanzas evangélicas y por los pasos que marcó Jesucristo, otorgamos gran valor a la dignidad de todas las personas y no olvidamos nuestra responsabilidad para con los necesitados.

Para nosotros esta es, en realidad, una crisis de valores y principios que pone en tela de juicio el respeto del marco institucional de los derechos humanos y, desde el punto de vista teológico, el respeto de la persona.

En lugar de aplicar la solidaridad –un principio esencial de la Unión Europea (UE)– como eje de la gestión de la migración y de la recepción de refugiados, la distribución desigual de las responsabilidades entre los Estados Miembros de la Unión ha dejado que Grecia y el resto de países de entrada afronten la situación de una manera que, de ningún modo, puede llevar al cumplimiento de los ideales que supuestamente defiende Europa en materia de protección de los derechos humanos.

Las políticas represivas aplicadas por la UE han provocado que miles de solicitantes de protección internacional hayan tenido que soportar un largo confinamiento en el hacinamiento de los centros más concurridos de las islas del Egeo, viviendo en condiciones indecentes, con un acceso insuficiente a bienes o servicios fundamentales. En este contexto, el reciente incendio en Moria ha sido, sin duda, una tragedia anunciada.

Jesús nos dice que nuestra respuesta ante los forasteros es una respuesta al mismo Jesús (Mateo 25:40).

Sin desestimar los desafíos y problemas que conlleva la situación, la Iglesia de Grecia se identifica con los vulnerables y pide un espíritu de tolerancia y buena voluntad, así como la adquisición de un compromiso constructivo.

¿Cómo pueden la iglesia que usted representa y las comunidades religiosas en general incidir sobre la situación de los refugiados en Lesbos y en otros lugares, aquí y ahora?

Arzobispo Ieronymos: La Iglesia Ortodoxa, sabiendo que el ser humano fue creado a imagen de Dios y que la sociedad humana guarda una relación de amor fraternal de aceptación y respeto por el otro, no se ha quedado de brazos cruzados durante la crisis de los refugiados.

Inspirada por la antigua tradición griega y ortodoxa del “magnífico espíritu de la hospitalidad” y en aplicación del llamado evangélico a ayudar al hermano necesitado independientemente de su color, religión u origen, la Iglesia de Grecia ha prestado atención y apoyo a los migrantes y refugiados desde la década de 1990.

En las circunstancias actuales, las contribuciones para atender las necesidades urgentes de los refugiados pueden medirse principalmente en el terreno de acción. Y, sin duda, siento que la Iglesia de Grecia ha logrado marcar la diferencia a través de sus organizaciones, como el Centro de Integración para Trabajadores Migrantes del Programa Ecuménico para Refugiados, así como de sus miles de parroquias que han prestado auxilio inmediato y apoyo.

Actualmente, gestionamos cinco centros para menores no acompañados y estamos listos para abrir otros cuatro en cuanto dispongamos de los fondos necesarios. También damos refugio a adultos y prestamos asistencia jurídica.

Estos albergues no han sido concebidos como meros alojamientos temporales, sino como espacios seguros donde, a través de la prestación de una amplia gama de servicios, se asiste a los menores para que desarrollen su potencial y se preparen para entrar en la edad adulta, en la que, espero, nos recordarán con cariño.

Desde una perspectiva más amplia, ¿qué papel pueden desempeñar la Iglesia Ortodoxa y otras organizaciones religiosas para evitar crisis similares y aliviar el dolor y el sufrimiento del que hemos sido testigos durante años?

Arzobispo Ieronymos: Trabajar para eliminar las causas profundas que obligan a las personas a desplazarse a través de la mejora de las condiciones en los países de origen, sería, idealmente, la forma de evitar crisis similares. Sin embargo, la persecución, los conflictos y las guerras siguen siendo una oscura realidad en el mundo de hoy y debemos aceptar nuestra obligación de acoger y proteger a nuestros hermanos y hermanas que sufren.

Por tanto, lo más urgente hoy, en Grecia y Europa, es la creación de sinergias para que toda la financiación disponible se utilice plenamente en beneficio de los refugiados, mediante la planificación y la ejecución de programas y acciones específicos. Para que estas acciones sean efectivas, la credibilidad de los agentes involucrados, especialmente de las organizaciones no gubernamentales, es de suma importancia. Si estas no trabajan en estricto cumplimiento de la legislación nacional y del acervo europeo, sus intervenciones pueden crear más problemas de los que resuelven.

La Iglesia de Grecia siempre está dispuesta a brindar su apoyo, centrándose principalmente en dos sectores: la acogida de refugiados menores y adultos, por un lado; y, por otro, la mayor sensibilización de los griegos que, tengo que decir, han demostrado una gran hospitalidad y disposición para prestar apoyo, en su gran mayoría.

En todos los barrios de Grecia, clérigos y laicos apoyan a los refugiados voluntariamente cada día. Estas mismas personas nos ayudan con nuestros centros de refugiados, para que podamos llevar a cabo otras actividades que no pueden ser financiadas con fondos externos.

Es fundamental destacar que una gran mayoría de los numerosos refugiados que son trasladados desde las islas al continente, probablemente permanecerá en Grecia, por lo que es imperativo iniciar el debate sobre lo que será de estas poblaciones el día de mañana. En otras palabras, es hora de que nos comprometamos a promover la integración social de los refugiados, de una manera que sea justa para ellos y beneficiosa para la sociedad de acogida. El parámetro más importante para planificar esa integración es el desarrollo de vínculos, relaciones y redes entre los refugiados y las sociedades locales, así como alentar a los refugiados a participar en actividades culturales y sociales para que la presencia del “otro” se considere una ventaja, en lugar de una amenaza.

La Iglesia de Grecia, que ya gasta enormes cantidades de dinero para ayudar a los griegos necesitados, especialmente en los últimos años, busca constantemente establecer colaboraciones europeas e internacionales para financiar proyectos que redunden en el máximo beneficio posible para refugiados y migrantes.

*Claus Grue es asesor en materia de comunicación para el Consejo Mundial de Iglesias.

*Xanthi Morfi trabaja para el departamento de comunicación del Consejo Mundial de Iglesias.

 

Las iglesias unen sus manos en favor de la solidaridad, los derechos humanos y la dignidad (en inglés)

Iglesias miembros del CMI en Grecia

La labor del CMI en materia de migración y justicia social