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Anjeline Okola Charles, secretaria ejecutiva de programas de la red EDAN del CMI. Foto: Marcelo Schneider/CMI

Por Syovata Shalon Kilonzo*

Las personas con discapacidad pueden volverse aún más vulnerables durante la pandemia de la COVID-19, pero también están demostrando una resiliencia y sabiduría que son un ejemplo para el mundo.

Desde que la OMS declarase la pandemia de la COVID-19 el pasado mes de marzo, ha venido observando que las personas con discapacidad pueden verse afectadas de manera especialmente significativa. “Las personas con discapacidad están más expuestas al virus debido al entorno en el que viven, a la falta de información adecuada en formatos accesibles o a condiciones de salud preexistentes, lo que, a su vez, hace que tengan una menor inmunidad”, afirmó Anjeline Okola, coordinadora de programas de la Red Ecuménica de Defensa de las Personas Discapacitadas del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

Durante estos tiempos de COVID-19, las personas con discapacidad están más expuestas a obstáculos que las ponen en una situación de mayor riesgo de contraer la enfermedad. Algunas no pueden llevar a cabo procedimientos básicos de higiene como el lavado de manos debido a su discapacidad, y tienen dificultades para llevar a cabo el distanciamiento social, ya que necesitan el apoyo de otras personas. Otras necesitan tocar los objetos para obtener información de su entorno o para apoyarse físicamente. La mayoría de las personas con discapacidad han informado de dificultades para acceder a la información sobre salud pública y servicios de atención de salud, así como de interrupciones en los servicios de los que dependen, lo que las ha hecho más vulnerables.

Responsabilidad individual y colectiva

Para gestionar la pandemia, los expertos y los líderes religiosos y políticos han hecho un llamado a la responsabilidad individual y colectiva. Se ha subrayado la importancia de la higiene personal, como es el lavado de manos, así como de practicar el distanciamiento social.

Las personas con discapacidad han diseñado sus propias maneras de hacer frente a la pandemia de la COVID-19, teniendo en cuenta el tipo de discapacidad y el entorno. “Como ministro del evangelio con discapacidad, para protegerme ante la pandemia, he reducido las horas de los servicios de atención pastoral y solo atiendo a aquellos que tienen problemas graves. En lugar de trabajar en la oficina, trabajo desde casa”, explicó el Rev. Chileshe Chepela, pastor de la parroquia de la congregación de Mpongwe, de la Iglesia Unida de Zambia, y persona con discapacidad.

Rev. Chileshe Chepela. Fotografía: Iglesia Unida de Zambia

Los países han cerrado sus fronteras y están aplicando actualmente el confinamiento parcial o total, en un intento de detener la propagación de la COVID-19. La sociedad civil, las organizaciones religiosas y otros agentes han intensificado las actividades de sensibilización y el apoyo a las medidas de prevención y gestión.

Las iglesias han establecido nuevas formas de ofrecer acompañamiento a las personas con discapacidad. La Iglesia Holmlia de Oslo (Noruega) ha estado organizando visitas a domicilio a sus miembros que han sido una fuente de aliento y esperanza.

“Durante estas visitas, cantan y mantienen conversaciones con sus miembros. Las personas con discapacidad que son miembros de la iglesia y a las que se ha llegado gracias a estas visitas han expresado su sentimiento de que se les ha devuelto la esperanza a través del canto y el diálogo”, explica Torril Edoy, coordinadora regional de la Red Ecuménica de Defensa de las Personas Discapacitadas del CMI en Europa, que tiene ella misma su sede en Oslo.

No dejar a nadie atrás

La respuesta de la iglesia no debería dejar a nadie atrás. “Los cristianos, como seguidores de Cristo, estamos llamados a amarnos los unos a los otros como Cristo nos amó. Estamos llamados a compartir la información correcta sobre el virus con las personas con discapacidad, así como a llegar a todos los miembros de nuestras comunidades y ofrecerles el don de la amistad durante este período de pandemia”, afirmó A. Okola.

Para apoyar a las iglesias en sus esfuerzos por ofrecer una respuesta a la COVID-19 que incluya a las personas con discapacidad, ACT Alianza ha desarrollado el documento “COVID-19 Disability Inclusive Response Guidelines.” (“Directrices para una respuesta a la COVID-19 que incluya a las personas con discapacidad”). En estas directrices se subraya la importancia de identificar a las personas con discapacidad en las regiones afectadas para que se pueda llegar a ellas fácilmente y proporcionarles información accesible en diferentes formatos (audio, visual, de fácil lectura). En segundo lugar, se solicita a las iglesias que colaboren con quienes prestan servicios médicos para garantizar la accesibilidad de los servicios de salud, los centros de coordinación y la inclusión de las personas con discapacidad en la distribución de materiales médicos, ya que podrían estar especialmente en peligro debido a sus condiciones de salud. Por último, las directrices instan a las iglesias a incluir a las personas con discapacidad como representantes en sus iniciativas de respuesta a las emergencias.

 

*Syovata Shalon Kilonzo es miembro del personal de comunicación del CMI con sede en Nairobi (Kenia).

Más información sobre la labor de la red EDAN del CMI

Página principal del CMI: Cómo afrontar el coronavirus