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Photo:WCC

La reverenda, doctora y profesora Ofelia Ortega Suárez se jubiló de profesora de Teología y Género, así como de Ética Cristiana en la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba.

La Rev. Ortega Suárez nació en Cuba. Tras su licenciatura en Teología y Educación Cristiana en el Seminario de Teología Evangélica de Matanzas, cursó estudios de posgrado de Teología Ecuménica en el Instituto Ecuménico de Bossey del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Luego volvió a Cuba donde obtuvo un máster en Divinidad y Educación.

Ordenada pastora de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba en enero de 1967, fue la primera mujer del ministerio ordenado de dicha iglesia. También fue pastora de congregaciones locales hasta 1985.

Ese mismo año empezó a dictar cursos en el Instituto Ecuménico; de 1988 a 1997 formó parte del personal del CMI en calidad de secretaria ejecutiva de Educación teológica y en 2006 fue electa presidenta del CMI, cargo que ocupó hasta la X Asamblea de este último en 2013.

El Departamento de Comunicaciones del CMI entrevistó a la Rev. Dra. Ortega Suárez en ocasión de la reciente Consulta Mundial sobre el Decenio Ecuménico de las Iglesias en Solidaridad con las Mujeres que tuvo lugar en Kingston, Jamaica.

P. ¿Qué desafíos tuvo que afrontar durante su trayectoria en el mundo ecuménico?

Dra. Ortega Suárez: Mis desafíos comenzaron cuando era muy joven, desde el principio mismo, por ser de un hogar muy pobre; comprendía muy bien lo difícil que era para las mujeres pobres salir adelante para ocupar un puesto en la sociedad e incluso en la iglesia. Al principio, sentía que Dios me llamaba a ser una discípula, más bien que una pastora. Ser una discípula de Cristo fue mi primera vocación.

Cuando terminé la licenciatura, era el año de la revolución: 1959. Tenía 23 años. Ese mismo año empecé a enseñar en el seminario, hace muchos años, y me encantaba enseñar, así que seguí allí por varios años. En 1967, fui la primera mujer ordenada de mi iglesia y, después, fui al Instituto Ecuménico de Bossey donde había estudiantes de muchas iglesias. Por primera vez, tuve el sentido de comunión, un sentido de comunidad que fue central para mí.  Después, ya en 1968, participé por primera vez en una Asamblea del CMI y fue algo único. En aquel momento me dije: “Si esto es el movimiento ecuménico, ¡quiero estar ahí!”. Estaba muy impresionada con la comunidad. Esa experiencia organizó mi pensamiento.

P. Cuba tiene una tradición y una cultura incomparables, pero también muchas dificultades socioeconómicas. ¿Cómo  describiría la situación de la mujer, ahora y en el pasado?

Dra. Ortega Suárez: Después de la revolución, en los años 60, organizaron una federación de mujeres para cuidar de ellas y darles derecho a estudiar, a tener un lugar de trabajo y a seguir desarrollando su vida.  También vi que eso realmente enriqueció la vida de las iglesias. Comprendimos que si la sociedad estaba desplegando un gran esfuerzo para educar a las mujeres, también teníamos que hacerlo en las iglesias. En el CMI aprendí mucho sobre “teología por las personas” y también que es preciso que la teología venga del nivel de base. Además, descubrí que las iglesias estaban mandando a las mujeres a la escuela de educación cristiana y a los hombres a la escuela de teología. Las iglesias mandaban hombres y tenían que mandar mujeres a estudiar idiomas clásicos y teología, para que estuvieran con los hombres en las mismas clases de teología, etc. Así fue como mujeres y hombres, juntos, llegaron a formar parte de los planes de estudio. Cada verano, yo organizaba un seminario en Bossey usando el Decenio Ecuménico de las Iglesias en Solidaridad con las Mujeres y al final del mismo, publicamos un libro que edité y que se intitula Women Bishops. Ese es un resultado de dicho Decenio.

P. ¿Cuál es su visión de las mujeres y las chicas en el futuro? ¿Cómo le gustaría ver a la próxima generación?

Dra. Ortega Suárez: Primero, diré que esta semana fue maravillosa. Tengo que afirmarlo.  Esta reunión fue maravillosa. ¿Sabe por qué? Porque aquí hay jóvenes. El CMI se está esforzando para que en cada reunión haya jóvenes. Aquí tenemos mujeres y hombres jóvenes que son maravillosos.

También quiero mencionar la cuestión de la dignidad humana. El evangelio y el ministerio de Jesucristo nos enseñan que tenemos la imagen de Dios en nosotros. Cuando alguien hace algo violento contra otra persona, lo hace contra Dios porque la imagen de Dios está en esa persona. Dado que las personas tienen la imagen de Dios, hemos de cuidarlas; es importante para el movimiento ecuménico. Ser ecuménico; no ser nunca tan solo confesional. Para mí, si uno es ecuménico, es internacional.

P. La violencia contra la mujer es un fenómeno mundial. ¿Qué actividades y qué medidas concretas pueden tomar las iglesias?

Dra. Ortega Suárez: Creo que tenemos que usar realmente la Biblia porque lo que nos dice es muy claro. Además, debemos mantener el contacto con todas las organizaciones sociales y la ONU por los derechos de las personas, así como trabajar con estas y con los gobiernos también. Hay muchos gobiernos que defienden los derechos de las personas.

Consulta Mundial sobre el Decenio Ecuménico de las Iglesias en Solidaridad con las Mujeres

Thursdays in Black rally renews determination to strive for justice