Image
Georges “Yorgo” Lemopoulos. Foto: Marcelo Schneider/CMI

Georges “Yorgo” Lemopoulos. Foto: Marcelo Schneider/CMI

por Kristine Greenaway

Georges “Yorgo” Lemopoulos dice que su vida se transformó al descubrir el ecumenismo global cuando era estudiante de teología en Estambul, Turquía.

Los miembros del patriarcado ecuménico de Constantinopla dan crédito a los profesores de teología activos en el trabajo ecuménico por haber despertado su interés en el movimiento de la iglesia mundial.

“A mediados de la década de los sesenta, los profesores de teología de la escuela Chalki en Esatambul eran muy activos en el movimiento ecuménico e integraban eventos ecuménicos en las clases historias,” dice Lemopoulos.

Inspirado por sus historias, el joven estudiante griego emprendió en Turquía el camino que lo llevaría a 30 años de carrera con el Consejo Mundial de Iglesias.

Tras sus estudios en el Instituto Ecuménico en Bossey, Suiza, y un periodo como joven pasante con el Departamento de educación religiosa del CMI, donde se concentró en la educación Cristiana en las iglesias ortodoxas, el incipiente ecumenista tuvo la oportunidad de trabajar como auxiliar en la Asamblea del CMI celebrada en 1975 en Nairobi, Kenia.

En 1987, tras doce años en el Centro Ortodoxo de Chambesy, Suiza, Lemopoulos se integró al personal de la Comisión de Misión Mundial y Evangelización del Consejo Mundial de Iglesias como secretario de Estudios y Relaciones Ortodoxos. En 1999 fue nombrado secretario general adjunto del CMI.

Ahora, tras toda una vida como ecumenista, Lemopoulos se prepara para la jubilación. En una conversación al finalizar la reciente reunión del Comité Central del CMI en Trondheim, Noruega, Lemopoulos hizo un repaso de su carrera al servicio del movimiento ecuménico.

Lemopoulos dice que hay varias iniciativas que se destacan como grandes hitos. Entre otras, el proceso a finales de la década de 1990 que llevó a un entendimiento renovado del papel del CMI en el ecumenismo global. Tras intensas discusiones y reflexiones, las iglesias miembros se pusieron de acuerdo frente al entendimiento y la visión común. Se reconoció que el CMI ya no era un instrumento único y privilegiado del movimiento ecuménico sino que operaba en medio de un “movimiento policéntrico.” Esto ha abierto el camino hacia nuevas formas de cooperación con los socios ecuménicos.

Al mismo tiempo, el consejo entró en deliberaciones prolongadas e intensas entre  sus miembros ortodoxos y no ortodoxos para entender mejor cómo pueden coexistir y cooperar dentro de la misma comunidad de iglesias.  El proceso llevó a la transformación dentro del CMI que puede verse, por ejemplo, en un entendimiento mutuamente  acordado de la comunidad y la adopción del modelo de consenso para la  toma de decisiones, dice Lemopoulos.

El proceso de desarrollo de un marco para el Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres y Hombres del CMI (1988-1998) marca otro hito.

“Movilizamos todas nuestras fuerzas para asistir desde todo tipo de direcciones y logramos llegar a un proceso significativo,” recuerda Lemopoulos.

Según Lemopoulos, la fuerza del CMI es justamente esta capacidad de reunir una gran variedad de personas alrededor de una mesa para discutir asuntos importantes de la iglesia.

“Nos encontramos en una situación única para reunir iglesias ortodoxas, anglicanas, protestantes, pentecostales y evangélicas de los cuatro puntos cardinales,” dice. “Ninguna otra organización tiene esta posibilidad.”

El secretario general adjunto nunca se ha olvidado de su compromiso temprano con la educación. El Instituto Ecuménico en Bossey aún ocupa un lugar especial en su corazón.

“Fue Bossey que señaló la necesidad de reunir a jóvenes estudiantes de distintas comunidades eclesiales. Hoy en día también reúne personas de varias tradiciones religiosas para vivir y estudiar juntos” dice con orgullo.

Con respecto al futuro, Lemopoulos dice estar convencido de que el CMI tiene la capacidad y las posibilidades de apuntar a nuevas áreas de trabajo, asuntos importantes y debates de importancia vital.

“Esta reunión del Comité Central abre formalmente una nueva página para las iglesias que tratan los derechos del niño, la dignidad humana y problemas de salud de manera más sistemática colaborando con agencias de las Naciones Unidas. En esta labor el consejo amplifica la voz de las Iglesias y añade dimensión y valor a los debates,” dice Lemopoulos. “La peregrinación de justicia y paz y todas estas nuevas áreas de trabajo le devuelven al CMI su papel original – el testimonio cristiano para el mundo y a la larga, nuestra unidad.”

En una sincera nota de agradecimiento, Lemopoulos expresó su gratitud al Padre Georges Tsetsis del Patriarcado ecuménico de Constantinopla. Tsetsis ha sido el guía y consejero de Lemopoulos desde que se conocieron cuando Lemopoulos era un niño en la clase de catecismo de Tsetsis en Turquía. Más Adelante trabajaron juntos durante años en el movimiento ecuménico.

“El Padre Tsetsis ha sido un preciado colega, consejero, amigo y consejero spiritual,” dice Lemopoulos.

Esto es algo que muchos de nosotros decimos sobre el propio secretario general adjunto. Durante años, colegas y representantes de los miembros de la iglesia han encontrado consejo y sabiduría en este hombre cuyo consejo es el fruto de escuchar y aprender a lo largo de los distintos caminos que se le abrieron al aventurarse en el ecumenismo global.

Reunión del Comité Central del CMI