Bob Scott

"Vivimos en un mundo que ha perdido su camino". Estas no son palabras del presidente George W. Bush ni de Su Santidad el papa Juan Pablo, ni tampoco de los militantes antimundialización. Son las palabras, pronunciadas el 3 de agosto de 1927, del predicador en la primera reunión de la Comisión Fe y Constitución, reunión que se estuvo preparando durante16 años.

El obispo Charles H. Brent de la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos dijo que la unidad de las iglesias sólo se alcanzaría si éstas afrontaban las cuestiones de fe sobre las que discrepaban. Instó a los 400 representantes de 127 iglesias ortodoxas, anglicanas, reformadas y libres en la reunión de Lausana, Suiza, a "mantener el objetivo de la unidad firmemente en nuestros corazones y a mirar a todos los cristianos cualesquiera que sean sus nombres como hermanos a los que amamos. Así, practicando la unidad, alcanzaremos la unidad."

Desde entonces mucho se ha debatido sobre la unidad de la iglesia. ¿Cuánto se ha avanzado? ¿Hablan las iglesias con una voz común sobre las cuestiones que hoy nos preocupan?

Un movimiento teológico

El Movimiento de Fe y Constitución, creado en 1910, se unió al Movimiento Vida y Acción en 1948 para sentar las bases del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Algunos entusiastas de Fe y Constitución se mostraron recelosos. ¿Tendrían su debido lugar los importantes proyectos teológicos de Fe y Constitución en las nuevas estructuras del CMI? Temían que la teología se pusiera simplemente al servicio de la tarea de la iglesia en respuesta a las cuestiones sociales, algo que ellos llamaron "horizontalismo" y que consideraron como "el enemigo".

Hoy día, la mayoría de los pensadores teológicos convienen en que la búsqueda de la unidad en las estructuras eclesiales, el ministerio, los sacramentos y las confesiones de fe es tan importante como la búsqueda de la justicia en un mundo agitado. Una iglesia unida y reconciliada es un desafío pujante y un ejemplo para un mundo dividido.

La importancia del trabajo de Fe y Constitución cobró especial realce con la participación de la familia ortodoxa y la adhesión como miembro de pleno derecho de la Iglesia Católica Romana. La Iglesia Católica Romana entró en la Comisión en 1968 como resultado del proceso conciliar de Vaticano II, aun cuando decidió no ser miembro del propio CMI.

Fe y Constitución ha convocado gran número de consultas internacionales, grupos de trabajo y procesos de estudio, y se ha enfrentado con las diferentes historias, experiencias espirituales y concepciones de la comunidad cristiana mundial. No siempre ha sido fácil, porque los temas eran centrales para el entendimiento que cada persona tenía de su fe. Algunas veces las opiniones son opuestas. Algunas veces se aproximan, pero no lo suficiente para hablar con una sola voz.

Contribuciones a la unidad

Una ex presidenta de la Comisión Fe y Constitución, Mary Tanner del Reino Unido, cree que las conversaciones multilaterales de la Comisión han contribuido a la formulación de importantes declaraciones de fe. Tal vez la más notable, dice, haya sido la relativa a bautismo, eucaristía y ministerio, o BEM como se la ha llamado.

La importancia de la declaración sobre BEM se reconoce universalmente. Hablando a jóvenes teólogos en Finlandia en 1995, el arzobispo John (Zizioulas) de Pérgamo del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla decía: " No podemos volver a la situación anterior, sólo podemos ir más allá." La declaración sobre BEM tenía, para él, el mérito de abrir el camino hacia otras cuestiones difíciles como la sucesión apostólica y el episcopado, porque afirmaba el bautismo como base de la unidad cristiana. Tanner está de acuerdo. "La declaración sobre BEM ha contribuido a los acuerdos de los diálogos bilaterales (entre iglesias) y ha ayudado a acercar a las iglesias tanto en la vida ecuménica local como en los planes de unión," dice.

El difunto teólogo suizo Max Thurian iba más allá cuando escribía: "El grado de acuerdo en la fe, y en la fe eucarística en particular, es mayor que nunca y, según muchos, sería suficiente para una eucaristía común".

Se plantea así la cuestión de cuándo termina un estudio que ha alcanzado todo el acuerdo posible. ¿Quién tiene autoridad para decir que es el momento de detenerse porque el proceso ha terminado? En su encíclica "Ut Unum Sint", el papa Juan Pablo II se preguntaba: "¿cuánto camino nos separa todavía del feliz día en que se alcance la plena unidad en la fe?"

El papa señala ámbitos en cuyo estudio es necesario ahondar hasta llegar a un consenso de fe; no por casualidad, tales ámbitos corresponden casi exactamente a los señalados por la Comisión Fe y Constitución en sus actuales trabajos. Pero hay todavía una advertencia. "El fin último del movimiento ecuménico es el restablecimiento de la plena unidad visible de todos los bautizados", dice la encíclica.  "Todos los resultados alcanzados hasta ahora no son sino una etapa del viaje, aunque prometedora y positiva."

Lo que se ha avanzado

Cuando en 1977 se celebró en Lausana el cincuentenario de Fe y Constitución, había buenos motivos para congratularse de su labor. "Hemos recorrido un largo camino," decía el dominico francés Yves Congar. "Partimos de una situación de ignorancia mutua e incluso de antagonismo y lucha. Debemos poner de relieve la importancia del simple hecho de que haya habido conferencias y reuniones, contactos a todos los niveles durante un largo período de tiempo."

Pero la reunión más reciente de la Comisión en Moshi, Tanzania, en 1996, admitió que los problemas siguen siendo los mismos. "Nuestras iglesias están divididas por motivos confesionales y denominaciones, pero también a causa de tensiones creadas por opciones políticas, cuestiones éticas y desigualdades sociales y económicas," dice el mensaje final de la reunión. "Al entrar en el nuevo milenio, estos problemas requieren un nuevo enfoque de la búsqueda de la unidad de las iglesias. Sólo con realismo y humildad podremos afrontar la próxima tarea."

La Comisión, de la que se ha dicho que es el foro teológico más ampliamente representativo del mundo, coordina actualmente un estudio sobre eclesiología, uno sobre hermenéutica ecuménica, uno sobre la naturaleza humana y el papel de los seres humanos en la comunidad y en la creación, y un estudio sobre identidad étnica, identidad nacional y la búsqueda de unidad. En cada estudio resuenan los problemas que se plantean hoy a la comunidad mundial. Dice Tanner: "Cada uno de los estudios ha contribuido a su manera a la comprensión de las causas de las divisiones de la iglesia... y a la comprensión de algunos aspectos de la unidad visible de la iglesia." Un miembro de la actual Comisión ha dicho que estos estudios son una "mundialización positiva".

El domingo 25 de agosto, los miembros del Comité Central del CMI se unirán a las congregaciones locales de Lausana y a los miembros de la Comisión de Fe y Constitución, actuales y anteriores, en la Catedral de Lausana para celebrar el 75 aniversario de la Comisión. Dice el secretario general del CMI, Dr. Konrad Raiser:  "El aniversario ofrece la oportunidad de hacer visible la labor constante en el ámbito de fe y constitución que, según muchos, ha permanecido demasiado oculta por los esfuerzos de preservación del propio CMI y, a veces, ha sido eclipsada por la proliferación de diálogos ecuménicos que desplazaban los diálogos multilaterales para los que Fe y Constitución es tan idónea."

Mirando hacia atrás y hacia adelante, recordamos las palabras del obispo Charles Brent: "El llamamiento a la unidad es como la corriente de un río: nunca se detiene... Debemos avanzar sin prisa y sin pausa."

Para más información véase wcc-coe.org/wcc/what/faith/index-s.html

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