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Deab Abu Malik, de 40 años, pastorea sus ovejas en el valle del Jordán, en la Ribera Occidental. Hoy lo hace en compañía de los acompañantes ecuménicos del CMI-PEAPI. Todas las fotos son de Albin Hillert/CMI

Deab Abu Malik, de 40 años, pastorea sus ovejas en el valle del Jordán, en la Ribera Occidental. Hoy lo hace en compañía de los acompañantes ecuménicos del CMI-PEAPI. Todas las fotos son de Albin Hillert/CMI

Por Albin Hillert*

“La norma son 10 minutos, así que hay que hacer mucho ruido en la habitación a las 5.50 si el otro acompañante aún no se ha levantado”.

El pastoreo es algo que se hace temprano en la mañana, y los acompañantes internacionales del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (CMI-PEAPI) tienen en esta labor la particular función de brindar a las comunidades palestinas de la Ribera Occidental la protección de su presencia.

Un grupo de acompañantes ecuménicos basados en Jericó explican que acompañan a las comunidades hacia el norte, en el valle del Jordán, donde los beduinos luchan por conservar el acceso a sus tierras.

Una presencia protectora en un espacio vital menguante

El valle del Jordán es todo menos exuberante. Aunque julio y agosto son los meses más calurosos, aún en octubre las temperaturas suben cada día a más de 35 grados, y el fuerte sol deja poco o nada de agua para que se formen ríos o arroyos.

No obstante, a excepción de las semanas más calurosas del año, el valle proporciona suficiente pasto para las cabras y ovejas.

Un rebaño de 500 ovejas atraviesa un terreno en el valle del Jordán. Hace mucho tiempo que este valle ha sido el hogar de los beduinos, pero con la amenaza de las autoridades israelíes de demoler sus hogares y la continua expansión de los asentamientos israelíes en la zona, muchos se encuentran ahora con un espacio vital cada vez más reducido.

“Cuando bajamos nos dicen que subamos, cuando subimos nos dicen que bajemos, y cuando vamos al sur, nos dicen que 'vayamos al norte'. No sabemos a dónde ir”, explican Deab Abu Malik (derecha) y Abu Okab (izquierda), cuando los acompañantes llegan a su pequeña comunidad por la mañana.

Los acompañantes salen con los pastores en muchas zonas de la Ribera Occidental, brindándoles una presencia internacional que es conocida por tener un efecto mitigador en los enfrentamientos entre los colonos israelíes y los palestinos. La presencia de los acompañantes ayuda a los palestinos a acceder a tierras que, de otro modo, no se habrían atrevido a seguir cultivando.

En la zona C de la Ribera Occidental, cualquier terreno que no se cultive durante un período superior a tres años pasa a ser propiedad del Estado, explican los pastores, por lo que acceder regularmente a sus tierras es vital para las comunidades y sus rebaños.

Cuando las ovejas alcanzan el área de pasto, el paso se ralentiza y sus pastores pueden pararse a descansar un rato mientras ellas pastan por todo el terreno plácidamente.

La imparcialidad y la distensión como principios

“De algún modo, tengo la sensación de que acompañando a los pastores logramos un efecto inmediato”, dice uno de los acompañantes. “Pero sigue habiendo tensión, y si surge un enfrentamiento con un colono, también nosotros pasamos miedo”. “Así que, aunque hayamos aminorado el paso y las ovejas estén pastando, me sorprendo girándome cada vez que oigo que un coche se acerca”.

Deab observa a un colono israelí que pasa en motocicleta, preguntándose si se detendrá para levantar polvo sobre la presencia de los beduinos.

Aunque las situaciones varían entre los múltiples lugares donde están presentes los acompañantes, estos siguen siendo muy conscientes de que son testigos en una zona de conflicto, donde la conmoción o la violencia absoluta podrían surgir de un momento a otro.

“Si se da un enfrentamiento, nos aseguraremos de estar visibles, pero no interactuamos con los colonos o los soldados, a menos que alguien nos haga una pregunta directamente”, explica un acompañante. “Estamos aquí, vemos y documentamos lo que ocurre, y, a menudo, notamos que nuestra presencia tiene un efecto apaciguador sobre las situaciones”.

“Al mismo tiempo”, añade otro acompañante, “resulta muy fácil empezar a pensar que es un grupo el que siempre actúa mal. Pero no todo el mundo, en ninguno de los lados, es siempre tan ideológico. Por lo que es importante que nosotros, como presencia internacional, seamos cautos en cuanto a la forma en que actuamos e interactuamos. Por ejemplo, a veces ocurre que nos encontramos con colonos israelíes de manera fortuita, no porque estén allí para enfrentarse a nadie, sino por casualidad. En este tipo de situaciones, es importante que no reaccionemos con hostilidad, ya que corremos el riesgo de generar aún más tensiones”.

Después del pasto matutino, Deab conduce a su rebaño de ovejas a casa. El ritmo se controla cuidadosamente, haciendo paradas frecuentes para descansar. Deab explica que es importante que las ovejas no quemen demasiado rápido los nutrientes que acaban de consumir.

En cuanto llegan a casa, las ovejas aplacan su sed antes de echarse a descansar a la sombra.

Con una comida sencilla se da por terminada la visita de esta jornada de los acompañantes a la comunidad, como un gesto de hospitalidad y agradecimiento por la presencia y protección que brindan a la comunidad.

Los acompañantes ecuménicos ofrecen su presencia protectora, tanto de noche como de día, ante la amenaza de demolición de Khan al Ahmar (noticia del CMI del 4 de octubre de 2018)

Más información sobre el CMI-PEAPI

*Albin Hillert trabaja para el departamento de comunicación del Consejo Mundial de Iglesias.