Por George Martinson *

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Cf. Nota de prensa 28-04 del 13 de mayo de 2004

Para la secretaría ­-ubicada en el Consejo Mundial de Iglesias (CMI)- del movimiento mundial Misión Urbana y Rural (MUR), una consulta tiene que ser "impulsada por el pueblo". Ofrecer a los delegados tiempo y espacio para contar sus propias experiencias contribuye a ese fin y es esencial para responder a las reales necesidades de los pobres.

Este principio fue puesto en práctica en la reciente reunión de MUR en Ghana, que del 1 al 7 de mayo reunió a 50 miembros de este movimiento mundial provenientes de África, Asia, América Central, el Caribe, Oriente Medio, Europa, Canadá y los Estados Unidos en Abokobi, pequeña aldea cristiana cerca de Accra. El programa de la consulta se centró en relatos concretos: de derechos humanos violados, de injusticia, de violencia, pero también de liberación de servidumbres.

Presentados en los grupos de debate y en los tiempos de oración, algunos de los relatos sobresaltaron, atemorizaron y entristecieron. Pero al final del día, esas emociones se transformaron en una voluntad renovada de los participantes de reafirmar su compromiso de trabajar con los más pobres entre los pobres y los más marginados, y de proteger y promover sus intereses.

Los participantes reafirmaron su compromiso de trabajar con las iglesias, pero también con personas sin importar sus creencias religiosas. Un comunicado final de la reunión invitó a esforzarse por evitar la mercantilización de la vida humana que la globalización económica trata de perpetuar.

Un día antes de la consulta, los participantes visitaron Cape Coast, la antigua capital de la Costa de Oro colonial y cabeza de puente del infame comercio transatlántico de esclavos. Al evocar un pasado de sufrimiento humano e injusticia, la visita fue una introducción apropiada para una consulta sobre "Misión desde la perspectiva del pueblo en lucha" que empezaría el día siguiente.

La opción preferencial de Dios por los pobres

Al inaugurar la consulta, la jueza Sophia Adinyira, de Ghana, instó a los cristianos a seguir desempeñando su papel profético "como conciencia de la sociedad" y defender la causa de los menos privilegiados.

Refiriéndose a las desigualdades crecientes entre ricos y pobres, Adinyira, que es vicemoderadora del comité central del CMI y magistrada de la Corte Suprema de Ghana, expresó su preocupación por el silencio de las religiones sobre esta cuestión. "La iglesia no debe contemplar sin hacer nada cómo empeoran las condiciones humanas", advirtió.

Adinyira instó también a los gobiernos africanos a considerar seriamente el enorme desnivel entre ricos y pobres que, en su opinión, ha sido un factor subyacente en los conflictos del continente.

Deplorando los niveles de pobreza en los países menos desarrollados, el secretario general del Consejo Cristiano de Ghana, Rev. Dr. Fred Deegbe, abogó por una actitud positiva de los cristianos. "Como la sal de la tierra, debemos hacer todo lo posible en cuanto iglesia para aliviar el sufrimiento de la humanidad", recalcó.

Cesar T. Taguba, miembro filipino de MUR residente en los Países Bajos, observó que aunque se supone que la globalización es un proceso económico, su "otra cara" es el militarismo económico, y que éste está destruyendo vidas humanas y valores y acelerando la lucha por la supervivencia de los más fuertes.

Para Rose Johnson Mackey, moderadora estadounidense de MUR, "la globalización está trastornando el curso natural de nuestra vida cotidiana, obligándonos a seguir una senda para la que no estamos preparados o que no deseamos".

Reflexionando sobre la manera de entender y practicar hoy la misión, el director del programa del CMI para Misión Urbana y Rural, Rev. Kwame Labi, habló de "un cambio perceptible en las perspectivas teológicas y misiológicas... hacia una concepción más holística de la misión que recalca la opción preferencial de Dios por los pobres y, en consecuencia, la necesidad de que las iglesias se solidaricen con los pobres".

Pero, según Labi, "este cambio en el pensamiento no siempre se ha reflejado en la práctica". Para Labi, hay "intentos constantes de mantener o de volver a una visión estrecha de la vocación evangélica de la iglesia", de conservar una dicotomía entre misión social de la iglesia y evangelización en lugar de ver la misión como solidaridad. "¿Cómo han respondido las iglesias a las nuevas maneras de perpetuar la marginación y la pobreza? ¿Qué papel han desempeñado?" se preguntó.

"Es preciso entender y practicar la misión devolviendo la iglesia de Cristo a aquéllos a quienes pertenece, los pobres y los excluidos, para que los marginados puedan reclamar la iglesia como suya. Esto -sostuvo Labi- sólo puede conseguirse cuando la misión se hace con los pobres, cuando puede ser una empresa de las comunidades de los pobres mismos, cuando son las perspectivas de los pobres en lucha las que dan contenido al programa."

Violencia y justicia reparadora

Durante la consulta, varios participantes se sintieron profundamente conmovidos al escuchar de otros miembros de MUR relatos de violencia en sus países. La Rev. Rose Lala, por ejemplo, contó historias desgarradoras de asesinatos, violaciones y esclavitud sexual, y de la práctica de la violación como arma de guerra en la República Democrática del Congo.

"Más de 80 mil mujeres -relató Lala- fueron violadas por los rebeldes que ocuparon cinco regiones de mi país de 1998 a 2003, durante la guerra civil. Estas mujeres fueron reducidas a menudo a esclavitud sexual durante un largo período, viéndose obligadas a servir como concubinas, cocineras, y a realizar toda clase de trabajos ingratos para los rebeldes, que hacían turnos para acostarse con ellas. Muchas de estas mujeres traumatizadas han sido después víctimas del VIH/SIDA."

El uso de la violencia como medio de resistencia y lucha contra la opresión fue condenado como anticristiano por la mayoría de los miembros de MUR. Algunos, no obstante, pensaban que la violencia es justificable como último recurso. Pero el primer grupo insistió en el uso de alternativas, como intervenciones o diálogo de orden político, diplomático y religioso.

Ron Tramblay, participante de New Brunswick, Canadá, contó una historia de opresión e inhumanidad, y echó la culpa de los infortunios de su tribu rotundamente a los primeros misioneros. "Mi pueblo, los Wolastuks, grupo étnico minoritario del Canadá, ha sido diezmado durante años por la discriminación étnica y los abusos sexuales, físicos y psíquicos practicados por colonialistas que, Biblia en mano, invadieron y robaron nuestras tierras."

"Más de 400 años antes de Cristo teníamos ya una comunidad pacífica y progresiva con una cultura y una tradición propias. Hoy hemos perdido nuestra cultura, idioma y espiritualidad, y nuestra sociedad se ha vuelto vulnerable a las drogas, la violencia, los conflictos domésticos y la pobreza. El cristianismo es el que nos ha puesto donde hoy estamos. Por eso preguntamos a la iglesia: ¿Dónde estás?"

Al discutir el concepto de justicia reparadora, los participantes convinieron en que, como medio de reconciliar finalmente a un pueblo que ha sufrido profundas injusticias con los perpetradores de éstas, sólo puede tener éxito cuando los perpetradores o los opresores reconocen la culpa y se arrepienten. Sólo de esta manera puede considerarse un auténtico proceso de reconciliación y una posible reparación.

"Está claro que la reconciliación es difícil, o incluso imposible, cuando no hay capacidad de arrepentirse y de hacer que el arrepentimiento vaya seguido por actos que cambien las situaciones", apuntó el Rev. Jacques Matthey, director del programa Misión y Evangelización del CMI.

"La expresión justicia reparadora indica la necesidad de devolver lo que ha sido arrebatado o robado. Aunque ésta puede ser una condición sine qua non en algunos lugares, en otros no es posible volver a un status quo ante. En tales situaciones, hay que encontrar una manera de imaginar y crear una nueva comunidad. Los procesos de reconciliación aspiran siempre a sanar memorias y a crear un nuevo futuro", concluyó Matthey.

MUR y las iglesias

La consulta destacó la importancia de la relación de MUR con las iglesias. MUR está "en las trincheras" con los pueblos oprimidos en lucha, organizando, aconsejando y capacitándolos para sobreponerse a la pobreza, la ignorancia y la enfermedad. Pero MUR, dijeron los participantes, depende del apoyo de las iglesias.

Para Matthey, "hacer que la iglesia participe y que transforme su misión en solidaridad con los pobres es uno de los principales objetivos de MUR... Este movimiento encauza la voz de los pobres hacia las iglesias para influir sobre su manera de practicar y concebir la misión... La relación es a la vez complementaria y contradictoria, de solidaridad y también de crítica. MUR está ‘entre’ las iglesias y los pobres."

Al mismo tiempo, los participantes estimaron que al ser "una invitación a la fiesta de la vida", la misión traspasa los límites de la iglesia y se adentra en diversos confines religiosos y sociales. Se afirmó y en parte se experimentó el carácter interreligioso de MUR, pero, afirma Matthey, "hay que reflexionar sobre ello con mucha mayor seriedad". El movimiento se define como cristiano, pero con una actitud abierta y en cooperación con otros. Hay una clara participación en MUR de gentes de otras comunidades religiosas. "De qué manera ha de incorporarse este hecho en la vida espiritual y en el lenguaje teológico de la comunidad de MUR, es una cuestión que permanece abierta", opina Matthey.

Rajesh Jadhav, coordinador de MUR con el Consejo Nacional de Iglesias de la India, sostuvo que los esfuerzos misioneros de la iglesia sólo pueden tener éxito, desde la perspectiva del pueblo en lucha, cuando la iglesia constituye un buen ejemplo en la comunidad en que vive. "Los cristianos somos una minoría en la India, y para ser efectivos tenemos que ensalzar nuestros valores bíblicos de una manera más práctica. No olvidemos que muchos indios pueden no ser cristianos, pero son muy espirituales, y ése debe ser el punto de contacto."

Esta opinión es aceptada por la mayoría de los activistas de MUR. Abdul A. Sy, coordinador de MUR para África, dijo que por este motivo el movimiento está preparando a la gente en Sierra Leona, por ejemplo, para ir más al campo a crear conciencia, aconsejar y capacitar a las comunidades mediante una formación práctica para emprender proyectos que eleven su nivel de vida. "Capacitamos a unos pocos que actúan como capacitadores. Ellos van a las comunidades para seguir formando a otros, enseñándolos a leer, movilizándolos en cooperativas y apoyándolos para emprender proyectos generadores de ingresos."

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Estudiando los desafíos misiológicos contemporáneos desde las perspectivas del pueblo en lucha, la consulta de Ghana pudo realizar su objetivo principal, que era revisar, renovar y afinar el concepto que MUR tiene de la misión como preparación para la próxima conferencia sobre Misión Mundial y Evangelización que tendrá lugar en Atenas en mayo de 2005.

"Se alcanzaron nuestros objetivos, lo que nos da la orientación correcta para la conferencia de 2005 sobre misión mundial y para la planificación de las actividades futuras de Misión Urbana y Rural", dijo Labi en la clausura de la consulta.

Al ofrecer espacios seguros y sagrados en los que pudieran contarse y escucharse los relatos y las percepciones de quienes se encuentran en lucha, la consulta de Abokobi pudo crear una comunidad y un espacio en donde los participantes pudieron esforzarse juntos por discernir la misión de Dios en su respectivo lugar y tiempo. La consulta los inspiró y les dio energía con una nueva visión, esperanza renovada, ideas originales e instrumentos y capacidades para dar nueva vida a una misión holística.

* George Martinson es editor del "Mensajero Cristiano", periódico de la Iglesia Presbiteriana de Ghana.

Véase el texto íntegro (en inglés) del comunicado de la conferencia de MUR

www.wcc-coe.org/wcc/what/mission/accra-urm2004.html

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