"La iglesia no puede reducirse simplemente a una institución preocupada por su propia conservación", afirmó en la mañana de hoy el Moderador del Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias, Aram I, durante la presentación de su informe ante los participantes del cónclave.

Un profundo análisis sobre la mundialización y su impacto en la vida y testimonio de las iglesias, así como la respuesta ante el fenómeno fueron los elementos centrales del documento, que posteriormente provocó un amplio debate en la audiencia.

Aram I se refirió a una serie de aspectos de la mundialización, proceso que calificó como "irreversible", que afectan la vida de las iglesias; como por ejemplo: la fragmentación de la comunidades, la homogeneización de las culturas, la transferencia del poder y las desigualdades en la distribución de los recursos.

En lo concerniente a las nuevas formas de ser iglesia, el Moderador enfatizó en la necesidad de pasar a un "concepto más dinámico de la Iglesia". "La mayoría de nuestras enseñanzas eclesiológicas corresponden todavía a ciertos períodos específicos de la historia y no son aplicables", expresó.

Otros aspectos señalados como determinantes en la nueva forma de ser iglesia fueron la importancia de "trascender la iglesia local" y la necesidad de "asegurar la integridad y la viabilidad de la comunidad eclesial". "La mundialización seguirá cuestionando, incluso con mayor fuerza, el provincialismo, el parroquialismo, y el nacionalismo que prevalecen en nuestras eclesiologías. Para hacer frente a este desafío, la iglesia local debe tratar de interactuar creativamente con lo mundial; debe reorganizar su vida y su misión de modo que constituya una parte inseparable del pueblo universal de Dios; y debe redefinir el concepto de "localidad" en función de su contexto multiétnico, multicultural y multiconfesional", destacó.

Reconoció además la pérdida de influencia que la iglesia institucional tiene sobre sus miembros y la importancia de nuevos modelos para lograr una iglesia "del pueblo y para el pueblo".

En lo concerniente a la renovación y la revigorización de la Iglesia, otorgó un énfasis especial a la catolicidad. "La Iglesia está llamada a renovar su catolicidad mediante un examen crítico del proceso de mundialización. Con su visión del oikumene, el movimiento ecuménico puede ayudar a las iglesias a recobrar la catolicidad de la iglesia en nuevo contexto mundial", afirmó Aram I, quien propuso además una serie de medidas para este objetivo, destacándose entre ellas la necesidad de abrir lo local a lo mundial, la importancia de preservar la diversidad y promover la integridad, así como de promover la mutualidad y el compartir.

En lo concerniente al fenómeno de la mundialización frente al ecumenismo expresó: "Mientras la mundialización está creando un mundo sin vallas, muchas iglesias están levantando vallas confesionales como manera de autoafirmarse. Incluso les asusta el ecumenismo, considerándolo otra expresión de la mundialización".

Reconoció los avances alcanzados en el debate sobre la unidad, sin embargo criticó el hecho de no haber sido "capaces de dar pasos concretos en el camino hacia la unidad visible, salvo algunos acuerdos en el contexto de diálogos bilaterales".

Por último instó a la necesidad de que la respuesta ecuménica a la mundialización se mantenga como una alta prioridad en el programa ecuménico del próximo período e insistió en la necesidad de que Fe y Constitución contribuya a este proceso.