Véase CMI Crónica, Feat-02-02, 10 de mayo de 2002

Véase WCC Press Update, Up-01-02, of 12 March 2001

Véase Comunicado de prensa del CMI, PR-01-07, 8 de marzo de 2001

Construir una casa sobre la arena

A primera vista, la isla parece idílica. Los campos de cacahuetes y los arrozales tienen un color verde intenso, las gallinas y los bueyes deambulan en libertad, y las chozas quinchadas con piso de tierra evidencian un cuidado extremo a pesar de las condiciones de pobreza material.

Sin embargo, los habitantes de la isla han construido sus casas sobre la arena - literalmente. En Bangladesh la existencia de los chars, bancos de arena del Brahmaputra, se ve amenazada cada año por las inundaciones ocasionadas por el monzón. Cerca de 230.000 personas viven en esos chars, sin electricidad, ni medios de comunicación, ni escuelas, ni servicios sanitarios, para no mencionar la amenaza que se cierne sobre ellos de tener que desplazarse, y el peligro de perder sus bienes e incluso sus vidas en caso de inundaciones. No tienen otra opción: no hay tierras disponibles en el territorio del país.

Bangladesh es uno de los países más pobres, menos adelantados y con mayor densidad demográfica del mundo. 130 millones de personas viven en 144.000 km2, o sea, el tamaño del estado de Iowa en los Estados Unidos de América. Debido a la densidad de la población y a la pobreza, muchas personas están obligadas a vivir en regiones expuestas a inundaciones.

Cada año, en la estación del monzón, se inunda la tercera parte del país. Las inundaciones "normales" son útiles dicen algunos agentes de desarrollo. "Es normal tener 25.000 km2 debajo del agua", dice Charles Sarkar, encargado del programa de preparación para casos de desastre de la Comisión Cristiana de Desarrollo de Bangladesh (CCDB). "La gente aprecia esas inundaciones, porque contribuyen a fertilizar el suelo. Pero si hay más de 50.000 km2 debajo del agua, es una catástrofe".

La última de esas catástrofes ocurrió en 1998, cuando 100.000 km2, o sea, las dos terceras partes del país, fueron inundados por las crecidas, destruyendo las viviendas de 25 millones de personas.

En Bangladesh, miembros de la organización Acción Conjunta de las Iglesias (ACT) centran su trabajo en la preparación para casos de desastre. Sus proyectos van desde la promoción de la utilización de cocinas portátiles para limitar las pérdidas durante las inundaciones, hasta la enseñanza en las escuelas de medidas a tomar en casos de peligro. Sarkar destaca asimismo la importancia de utilizar los recursos locales para hacer frente a las catástrofes. Por ejemplo, la CCDB pide a los imanes que hablen al respecto durante la oración del viernes.

Habida cuenta de que las catástrofes naturales forman parte de la vida en Bangladesh, los cinco miembros de ACT presentes en el país coordinan sus actividades para hacer frente a esas situaciones de crisis. La CCDB se ocupa de la coordinación en el Sur del país, mientras que Rangpur Dinajpur Rural Service (RDRS) trabaja en el Norte. Los otros miembros de ACT son la Iglesia Bautista Sangha de Bangladesh y la Iglesia de Bangladesh, ambas miembros del Consejo Mundial de Iglesias, y Koinonía.

Aunque los cristianos de Bangladesh son una "minoría microscópica", de aproximadamente 400.000 personas en una población de 130 millones, tienen un papel muy activo en el desarrollo rural y social, en la atención de salud, en la educación, y en la prevención de las catástrofes y las medidas de urgencia que haya que tomar. La búsqueda de formas de colaboración es el resultado del deseo profundo de dar un testimonio cristiano y de ponerse al servicio de un país tan desfavorecido.

El microcrédito para favorecer un desarrollo sostenible

Sudhir Adhikari, presidente del Consejo Nacional de Iglesias de Bangladesh (NCCB), recuerda que, a comienzos de los años 1970, sólo algunas iglesias ofrecían pequeños préstamos a las personas que trataban de luchar contra la pobreza y de construir un futuro mejor para ellos y para sus comunidades. La iglesia confiaba en los beneficiarios, orientados e inspirados por sus pastores, y descontaba que habrían de reembolsar sus préstamos. El método no funcionó. "Los valores cristianos de amor y de perdón iban en contra del reembolso de los préstamos. La gente sabía que habrían de ser 'perdonados'", dice Adhikari con una sonrisa.

Entonces llegó el Dr. Mohammed Yunus. A mediados de los años 1970, Mohammed Yunus, entonces director del Departamento de Economía de la Universidad de Chittagong, comenzó a ofrecer préstamos de muy pequeño monto a grupos de artesanos locales para ayudarlos a salir del engranaje de la pobreza, creando sus propias pequeñas empresas. Así comenzó el Banco Bangladesh Grameen. Desde entonces, el banco ha proporcionado más de 2.500 millones de dólares EE.UU. a más de dos millones de personas de las zonas rurales del país. El 94% de los prestatarios son mujeres y el reembolso de los préstamos es el 99%.

Retomando la idea de Yunus, otras ONG, en particular los programas de desarrollo de las iglesias, iniciaron proyectos de microcréditos que tuvieron mucho éxito y un índice de reembolso muy elevado. La otra innovación, dice Adhikari, fue el hecho de que se recurriera a mujeres en una sociedad islámica.

En la comunidad de Habir Bari, cerca de Dhaka, la CCDB emprendió un proyecto de microcrédito con mujeres. Miembros del personal del CMI se reunieron con un comité muy enérgico de 15 mujeres que supervisa el proyecto. Las mujeres explicaron que, aunque su comunidad sea principalmente musulmana, se habían dirigido a la CCDB para que las ayudara a colocar sus economías de forma segura.

Antes de comenzar el proyecto, tenían que pedir dinero a los hombres para todo: alimentos, salud, compras para la casa. Han recibido pequeños préstamos para actividades agrícolas y para criar cabras y peces que venden en el mercado. Aunque modestos en su comienzo, esos proyectos iniciales fueron ampliándose hasta abarcar ámbitos como la atención de salud, la alimentación y la educación. Actualmente, con el dinero que ganan, pueden ayudar a sus maridos. Pero ¿cómo reaccionan los hombres? El grupo comienza a reír. Y las mujeres reconocen que al comienzo eran un poco reticentes, pero que actualmente están muy contentos y apoyan los proyectos. Ahora las decisiones familiares se comparten, o las toman las mujeres; y, en las reuniones, las beneficiarias de microcréditos intercambian información acerca de cuestiones como educación, derechos de la mujer, elecciones y derechos civiles.

Casi todas las ONG de Bangladesh tienen programas de microcrédito. Ahora bien, no todas trabajan de la misma manera. Gobinda Saha, coordinadora de la planificación y la supervisión de la CCDB, dice que, lamentablemente, muchas ONG utilizan los programas de microcrédito para hacer "negocio" y parecen haber olvidado que el principal objetivo es lograr que las personas se independicen económicamente. La propia CCDB emprendió un programa de microcréditos en 1974, pero, en 1996, decidió que no "no estaba bien hacer 'negocios' con la pobreza". Entonces, la comisión comenzó un nuevo programa de ahorro y crédito administrados por personas de la base, en el marco del Programa de participación popular en el desarrollo rural. En el marco del nuevo sistema de microfinanciación se otorgan préstamos sin interés y se fomenta la participación en la toma de decisiones. Existen actualmente 202 programas, y el índice de reembolso es del 96%.

La respuesta a las catástrofes: pensando en el futuro

Tras la guerra de la independencia de 1971, Bangladesh quedó devastado y en estado de total desesperación: millones de personas que buscaban refugio en países vecinos. El gobierno pidió ayuda a la comunidad internacional y, como respuesta, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y otras organizaciones ecuménicas comenzaron a colaborar con el Consejo Nacional de Iglesias para proporcionar socorros de urgencia. El programa elaborado se puso en marcha tan rápidamente que recibió una de las primeras matrículas del departamento de transportes del país: WCC1.

El Servicio de Socorro de Urgencia y de Rehabilitación de Bangladesh, formado, bajo los auspicios del NCCB, por el CMI y otras organizaciones ecuménicas, pasó a ser la CCDB en 1973 y prosiguió sus actividades de servicio social y rehabilitación, así como sus esfuerzos en favor de un desarrollo comunitario a largo plazo. La CCDB trabaja actualmente con 87.000 familias en 2.600 aldeas de 27 de los 64 distritos del país. Trabaja con los más pobres y con familias enteras, pero sobre todo con las mujeres.

En su trabajo trata de resolver sobre todo algunos de los problemas específicos con que se enfrentan las actividades sociales y de desarrollo en Bangladesh. En primer lugar, se trata de un país musulmán, en el que los cristianos representan el 0,3% de la población y se califican a sí mismo de "minoría microscópica". En la sociedad de Bangladesh, tradicionalmente tolerante, la libertad religiosa no es un problema, pero es evidente que toda actividad de desarrollo debe tener en cuenta a las diferentes religiones. El personal de la CCDB y los dirigentes también tienen orígenes religiosos diferentes. Como dice uno de los miembros del personal: "Tenemos diferentes creencias pero todos trabajamos en la misma casa".

Los tabúes religiosos y culturales constituyen otro problema..., por ejemplo en el ámbito del VIH/SIDA. La CCDB comenzó a ocuparse del VIH/SIDA en 1993, cuando aún no se lo consideraba un problema. Comparado con otros países asiáticos, la incidencia del VIH/SIDA en Bangladesh es muy baja, aunque es superior a los 190 casos mencionados en las estadísticas oficiales. El personal de la CCDB considera que esos 190 casos son los que reciben tratamiento en los hospitales. Según cálculos de la OMS, habría 13.000 personas infectadas, pero no saben que pueden pedir ayuda. Hay temas de los que no se habla como los relacionados con el comportamiento sexual, ni siquiera en privado, y no se explica a los pacientes cómo evitar la propagación del virus, lo que aumenta el riesgo para el resto de la sociedad. Todo el personal de la CCDB ha seguido un curso de sensibilización en relación con el VIH/SIDA y la comisión no aplica ninguna política discriminatoria en relación con las personas afectadas por el VIH/SIDA. Su objetivo es romper el silencio en torno al VIH/SIDA, ocupándose principalmente de los comportamientos de alto riesgo, para impedir que el VIH/SIDA llegue a ser una epidemia en el país.

Ayuda exterior

Otra realidad es la extrema pobreza del país; en ese contexto, la ayuda exterior para apoyar las actividades de las ONG es un arma de dos filos. Afsan Chowdury, redactor jefe del Bangladesh Daily Star, observa que en una sociedad muy pobre "las ONG ofrecen empleo y ganan dinero. Una crisis significa para ellos más dinero... Los problemas comienzan cuando el dinero llega sin que haya que rendir cuentas".

Sudhir Adhikari, presidente del NCCB, dice que hay aproximadamente 1.200 ONG de cierta importancia que actúan en el ámbito del desarrollo social en Bangladesh, y un total de 26.000 ONG oficialmente registradas por el gobierno. El pequeño número de ONG protestantes depende totalmente de las donaciones extranjeras, que representan aproximadamente 8 millones de dólares EE.UU. por año. Adhikari observa que "Casi todas las ONG se ocupan de los mismos problemas, pero en diferentes regiones del país". Es necesario encontrar la forma de estimular la colaboración entre las ONG y de las iglesias tanto en sus actividades locales como a nivel de sus relaciones con las iglesias y los donantes del exterior.

Las "Mesas Redondas" organizadas por el equipo de Relaciones Regionales y Compartir Ecuménic del CMI ayudan a coordinar las actividades de las ONG y se ocupan de que los donantes extranjeros y las ONG locales se concierten en sus estrategias. El CMI ha organizado unas 35 mesas redondas a nivel nacional y regional como foro en el que las organizaciones y los organismos que participan en actividades ecuménicas de desarrollo y de servicio pueden intercambiar ideas y reflexionar, así como establecer prioridades para una acción común. Mathews George Chunakara, secretario para Asia del CMI, afirma: "La Mesa Redonda de la CCDB es una de las mejor coordinadas en términos de responsabilidad, transparencia y respeto mutuo entre los participantes. Además, los copartícipes tratan de fomentar la disciplina ecuménica de compartir los recursos, y llevan a cabo programas a nivel local, lo que es importante en el contexto de Bangladesh".

Otra medida que podría favorecer la cooperación nacional ha sido tomada por el Grupo Ecuménico de Acción Social, formado por dirigentes de ONG cristianas que se reunieron recientemente bajo los auspicios del NCCB para coordinar sus esfuerzos. Todos participan en actividades de las iglesias y desean consolidar el ecumenismo en Bangladesh. Como observa uno de esos dirigentes, "Nos esforzamos por dar los medios de actuar a las personas y no a las organizaciones".

Chunakara destaca que la responsabilidad de aliviar la pobreza y de fomentar medidas de desarrollo rural corresponde a las organizaciones locales y también a los donantes extranjeros. "La proliferación de ONG y la competencia cada vez mayor entre ellas van en detrimento del espíritu y el entusiasmo que debería animarlas. Las organizaciones del Norte también deberían prestar mucha atención a la selección de copartícipes a nivel local que sean fidedignos".

Sara Speicher está encargada de la comunicación en el Equipo de Información del CMI. Visitó Bangladesh en enero de 2002 con ocasión de una reunión del Global Communicators Network (Red Mundial de Comunicadores) y se reunió con representantes de iglesias y organizaciones ecuménicas de ese país.

Las fotografías que acompañan esta crónica están disponibles en nuestro sitio Web