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“El respeto por la dignidad de las mujeres y por la dignidad de la Tierra son inseparables”, afirma Hammar. Fotografía: Albin Hillert/CMI

“El respeto por la dignidad de las mujeres y por la dignidad de la Tierra son inseparables”, afirma Hammar. Fotografía: Albin Hillert/CMI

Hace treinta años, los creadores del Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres buscaban maneras de no solo ayudar a las mujeres del mundo entero a buscar justicia, sino también destacar sus contribuciones a las iglesias y al mundo.

En 1986, cuando Anna Karin Hammar estaba trabajando en el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), formaba parte del equipo que contribuiría a lanzar el Decenio Ecuménico dos años después, en 1988. Hammar recordó las primeras conversaciones de aquellos días en que buscaban una manera de dar prioridad en la agenda de las iglesias del mundo entero a los problemas que afrontaban las mujeres.

Para Hammar, crear el Decenio fue siempre una forma de llevar adelante la misión del CMI. “Mi relación con el movimiento ecuménico es una participación apasionada en todo lo que aporte unidad entre las personas”, dijo.

Once años antes del comienzo del Decenio, en 1975, el informe de la Asamblea del CMI en Nairobi fue considerado uno de los intentos más relevantes de definir la naturaleza de la unidad visible de las iglesias. Aquel informe contribuyó a formar la opinión de que la justicia es una expresión esencial de la unidad al abordar, entre otros asuntos, la justicia de género. Un año más tarde, en 1976, el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer empezó a promover la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres en todo el mundo.

Habiendo visto el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer, muchos representantes de las iglesias miembros del CMI desearon tener un Decenio que abordara cuestiones específicas de las iglesias: la teología, la tradición, la cultura. “Mediante un esfuerzo mundial, queríamos ayudar a las iglesias a ver que tienen una tradición mucho mejor de lo que creen”, explicó Hammar.

Cuando se estableció el Decenio Ecuménico, se determinaron sus objetivos a través de consultas: la justicia, la paz, la integridad de la creación, el fin de la violencia contra las mujeres y el agradecimiento por las contribuciones de las mujeres a la teología.

Para Hammar, el Decenio supuso el reconocimiento de la clase de justicia que las iglesias deberían haber estado viendo en todo momento: “Por supuesto, era la tradición bautismal de las iglesias el hecho de que nacemos y luego somos bautizados en una comunidad de iguales”, dijo.

Aprendizajes a lo largo del camino

A medida que comenzó el Decenio, hubo muchos aprendizajes a lo largo del camino, dijo Hammar. “Aprendimos que teníamos que trabajar dentro de las estructuras y fuera de ellas al mismo tiempo. También aprendimos que debemos trabajar solo con las mujeres y que debemos trabajar con las mujeres y los hombres juntos. El trabajo más eficaz se produce cuando haces ambas cosas”.

Los creadores del Decenio aprendieron asimismo que la violencia contra las mujeres es fundamentalmente violencia contra la creación, esto es, contra la madre tierra.

Hammar reflexionó: “El movimiento Me Too (Yo también) que ha adquirido tanta importancia –al menos en Occidente–, pues bien, creo que la madre tierra dice igualmente: Yo también”.

Las mujeres y la creación van de la mano, añadió. “El cuidado de la creación es necesario y el respeto por la dignidad de las mujeres y por la dignidad de la Tierra son inseparables. Eso es algo que está mucho más claro hoy en día de lo que estaba durante el Decenio de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres”.

A medida que se ha visibilizado más la justicia para las mujeres a través de campañas como Me Too y los Jueves de negro (un movimiento mundial que promueve un mundo sin violaciones ni violencia), Hammar cree que el próximo paso es una mayor comunicación interreligiosa.

“Cuando comenzamos el Decenio Ecuménico, trabajamos principalmente con mujeres cristianas, aunque empezamos a trabajar con mujeres de otras religiones. Me gustaría decir que hoy creo que tenemos que formar una alianza entre cristianas y musulmanas de una manera que nunca antes hemos visto”.

Lo que reveló el Decenio

¿Qué puso de manifiesto el Decenio? No solo destacó la justicia para las mujeres, sino también los logros de las mujeres, reflexionó Hammar. “El Decenio reconoció la inmensa contribución de las mujeres a la justicia, la paz y la integridad en la nación”, dijo. “Además, el Decenio reveló que la cultura de la iglesia no es patriarcal: la cultura de la iglesia es una cultura de igualdad”.

Durante el Decenio, las iglesias tomaron medidas para conseguir una mayor igualdad, dijo Hammar.

“Las iglesias pudieron y se tomaron más en serio a las mujeres. Pudieron permitir que las mujeres leyeran el Evangelio durante la liturgia, y pudieron bendecir a las niñas igual que a los niños después del bautismo. Pudieron distinguir entre lo que era patriarcal y lo que era verdaderamente el Evangelio, y de esa forma, muchas iglesias contribuyeron a sostener una iglesia de mujeres y hombres. Muchas de las iglesias también se dieron cuenta durante el Decenio de que las iglesias no pueden prescindir de las mujeres, pues son la columna vertebral de la iglesia y una iglesia sin la cooperación de las mujeres no es una iglesia”.

Se eligió la palabra ‘solidaridad’ porque la solidaridad está en el centro del Evangelio, dijo Hammar, “la solidaridad de Dios con el mundo por medio de Jesucristo constituye la base de toda la solidaridad del mundo”.

Al mirar atrás a los veinte años que han pasado, la tendencia que más preocupa hoy a Hammar es el desprecio por la vulnerabilidad. “Tenemos el desafío de construir sociedades inclusivas y comunidades inclusivas donde no se suprima ni niegue nuestra vulnerabilidad. Es urgente que nos cuidemos los unos a los otros y respetemos los límites y la vulnerabilidad también de la Tierra”.

Conmemoración del aniversario del Decenio para evaluar el progreso hacia una “comunidad justa” (comunicado de prensa del CMI del 26 de septiembre de 2018)

Conmemoración del 20º aniversario del Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres

Una comunidad justa de mujeres y hombres

Jueves de negro