El siguiente informe fue presentado ante la Asamblea y recibido por ésta.
Sus resoluciones fueron propuestas por el Comité de Cuestiones de Actualidad y aprobadas por la Asamblea mediante el método de consenso.
Disintieron algunos delegados en la Asamblea tal como se registra en las notas finales.

1. Movidos por el amor al mundo y en obediencia al Dios de toda la vida, alzamos de nuevo nuestras voces con la convicción que la iglesia ha mantenido desde que se usaron armas nucleares hace seis décadas.

2. En la era nuclear, Dios, que es lento para la ira y abunda en misericordia, ha concedido a la humanidad muchos días de gracia. A través de los años turbulentos de la guerra fría y hasta el tiempo presente, se ha hecho evidente que Dios nos ha salvado de nosotros mismos de esta y otras formas. Aunque muchos se han sentido y se sienten defraudados, nadie se burla de Dios (Gál 6:7). Si hay que dejar a Dios la venganza en la vida de cada día (Rom. 12:19), ciertamente la venganza del holocausto nuclear4 no está en manos de los hombres. A nosotros corresponde afanarnos por la vida con Dios.

3. Las iglesias no están solas en su afirmación de la índole sagrada de la vida. Un mandamiento que comparten las religiones mundiales es mayor que todas las armas de destrucción masiva y más fuerte que ningún ‘equilibrio del terror': debemos hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran. Ya que no queremos que se usen armas nucleares contra nosotros, nuestra nación no puede usar armas nucleares contra otras. Desde Hiroshima y Nagasaki, el uranio está presente en la regla de oro.

4. Los gobiernos asumieron en el año 2000 el "compromiso inequívoco" de cumplir con sus obligaciones y eliminar todas las armas nucleares bajo el Tratado sobre la No Proliferación de las armas nucleares (TNP).

5. Sin embargo, en vez de progresar, el tratado está en crisis. Se está rompiendo el compromiso básico y vinculante que constituía el núcleo del tratado. Las cinco potencias nucleares reconocidas, que apostaron por "la total eliminación de sus arsenales nucleares" en virtud del TNP, están ahora encontrando nuevas funciones militares y políticas para las armas nucleares. Los otros 184 Estados partes en el tratado se comprometieron a no tener nunca armas nucleares. Si se incumple el compromiso de eliminar las armas nucleares, podrán por su parte tener un incentivo para buscar también tales armas. Si los Estados con los mayores arsenales convencionales insisten en tener también armas nucleares para su seguridad, los que tienen arsenales más pequeños se sentirán menos seguros y harán lo mismo. Hay que reconocer asimismo que la presión política y militar exterior puede incitar a los países a buscar armas nucleares. En breve, hay ahora proliferación nuclear a pesar del TNP.

6. A medida que más Estados adquieren armas nucleares, aumenta el riesgo de que éstas caigan en manos de agentes no estatales, justamente cuando es un imperativo internacional el superar la violencia del terrorismo actuando con sensatez. Las armas nucleares no disuaden a los agentes no estatales y la acción nuclear contra ellos causaría una grave masacre a la vez que echaría por tierra el derecho internacional y la moral. Las partes en el tratado están obligadas a evitar que estas conjeturas se cumplan.

7. Sobre la cuestión de la moralidad, hoy día necesitamos a todas las personas de fe para poner al descubierto las falacias de la doctrina nuclear. Éstas mantienen, por ejemplo, que las armas de destrucción masiva son agentes de estabilidad, que los gobiernos tienen armas nucleares para no utilizarlas nunca, y que hay un lugar en los asuntos humanos de este pequeño planeta para una bomba más potente que todas las armas jamás usadas. Antes de que se pierda la memoria de nuestros hermanos y hermanas que sobrevivieron a las bombas atómicas del Japón y a los ensayos nucleares en el Pacífico y la antigua Unión Soviética, y como pueblos que salimos de un siglo de genocidios y guerras mundiales, debemos hacer frente a estas locuras antes de que sea demasiado tarde.

8. Las iglesias deben exigir a los gobiernos que reconozcan la inmoralidad incontrovertible de las armas nucleares.

9. Desde su creación como comunidad de iglesias, el CMI ha condenado las armas nucleares por su "destrucción generalizada e indiscriminada" y como "pecado contra Dios" en la guerra moderna (Primera Asamblea del CMI, 1948), ha reconocido desde un principio que la única protección segura contra las armas nucleares es su prohibición, eliminación y verificación (Segunda Asamblea, 1954) y, entre otras cosas, ha exhortado a los ciudadanos a que "presionen a sus gobiernos para garantizar la seguridad nacional sin recurrir al uso de armas de destrucción masiva" (Quinta Asamblea, 1975).

10. La política actual del CMI insta a todos los Estados a cumplir sus obligaciones contractuales de reducir y luego destruir los arsenales nucleares con la debida verificación. Nuestra posición es que los cinco Estados que poseen originariamente armas nucleares (por orden alfabético: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) deben prometer que nunca serán los primeros en usarlas, que nunca amenazarán con hacer uso alguno, y que retirarán sus armas del estado de máxima alerta y del territorio de Estados no nucleares. El CMI insta, respectivamente, a los tres Estados que no han firmado el TNP (India, Israel, Pakistán), al Estado que se ha retirado (Corea del Norte) y al Estado que amenaza retirarse (Irán) a adherirse al tratado como Estados no nucleares, a regresar de manera plenamente verificable y a no retirarse (Declaración del Comité Ejecutivo del CMI sobre el Tratado sobre la No Proliferación Nuclear, 19.02.04; Declaración del Comité Central del CMI sobre Desarme Nuclear, Política de la OTAN y las Iglesias, 5.02.01). Estas medidas tienen amplio apoyo dentro de la comunidad internacional, y aún así siguen sin llevarse a cabo.

Resolución:

La Novena Asamblea, reunida en Porto Alegre, Brasil, del 14 al 23 de febrero de 2006:

a) Aprueba la nota sobre Eliminación de Armas Nucleares;

b) Pide a cada iglesia miembro a que inste a su respectivo gobierno a que procure la eliminación inequívoca de las armas nucleares con arreglo a las disposiciones del Tratado sobre la No Proliferación de las armas nucleares. Deberá prestarse apoyo a los gobiernos que han decidido abstenerse de fabricar armas nucleares; se debe presionar a los Estados no signatarios del TNP para que firmen el tratado.

c) Insta a las iglesias a trabajar para superar la ignorancia y autocomplacencia en la sociedad con respecto a la amenaza nuclear, especialmente para concientizar a las generaciones que no recuerdan lo que hacen estas armas.

d) Recomienda enérgicamente que, hasta que se logre el objetivo del desarme nuclear, las iglesias miembros se esfuercen por persuadir a sus gobiernos de que asuman colectivamente la responsabilidad de hacer que trabaje la maquinaria internacional de desarme, incluidos los mecanismos para verificar el cumplimiento de las disposiciones en vigor; de impedir que las armas nucleares y el material de uso bélico caigan en manos de agentes no estatales; y de apoyar al Organismo Internacional de Energía Atómica en su importante misión de controlar los materiales fisionables y el uso de la energía nuclear para fines pacíficos.

e) Exhorta a las iglesias miembros y a las parroquias a que movilicen a sus miembros para apoyar y fortalecer las zonas libres de armas nucleares, que están establecidas en América Latina y El Caribe, el Pacífico Sur, el Sudeste de Asia y África y que se proyectan para otros lugares habitados de la Tierra; y encomienda especialmente a las iglesias que se unan a otras religiones para promover el apoyo a estas zonas durante el ‘Decenio del CMI para Superar la Violencia: Las iglesias en pos de reconciliación y de paz - 2001-2010'.