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Rev. Alex Benson Maulana.

Rev. Alex Benson Maulana.

Por Robert Bartram*

El Sínodo de Blantyre representa a la Iglesia Presbiteriana de África Central en Malawi (CCAP) en la región meridional de Malawi. El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) acogió al Sínodo de Blantyre en su comunidad ecuménica en julio, en la reunión del Comité Central del Consejo. El Rev. Alex Benson Maulana, secretario general del Sínodo de Blantyre, ha contado a las noticias del CMI las razones que llevaron a su organización a unirse al Consejo.

¿Por qué se han unido al Consejo Mundial de Iglesias?

Maulana: Nosotros valoramos la unidad, la comunidad, contribuir y aprender de los demás. Nos pareció que debíamos formar parte del Consejo Mundial de Iglesias, esta gran familia de iglesias. De hecho, aunque desde entonces no hemos estado muy activos, cuando se creó el CMI en 1948, una de las conferencias tuvo lugar en el Centro Ecuménico de Formación y Conferencias de Chilema, en Malawi, que compartimos el Sínodo de Blantyre y la Diócesis Anglicana del Condado Alto (Anglican Diocese of Upper Shire).

¿Por qué no se unieron antes?

Maulana: Hubo una época en que llevamos a cabo actividades en el marco del Consejo Cristiano de Malawi (CCM). El Sínodo de Blantyre era una de las iglesias activas del CMI, por lo que era miembro a través del CCM. Por eso nunca se nos ocurrió ser miembros del CMI. Cuando inicié mi mandato, vi clara la necesidad de reactivar nuestra presencia, por lo que decidimos solicitar la adhesión del Sínodo al CMI y dejar de llevar a cabo nuestras actividades en el marco de otra organización.

¿Podría describir brevemente la historia y los antecedentes de su iglesia?

Maulana: La Misión de Blantyre surgió de la Iglesia de Escocia en 1876 y tomó su nombre del lugar donde nació del Dr. Livingstone. Al principio contaba con 30 miembros y ha crecido hasta alcanzar los 1,8 millones de miembros y cerca de 1.400 lugares de culto. Lleva a cabo actividades en diferentes ministerios: ministerio juvenil, ministerio de las mujeres, capellanía hospitalaria y carcelaria, seguridad alimentaria, medios de vida, educación, ministerio de la salud, iglesia y sociedad (gobernanza) y ministerio musical.

¿Cuáles son sus principales objetivos como iglesia y qué desafíos afronta?

Maulana: Son tantos los desafíos... Malawi tiene una tasa de analfabetismo muy alta y la iglesia está intentando contribuir a reducirla de una manera u otra. Por eso tenemos un departamento de educación plenamente desarrollado. En segundo lugar, la iglesia también participa en la promoción de actividades saludables. Implementamos programas de salud y tenemos hospitales que dirigimos nosotros mismos como iglesia. Los hospitales públicos que prestan servicios sanitarios gratuitos están luchando por sobrevivir, porque en este momento no reciben fondos suficientes, y muchos de ellos se están quedando sin medicamentos.

Pero el aspecto más importante es la pobreza que afecta a la población. La iglesia está llevando a cabo intervenciones que al menos aportan algunas de las habilidades que permiten obtener más recursos para cubrir las necesidades básicas. La llegada del VIH/SIDA ha generado un gran número de huérfanos que no podemos dejar solo a cargo del gobierno, por lo que hemos diseñado algunos programas para ellos, que al menos les permiten disfrutar de la vida. Estos son algunos de los desafíos que afrontamos en Malawi. Afortunadamente para el país, no hemos tenido problemas políticos importantes, en comparación con otros países vecinos de África.

¿Qué opina de la peregrinación de justicia y paz?

Maulana: Para garantizar que la justicia llegue a la gente tenemos lo que llamamos el departamento de iglesia y sociedad (gobernanza). A través de este departamento velamos por que haya justicia; es nuestro deber asegurarnos de que todo el mundo en Malawi tiene acceso a la justicia. A veces se encarcela a personas sin juzgarlas, y nosotros intentamos que puedan ejercer el derecho a la justicia que necesitan. Nadie debería pasar largos períodos en prisión preventiva, ni quedar allí olvidado, como pasa a veces.

Cuando el pueblo pasa hambre, también hay injusticia; por lo que intentamos que el Gobierno cumpla su función y la iglesia la suya. Por eso tenemos programas de seguridad alimentaria, porque esta forma parte de la justicia. Cuando hablamos de paz, hablamos de que la gente no debería vivir con miedo en sus propios barrios o países. También llevamos a cabo programas (a veces en colaboración con el Gobierno) que velan por que la gente viva feliz en sus propios países. También nos esforzamos por ejercer presión junto al CMI, como una familia, para poner fin a las guerras que asolan países como Mozambique, donde se vive un conflicto recurrente. La trata de personas es uno de los problemas más graves que se están extendiendo en muchos países, entre ellos Malawi. Junto con el CMI deberíamos luchar como una familia contra este fenómeno injusto y deshumanizante.

Sínodo de Blantyre de la Iglesia Presbiteriana de África Central

La peregrinación de justicia y paz del CMI

*Robert Bartram es un especialista en comunicación con 20 años de experiencia en organizaciones gubernamentales, intergubernamentales y medios de comunicación. Reside en Ginebra.