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La Rev. Martina V. Kopecká. Foto: Albin Hillert/CMI

La Rev. Martina V. Kopecká. Foto: Albin Hillert/CMI

La Rev. Martina V. Kopecká de la Iglesia Usita Checoslovaca representó al Consejo Mundial de Iglesias en la XV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, reunida en Roma con el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.

A continuación la Rev. Kopecká comparte sus apreciaciones sobre el sínodo, la juventud y la forma en que podemos alcanzar nuestro potencial humano.

P. ¿De qué manera, el sínodo fue un signo de esperanza para ti?

Rev. Kopecká: Me siento muy agradecida y honrada que el Consejo Mundial de Iglesias me invitara a unirme a los Padres sinodales, incluso en las conversaciones. Este es un paso significativo en el presente de nuestro camino ecuménico y una puerta abierta para el futuro. Tenemos la misma visión: caminar juntos, orar juntos, trabajar juntos. Y esto está sucediendo ahora.

P. ¿Cuál consideras que es la misión más importante de los jóvenes hoy en día?

Rev. Kopecká: Creo que Dios llama a  los jóvenes a proclamar la buena nueva y también pueden convertirse en el contenido de la misma. Los jóvenes están buscando el sentido de la vida, pero a veces, se sienten perdidos o solos en el mundo. La fe, acompañada de esperanza y amor,  puede calmar esos sentimientos de soledad.  Podemos encontrar la fe siguiendo a Jesús y también en una comunidad viva donde las personas pueden compartir sus historias de vida y apoyarse unas a otras.

P. A tu entender, ¿cuáles son los mayores talentos que los jóvenes aportan al movimientos ecuménico?

Rev. Kopecká: Los jóvenes tienen muchos talentos y capacidades; también pueden establecer la conexión entre iglesias y religiones. No están ahí preguntando la denominación, pues quieren compartir la fe sin divisiones. Son increíbles facilitadores de la comunicación y pueden ayudar a sanar muchos conflictos porque aportan energía y una nueva perspectiva de la situación complicada.

P. ¿Cómo pueden equilibrar los jóvenes sus emociones con sus acciones prácticas?

Rev. Kopecká: Todos los seres humanos tenemos que manejarnos con las emociones; los sentimientos son una parte inseparable de nuestra vida y hemos de reflexionar  sobre ellos. Las emociones dan energía y nos llaman a actuar, lo que se puede usar efectivamente en el movimiento ecuménico y todos nosotros podemos disfrutar de la pasión de la juventud que, a veces, casi olvidamos.

P. En momentos en que empezamos a perder la esperanza, ¿cuán importante es el  “pequeño paso” que damos?

Rev. Kopecká: Cada pequeño paso es valioso, pues significa que uno tiene que seguir intentando y que un día puede cambiar la realidad; tratar de realizar nuestro potencial humano y usar nuestros talentos y dones de Dios por el bien de todos. Además, ser joven es un don inmenso.

Sínodo de los obispos: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional

Los jóvenes y el movimiento ecuménico