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Haciendo un repaso histórico de la relación entre el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y las Naciones Unidas, una nueva publicación del CMI analiza por qué los propósitos compartidos de las organizaciones son ahora más necesarios que nunca.

“Nunca antes el mundo ha estado más necesitado de un sistema multilateral sólido para la coordinación de las respuestas a las crecientes crisis mundiales que tenemos ante nosotros”, escribe el secretario general interino del CMI, Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca, en su introducción. “Como leerán y verán en las siguientes páginas, el CMI considera a las Naciones Unidas como un asociado principal en sus intentos de responder ante los acontecimientos históricos cruciales de estos tiempos turbulentos”.

Cuando se redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, entre 1946 y 1948, O. Frederick Nolde, primer director de la Comisión de las Iglesias del CMI para Asuntos Internacionales, contribuyó decisivamente como consultor en materia de libertad religiosa y otras libertades fundamentales. La declaración afirma que, “durante más de 70 años, el CMI ha seguido aumentando su implicación, poniendo de relieve determinadas violaciones de derechos como, por ejemplo, el racismo (1968), la tortura (1977) y las ejecuciones extrajudiciales (1982)”.

La publicación destaca el momento en que, en 1954, Dag Hammarskjöld, el segundo secretario general de la ONU, se refirió a las iglesias como “los guardianes y portavoces de las creencias más profundas y los sueños más elevados del hombre”.

En una sección especial sobre “Combatir el Racismo”: un legado ecuménico”, el texto conmemora a eminentes cristianos, entre ellos el Rev. Dr. Martin Luther King, Jr, Albert Luthuli y Eduardo Mondlane, que influyeron profundamente en el debate sobre el racismo, y se realiza la siguiente reflexión: “el asesinato de Martin Luther King tan solo semanas antes del momento en el que iba a dirigirse a la Asamblea del CMI en Uppsala en 1968 dio a esta cuestión un enfoque urgente”.

En 1978, la adopción de la Declaración de Alma-Ata fue un momento decisivo para la Organización Mundial de la Salud (OMS), al establecer que el compromiso con la atención primaria de salud era fundamental para lograr la salud para todos y al consolidar su ya estrecha relación con el CMI. “Para la OMS, fue una señal de avance en el pensamiento sobre la salud pública; para el CMI, fue un momento especialmente jubiloso, que tuvo como resultado una estrecha relación entre los dirigentes de la OMS y la Comisión Médica Cristiana (CMC) del CMI, bisabuela del programa de salud y sanación actual”, señala el texto de la declaración.

En 2007, las Naciones Unidas y el CMI reafirmaron su compromiso de colaboración en una reunión entre los secretarios generales de ambas organizaciones.

En 2013, una abrumadora mayoría de 155 países votó a favor de un Tratado sobre el Comercio de Armas en la Asamblea General de las Naciones Unidas. “La Campaña Ecuménica para un Tratado sobre el Comercio de Armas sólido y eficaz, dirigida por el CMI, abogó entonces por una rápida ratificación, y el tratado ha estado en vigor desde diciembre de 2014”, afirma la declaración.

Desde la Oficina de enlace del CMI con las Naciones Unidas en Nueva York hasta la asociación CMI-UNICEF para apoyar los derechos de los niños y trabajar en la respuesta al SIDA, la asociación CMI-ONU se ha ido ampliando y fortaleciendo a lo largo de las décadas. El trabajo y la oración por la paz en la península de Corea y los esfuerzos por la paz en Tierra Santa también se han fortalecido y han atraído una respuesta mundial cada vez mayor. Las cuestiones de la justicia de género, la emergencia climática y el desarme nuclear han llevado al CMI y a las Naciones Unidas a establecer nuevas asociaciones estratégicas de trabajo.

La solidaridad con los pueblos indígenas también ha pasado a primer plano. “El CMI ha desempeñado un papel fundamental en el apoyo a la presencia de los pueblos indígenas en el sistema de las Naciones Unidas y en la defensa de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”, señala el texto.

“Que Dios continúe bendiciendo y fortaleciendo nuestra colaboración”, concluye el Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca.

Descargue la publicación (en ingles)

Más información sobre la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales del CMI

Oficina de enlace del CMI con las Naciones Unidas en Nueva York