En un mensaje para celebrar Pentecostés, los presidentes regionales del Consejo Mundial de Iglesias reflexionan sobre la visión original de Pentecostés, que no se veía empañada por la duda, ni el temor, ni la apatía. “Presagiaba un nuevo cielo y una nueva tierra”, afirma el mensaje. “En los siglos transcurridos, ¿se ha reducido esta visión de Pentecostés?”
El mensaje continúa con una serie de preguntas honestas sobre Pentecostés. “¿Se ha convertido en una mera experiencia espiritual individual? ¿Parecería ser que la visión ocupa una parte cada vez más pequeña de la geografía de nuestra mente y de nuestro paisaje teológico? ¿Se ha convertido en la prerrogativa exclusiva de aquellos privilegiados por el conocimiento, el tiempo y el lugar?”
Los presidentes del CMI subrayan el carácter urgente de la conexión moral y espiritual de la humanidad. “Lo sentimos en la necesidad acuciante de las mujeres, los jóvenes y los ancianos de una nueva tierra, como predijo el profeta Joel. En efecto, si el criterio es la necesidad, ahora es el mejor momento para que sople un poderoso viento de renovación.
El dolor ante un futuro asolado por el miedo amenaza cada fragmento de la creación. Necesitamos la esperanza de la visión de vida y amor de Pentecostés”, afirma el mensaje. “Sin embargo, ¿cómo podemos convertirnos en comunidades eclesiales alentadas por el amor al Señor y unidas por la pasión por su pueblo y su creación?”
Otra cuestión que plantea el mensaje: “¿Dónde buscaremos la esperanza de Pentecostés que da origen a un nuevo cielo y una nueva tierra?”
“En nuestros tiempos, como en todos los tiempos, Jesús nos invita a seguirle hasta el corazón estremecido de Pentecostés que se encuentra entre los pobres, los prisioneros, los enfermos, los hambrientos y los mal vestidos”, afirma el mensaje. “Así, siguiendo de cerca los pasos de nuestro Salvador, recibamos de nuevo la promesa del Espíritu Santo, que nos renueva a nosotros y renueva nuestros tiempos y la superficie de la tierra”.