¿Qué son las Naciones Unidas y, en particular, el Consejo de Derechos Humanos?
Philpot-Nissen: La ONU se estableció al final de la Segunda Guerra Mundial para ofrecer un foro a todos los gobiernos nacionales, así como a la sociedad civil y otras instituciones, que les permitiera reunirse para encontrar soluciones y reconstruir el mundo, y para dialogar y actuar en aras de promover la paz y el desarrollo. El Consejo de Derechos Humanos reemplazó la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en 2006. Es un órgano intergubernamental en el sistema de la ONU que tiene la responsabilidad de promover y proteger los derechos humanos. Está integrado por 47 miembros elegidos por la Asamblea General de la ONU. También cuenta con otros Estados miembros que actúan en calidad de observadores. Se reúne en Ginebra para abordar las violaciones de derechos humanos y las situaciones que requieren atención.
¿Cómo funciona el mecanismo de examen periódico universal?
Philpot-Nissen: El examen periódico universal es un mecanismo del Consejo de Derechos Humanos que fue creado en un intento de lograr un sistema más justo de seguimiento de los problemas de derechos humanos en todo el mundo. Todos los Estados miembros de la ONU se someten a un examen de su situación en materia de derechos humanos cada cinco años. Este examen lo llevan a cabo otros Estados miembros que pueden formular preguntas, expresar preocupaciones y hacer recomendaciones al Estado sometido a examen sobre las medidas que podría adoptar para mejorar los derechos humanos en su país. Se trata de un proceso único en el sistema de la ONU en cuanto que es el único proceso al que se someten todos los países, independientemente de si han ratificado o no determinados tratados, y que se invita a otras terceras partes —entre las que pueden figurar iglesias— a participar en el proceso aportando informes que expongan sus propias experiencias y preocupaciones en el ámbito de los derechos humanos.
¿Qué son los órganos de los tratados de la ONU y cómo pueden las iglesias colaborar con ellos?
Philpot-Nissen: Los órganos de los tratados de la ONU son comités de expertos designados por la ONU para supervisar los progresos y el cumplimiento de los países con respecto a sus obligaciones en virtud de los principales tratados de derechos humanos que el país ha ratificado. Por ejemplo, el cumplimiento de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer lo supervisa un comité que lleva el mismo nombre. Las iglesias pueden participar en estos procesos averiguando primero si su país es un Estado parte de un tratado determinado y cuándo tendrá lugar el próximo examen de su país, y luego trabajando con sus miembros para preparar un informe paralelo que se compartirá con el comité. Tras el examen, el comité publicará una serie de observaciones finales que incluirán recomendaciones al Gobierno. Las iglesias pueden utilizar estas recomendaciones en sus estrategias de sensibilización y pedir a su Gobierno que rinda cuentas de su aplicación durante el período previo a la próxima revisión. Este período debería ser de cinco años, pero en la práctica suele durar más, ya que los gobiernos a menudo se retrasan en el cumplimiento de sus obligaciones de presentar informes.
¿Cómo contribuyó el CMI al 57o período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos?
Philpot-Nissen: El CMI contribuyó de varias maneras. Seguimos apoyando al Gobierno de la República de las Islas Marshall que en 2022 inició un proceso de búsqueda de apoyo de la ONU para abordar el legado de los ensayos nucleares en su país. El CMI copatrocinó un evento paralelo el 27 de septiembre en el que el presidente de la República de las Islas Marshall habló e hizo una declaración ante el Consejo de Derechos Humanos en el marco de un diálogo sobre este problema, hablando en nombre de los supervivientes de los ensayos con los que nos reunimos durante nuestra visita a las islas en 2023. Se prevé que el 11 de octubre el Consejo de Derechos Humanos adopte una segunda resolución para proseguir este apoyo.
El 1 de octubre, el CMI organizó un evento paralelo en Papúa Occidental en el que defensores de los derechos humanos de la región hablaron sobre las continuas violaciones de derechos humanos que se producen en el territorio.
El CMI también copatrocinó un evento paralelo sobre las repercusiones del cambio climático en Brasil junto con asociados ecuménicos, y sobre reimaginar el desarrollo con el Grupo Sij de Derechos Humanos y otros asociados. Asimismo, apoyamos declaraciones de otras organizaciones sobre estas cuestiones.
Además, se organizó una reunión informativa en el Centro Ecuménico con el Relator Especial de la ONU sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, en la que presentó su informe anual al 57o período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos.
¿Hubo declaraciones preparadas por el CMI que no presentaron ante el Consejo de Derechos Humanos?
Philpot-Nissen: Sí, nos habíamos inscrito para intervenir sobre cinco puntos del orden del día: las Islas Marshall, la justicia racial, Israel y Palestina, Papúa Occidental y la cuestión de la fístula obstétrica. Solo nuestra declaración sobre la República de las Islas Marshall ocupó un lugar suficientemente destacado en las listas cada vez más reducidas de ponentes de la sociedad civil para poder formularla. Esta creciente dificultad es indicativa del espacio cada vez más reducido de la sociedad civil que estamos constatando a todos los niveles, y que va hasta una grave represión de los defensores de los derechos humanos en algunos lugares del mundo.
¿Cómo ve el papel del Consejo Mundial de Iglesias en términos de diplomacia eclesial? En el mundo de hoy, ¿tiene la religión un impacto en los asuntos políticos e internacionales?
Philpot-Nissen: El CMI y sus iglesias miembros representan una voz fuerte y poderosa que ha sido muy influyente en muchas situaciones, pero ciertamente podría aprovecharse aún más para tener un mayor impacto. En algunos países, la iglesia constituye un pilar fundamental para muchas comunidades y a menudo puede iniciar y promover mayores niveles de acción y cambio que el Gobierno local o nacional. La autoridad moral que los actores religiosos pueden aportar a una situación puede servir para influir en los resultados.
Quizás lo que crea un impacto en los asuntos políticos e internacionales es tanto la envergadura de las comunidades de las iglesias como la motivación que surge de su fe personal al abogar por la paz y el respeto de los derechos humanos, así como su capacidad de llegar a las vidas de quienes habitan las aldeas más pequeñas y remotas.
¿Qué le motivó a usted personalmente a trabajar en el ámbito de los derechos humanos y qué recomendaría a los jóvenes del mundo que se interesan por este tema?
Philpot-Nissen: Solo puedo describir mi recorrido como una vocación. Había terminado la carrera de Derecho, pero no sentía realmente que el camino convencional —convertirme en una abogada en mi país, el Reino Unido— fuera mi camino. En 1995, tuve la oportunidad de hacer una pasantía en lo que entonces era el Centro de Derechos Humanos de la ONU (que luego pasó a ser la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos), y casi inmediatamente supe que esto era a lo que iba a dedicar mi vida. Era una suerte utilizar mi licenciatura en Derecho para ayudar a los menos afortunados, los pobres y los vulnerables. Era una manera de intentar devolver algunas de las muchas bendiciones que había experimentado en mi vida: tener una familia cariñosa que me había apoyado, acceso a la educación y la salud, y muchos privilegios que demasiados jóvenes nunca disfrutan. Ese año, me inscribí en una maestría en Derechos Humanos y Derecho Humanitario y luego empecé mi carrera en el sistema de la ONU. Posteriormente, trabajé en el ámbito no gubernamental y en 2017 me incorporé al CMI. Ha sido una trayectoria increíble.
A las personas jóvenes que se interesan por este ámbito, les digo: gracias, el mundo les necesita desesperadamente. No obstante, el espacio para trabajar en esta esfera se está reduciendo a medida que se invierte menos en asuntos internacionales y que los derechos humanos quedan relegados. Mi consejo sería que se aseguren de que su campo de estudio incluya competencias muy concretas que se sumen a sus conocimientos académicos en materia de derechos humanos y asuntos internacionales. Podría ser un título en Comunicación, en Gestión de ONG, en Investigación Social, en Planificación de Emergencias, en cualquier cosa que les aporte habilidades adicionales y les haga más atractivos para el mercado laboral.
Más información sobre la labor del CMI en materia de dignidad y derechos humanos
Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales (CIAI) del CMI
Un evento paralelo sobre los derechos humanos en Indonesia abordó las crisis en Papúa Occidental (comunicado de prensa del CMI, 3 de octubre de 2024, disponible en inglés)