Pillay, en la apertura de la ceremonia, dijo que era un “privilegio, una alegría y un placer” dar la bienvenida a todos los egresados. “Hemos disfrutado de cada momento que hemos pasado juntos estas dos semanas”, dijo. “Hoy es un día especial para quienes han formado parte del programa”.
Añadió que valoraba especialmente la colaboración, durante la cual “no solo los he visto hablar y hablar, sino también trabajar: hemos convertido las tertulias en seminarios”, dijo.
En su intervención, Pillay reflexionó sobre el hecho de que los certificados que recibían los egresados reflejaban sus nuevos conocimientos y perspectivas más amplias.
“Pero la experiencia que han vivido en estos últimos nueve días es mucho más que eso”, añadió.
“Se han encontrado en un contexto de gran pluralismo”.
El Foro de Foro de Pacificadores Emergentes ha sido una experiencia que cambia vidas, añadió Pillay. “Cuando nos encontramos en un espectro más amplio, nuestro conocimiento aumenta de repente”, dijo. “Han cruzado las fronteras del idioma y la cultura, de las normas religiosas y sociales”.
Y recordó que, a veces, las personas proceden de lugares y espacios que han sido reducidos y restringidos. “Se han visto inmersos en un torbellino de nuevas experiencias”, dijo. “Me gustaría pensar que pasar por este programa en concreto les ha ayudado a convertirse en defensores de la paz”.
Dado que los egresados han recibido las herramientas básicas para continuar la tarea de convertirse en pacificadores, Pillay los animó a abrir las alas y volar aún más alto por la paz.
“Nuestro mundo es un lugar muy caótico en este momento”, dijo, “en semejante contexto, estamos llamados a pronunciarnos como personas religiosas”.
Y preguntó a los jóvenes: “¿De qué manera podemos lanzar un mensaje alternativo a un mundo que lucha, a un mundo roto, un mundo que necesita sanación y restauración?”.
Estos jóvenes, dijo Pillay, han sido elegidos para incorporarse a la corriente y convertirse en pacificadores. “Ustedes son quienes deben llevar un estilo de vida alternativo”, dijo. “El cambio es posible”.
El secretario general instó a los jóvenes egresados a no abandonar nunca el duro trabajo de la pacificación. “Puedo decirles que me ha llevado años, pero que he visto, por la gracia de Dios, el misterio de Dios en acción... transformando vidas, cambiando actitudes”, afirmó. “Esto es lo que intentamos promover”.
El valor real de lo que han adquirido aquí dará sus frutos en función de cómo lo pongan en práctica, concluyó Pillay. “Lo que importa es lo que uno hace con lo que recibe”, dijo. “Salgan al mundo y sean discípulos e hijos de Dios, trabajando con Dios para transformar y sanar un mundo roto y sufriente”.
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