El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y el Comité Judío Internacional para Consultas Interreligiosas (IJCIC) se reunieron formalmente del 25 al 27 de junio, en París. El tema de la reunión fue “La normalización del odio: desafíos para los judíos y los cristianos de hoy”. A continuación, el secretario general del CMI, el Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, reflexiona sobre la manera en que se restablecieron las relaciones entre los dos grupos.
P: ¿Qué inspiró la renovación del diálogo entre el CMI y el IJCIC?
Rev. Tveit: Una reunión en 2011 entre el presidente de IJCIC y el secretario general del CMI ayudó a restablecer una relación de diálogo formal. Ese diálogo tomó impulso más tarde ese mismo año, cuando los representantes del CMI y del IJCIC coincidieron en Roma con ocasión del 'evento de Asís', organizado por el papa Benedicto.
P: ¿De qué hablaron el CMI y el IJCIC en París?
Rev. Tveit: Nos reunimos en torno al tema: “La normalización del odio: desafíos para los judíos y los cristianos de hoy”. Reconocimos nuestras respectivas posiciones en el mundo, en un momento de desafíos tanto para la vida religiosa en general como para cada una de nuestras comunidades, en sus diversos contextos, así como para nuestras propias comunidades y personas que padecen la normalización del odio en sus formas físicas y verbales. Es nuestro deber común buscar las formas en que todos los líderes y grupos religiosos puedan oponer resistencia ante esa tendencia, y como cristianos y judíos debemos mostrar nuestros valores comunes para abordar juntos este problema. Afirmé que el CMI y sus iglesias miembros condenan los ataques contra los judíos y sus propiedades, y en la reunión fuimos informados sobre la situación en Francia.
P: ¿Cómo se formó la delegación?
Rev. Tveit: Primero, permítame explicar qué es exactamente IJCIC. Después del Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica Romana necesitaba encontrar un interlocutor judío que fuera representativo. Hubo organismos internacionales, como el Congreso Judío Mundial, pero este es una organización secular, y el Vaticano quería que el diálogo tuviera un componente religioso. El Consejo de Sinagogas de América intervino, reuniéndose en 1970 y redactando un Memorando de Entendimiento que condujo a la creación de IJCIC. El organismo tiene deliberadamente la palabra “Consultas”, en lugar de “Diálogo” en su título, debido a las reservas de algunos judíos ortodoxos respecto a si los judíos pueden o deben participar en un diálogo interreligioso con los cristianos. El ICJIC tiene tres funcionarios –presidente, vicepresidente y tesorero– que planean las reuniones con el CMI, junto con otros miembros de las once organizaciones del IJCIC.
Estos antecedentes explican por qué los miembros de la delegación del IJCIC han sido predominantemente estadounidenses, aunque también ha habido representantes europeos. No obstante, estos representan un amplio espectro de opiniones religiosas judías, entre ellas ortodoxas, conservadoras y reformistas.
Al componer la delegación del CMI, traté de velar por su diversidad, atendiendo tanto en las tradiciones cristianas como al origen geográfico, para así reflejar la naturaleza del CMI. Era importante que la delegación del CMI siempre incluyera a un cristiano palestino. En París, la delegación del CMI incluyó a dirigentes de iglesias de los Estados Unidos, Oriente Medio y Francia, con S.E. Emmanuel metropolitano de Francia, en representación del Patriarcado Ecuménico; el Rev. Francois Clavairoly, presidente de la Federación de Iglesias Protestantes; y el Rev. Christian Krieger, presidente de la Conferencia de Iglesias Europeas, así como expertos y miembros del personal. La reunión fue convocada por el rabino Daniel Polish, presidente del IJCIC, y por mí mismo; fue presidida conjuntamente por el rabino Noam Marans, vicepresidente del IJCIC, y por S. E. el arzobispo Dr. Vicken Aykazian, miembro del Comité Ejecutivo del CMI y legado de la Iglesia Apostólica Armenia.
P: ¿Cuál es el resultado más importante de la reunión en París?
Rev. Tveit: Esta reunión histórica concluyó con un compromiso compartido y un comunicado en que nos comprometíamos a seguir comunicándonos regularmente, a facilitar los esfuerzos conjuntos para impulsar el cambio que encarnaba la reunión, “y a volver a reunirnos periódicamente con el fin de avanzar en nuestras responsabilidades respectivas y mutuas para con nuestras propias comunidades y con el mundo en general”.
“Entre los temas que se han abordado en esta reunión destacaron el auge de los movimientos nacionalistas xenófobos en gran parte del mundo; las sospechas que se ciernen sobre las agendas de las comunidades e instituciones religiosas, especialmente en Europa; el resurgimiento del antisemitismo manifiesto; la prevalencia de la islamofobia; nuevas actitudes anticristianas emergentes; la persistente no resolución del conflicto palestino-israelí; la hostilidad mundial hacia las minorías vulnerables; y la impactante erosión de la sociedad civil en muchos lugares y formas”, dice el comunicado. “Estamos particularmente horrorizados por el reciente aumento de ataques asesinos en lugares de culto de diferentes partes del mundo”.
En los debates sobre el conflicto palestino-israelí, se reconoció que, en ocasiones, ha habido verdaderas tensiones entre las posiciones del CMI y el IJCIC. “Esta reunión ha tenido lugar con el reconocimiento del desarrollo tanto de comunicaciones más constructivas como de la forma en que se presentan públicamente las diferencias”, afirma el comunicado.
P: ¿Cuál es la política del CMI en relación con el antisemitismo?
Rev. Tveit: En agosto de 1948, apenas unos meses después de que el Estado de Israel declarara su independencia, la Asamblea recibió un informe bastante sustancial titulado “La visión cristiana de los judíos” (The Christian Approach to the Jews) y recomendó a las iglesias su estudio exhaustivo y la adopción de las medidas pertinentes”. Ese informe contiene la famosa y frecuentemente citada declaración que ha tenido una influencia considerable entre las iglesias miembros y consejos asociados del CMI y en el mundo cristiano en general:
“Instamos a todas las iglesias que representamos a denunciar el antisemitismo, independientemente de su origen, como algo absolutamente incompatible con la profesión y la práctica de la fe cristiana. El antisemitismo es un pecado contra Dios y contra la humanidad.”
Cuando algún llamado es una crítica relevante al Estado de Israel y al trabajo que hacemos para promover los derechos humanos de los palestinos, nos puede parecer que este es un uso ilegítimo del término “antisemitismo”. También de esto se habló ampliamente en la reunión de París.
El Rev. Tveit concluyó diciendo que el personal se reunirá en septiembre para dar seguimiento a los planes conjuntos. Este es un paso significativo e importante en el diálogo.
Lea el comunicado de prensa del CMI, 28 de junio de 2019
El Comité Judío Internacional para Consultas Interreligiosas (IJCIC)