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El Dr. Denis Mukwege y Nadia Murad, ganadores del Premio Nobel de la Paz 2018. Ilustración de Niklas Elmehed. © Nobel Media

El Dr. Denis Mukwege y Nadia Murad, ganadores del Premio Nobel de la Paz 2018. Ilustración de Niklas Elmehed. © Nobel Media

El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) acoge con satisfacción la concesión del Premio Nobel de la Paz 2018 a Nadia Murad y al ginecólogo congoleño Denis Mukwege, por su trabajo contra la “violencia sexual como arma de guerra y del conflicto armado”.

“Esta noticia es una gran fuente de inspiración para todos los que trabajan en contra de la violencia sexual y de género”, dijo el secretario general del CMI, el Dr. Olav Fykse Tveit, poco después de que se anunciara el premio.

“El Dr. Mukwege ha mostrado, de forma constante y asumiendo grandes riesgos, la dignidad humana y los derechos humanos de las víctimas de la violencia y la guerra, especialmente de las mujeres que son víctimas violaciones y de violencia de género”.

El Rev. Tveit dijo que la labor del Dr. Mukwege en la República Democrática del Congo (RDC) era “una contribución genuina a la paz para quienes más la necesitan, y para avanzar hacia la justicia y la paz en el país y la región”.

Hijo de un pastor, el Dr. Mukwege es un laico cristiano activo que fundó en 1999 el Hospital Panzi, en Bukavu (República Democrática del Congo), para atender a las víctimas de agresiones sexuales, especialmente en el contexto de la prolongada guerra civil del país.

Ahora es uno de los más destacados expertos mundiales en la reparación quirúrgica de lesiones provocadas por violación y por violencia sexual, así como un líder internacional de la lucha contra la violación como arma de guerra, contra la impunidad de los autores de tales crímenes de guerra y por los derechos de sus víctimas.

La secretaria general adjunta del CMI, la Prof. Dra. Isabel Apawo Phiri, señaló: “Para el CMI, este reconocimiento viene a sumarse a nuestro absoluto convencimiento, demostrado a través de la campaña los Jueves de negro y de nuestra Consulta mundial sobre la comunidad justa de mujeres y hombres, celebrada esta semana en Kingston (Jamaica), de nuestra solidaridad y nuestras acciones para acabar con cualquier forma de violencia en la iglesia y en la sociedad”.

Nadia Murad es miembro de la comunidad yazidí del norte de Irak. Es una de las aproximadamente 3.000 mujeres y niñas yazidíes que fueron sometidas a violaciones y convertidas en esclavas por el llamado “Estado Islámico”, tras su ocupación de gran parte del norte de Irak, a mediados de 2014.

Desde que consiguió huir, después de tres meses de cautiverio, en lugar de guardar silencio, Murad optó por hablar abierta y públicamente sobre su experiencia.

“Nos alienta mucho que este premio haya sido concedido a estas dos destacadas figuras de la lucha contra la violación como un arma de guerra”, dijo Peter Prove, director de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales del CMI. Prove instó a la comunidad mundial a seguir trabajando para poner fin a la impunidad de los autores de actos de violencia sexual constitutivos de crímenes de guerra y a brindar más apoyo a todas las víctimas de esos crímenes.

“Y hacemos un llamado a todas las iglesias y personas de buena voluntad de todo el mundo para que hagan frente a las actitudes y contextos culturales que propician este tipo de atrocidades, y los transformen”, dijo Prove.

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