En la declaración se condena asimismo “la explotación, la degradación y la violación de la creación para satisfacer la avaricia de la humanidad”, y se insta “a todas las iglesias miembros y los asociados ecuménicos del mundo entero a que den a la emergencia climática la atención prioritaria que merece –tanto en las palabras como en los hechos– una crisis como esta, sin precedentes y que abarca todas las dimensiones; intensifiquen sus esfuerzos para exigir a sus respectivos gobiernos las medidas necesarias en el espacio de tiempo preciso para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC; y atiendan sus responsabilidades históricas con las naciones y comunidades más pobres y vulnerables”.
Entre otras medidas, el órgano rector del CMI hace un llamamiento “a todos los miembros de la familia ecuménica mundial –iglesias, organizaciones, comunidades, familias y personas individuales– para que prediquen con el ejemplo y tomen las medidas que puedan en sus propios contextos, y señala que en un contexto global la acción o inacción de un país afecta negativamente de manera desproporcionada a los países vulnerables”.
En la declaración también se alientan “los esfuerzos encaminados a promover finanzas responsables desde el punto de vista climático en los asuntos de todos los miembros de la familia ecuménica mundial garantizando que, a través de nuestros fondos de pensiones, bancos y otros arreglos de servicios financieros, no somos cómplices de financiar industrias de combustibles fósiles que destruyen el clima, sino que apoyamos el desarrollo acelerado de una economía basada en las fuentes de energía renovables y la solidaridad mutua”.
Reunión de junio de 2022 del Comité Central del CMI
Labor del CMI sobre el cuidado de la creación y la justicia climática